Capítulo 21

Que se ha de descansar en Dios sobre todos los bienes

El Alma.- 1. Alma mía, descansa sobre todas las cosas siempre en Dios, que es el eterno descanso de los santos.
Concédeme tú, dulcísimo y amantísimo Jesús, que descanse en ti sobre todas las cosas creadas:
Sobre toda salud y hermosura; sobre toda gloria y honra.
Sobre todo poder y dignidad; sobre toda ciencia y sutileza.
Sobre todas las riquezas y artes; sobre toda alegría y gozo.
Sobre toda fama y alabanza; sobre toda suavidad y consolación.
Sobre toda esperanza y promesa; sobre todo merecimiento y deseo.
Sobre todos los dones y regalos que puedes dar e infundir; sobre todo gozo y dulzura que el alma puede recibir y sentir.
En fin, sobre todos los ángeles y arcángeles, y sobre todo el ejército celestial.
Sobre todo lo visible e invisible, y sobre todo lo que no eres tú, Dios mío.

2. Porque tú, Señor, Dios mío, eres bueno sobre todo:imitacion-de-cristo
Tú solo, altísimo.
Tú solo, potentísimo.
Tú solo, suficientísimo y llenísimo.
Tú solo, suavísimo y agradabilísimo.
Tú solo, hermosísimo y amantísimo.
Tú solo, nobilísimo y gloriosísimo sobre todas las cosas, en quien están, estuvieron siempre y estarán todos los bienes junta y perfectamente.
Por eso es poco y no basta cualquier cosa fuera de ti que me das o prometes o me descubres de ti mismo, no viéndote ni poseyéndote cumplidamente.
Porque no puede mi corazón descansar verdaderamente y contentarse del todo, si no descansa en ti, trascendiendo todos los dones y todo lo creado.

3. ¡Oh Esposo mío amadísimo Jesucristo, amador purísimo, Señor de todas las criaturas! ¿Quién me dará alas de verdadera libertad para volar y descansar en ti?
¡Oh! ¿Cuando me será concedido ocuparme en ti cumplidamente y ver cuán suave eres, Señor, Dios mío?
¿Cuándo me recogeré del todo en ti, para que por tu amor no me sienta a mí, sino a ti solo sobre todo sentido y modo, y de un modo no manifiesto a todos?
Pero ahora muchas veces gimo y llevo mi infelicidad con dolor.
Porque en este valle de miseria acaecen muchos males, que me turban a menudo, me entristecen y anublan; muchas veces me impiden y distraen, halagan y embarazan, para que no tenga libre la entrada a ti y no goce de tus suaves abrazos, los cuales sin impedimento gozan los espíritus bienaventurados.

4. Muévante mis suspiros y la gran desolación que hay en la tierra, ¡oh Jesús, resplandor de la eterna gloria, consolación del alma que anda peregrinando!
Delante de ti está mi boca muda, y mi silencio te habla.
¿Hasta cuándo tarda en venir mi Señor?
Venga a mí, pobrecito suyo, y lléneme de alegría. Extienda su mano y libre a este miserable de toda angustia.
Ven, ven, pues sin ti ningún día ni hora será alegre; porque tú eres mi gozo y sin ti está vacía mi mesa.
Miserable soy, y como encarcelado y preso con grillos, hasta que tú me recrees con la luz de tu presencia, y me pongas en libertad y muestres tu amigable rostro.
Busquen otros lo que quisieren en lugar de ti, que a mí ninguna otra cosa me agrada ni agradará sino tú, Dios mío, esperanza mía, salud eterna.
No callaré ni cesaré de clamar hasta que tu gracia vuelva y me hables interiormente.
Jesucristo.- Aquí estoy; a ti he venido, pues me llamaste. Tus lágrimas, y el deseo de tu alma, y tu humildad y la contrición de tu corazón, me han inclinado y traído a ti.

El Alma.- 5. Y respondí: Señor, yo te llamé y deseé gozar de ti, dispuesto a menospreciarlo todo por ti.
Porque tú primero me despertaste para que te buscase.
Seas, pues, bendito, Señor, que hiciste con tu siervo esta bondad según la muchedumbre de tu misericordia.
¿Qué tiene más que decir tu siervo delante de ti, sino humillarse mucho en tu acatamiento, acordándose siempre de su propia maldad y vileza?
Porque no hay semejante a ti en todas las maravillas del cielo y de la tierra.
Tus obras son perfectísimas; tus juicios, verdaderos, y por tu providencia se rige el universo.
Por eso, alabanza y gloria a ti, ¡oh sabiduría del Padre! Alábete y bendígate mi boca, mi alma y juntamente todo lo creado.