Contracorriente

~ Blog del P. Manuel Martínez Cano, mCR

Contracorriente

Archivos diarios: 2 abril, 2014

Quas Primas del papa Pío XI 5

02 miércoles Abr 2014

Posted by manuelmartinezcano in Magisterio, Uncategorized

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Sentido y eficacia de las festividades litúrgicas

Ahora bien, para que estos deseados beneficios se recojan con mayor abundancia y adquieran una mayor estabilidad en la sociedad cristiana, es de todo punto necesario la más amplia difusión posible del conocimiento de esta regia dignidad de nuestro Salvador. Para este fin no hay medio más eficaz que la creación de una festividad propia y peculiar de Cristo Rey. Porque para enseñar al pueblo las realidades de la fe y atraerle por medio de éstas a los goces interiores del espíritu, las fiestas anuales de los sagrados misterios tienen una eficacia mucho mayor que cualquier otra enseñanza, aun la más grave, del magisterio eclesiástico.pio_xi Porque estas enseñanzas son conocidas generalmente sólo por una minoría de fieles más instruídos que los demás; las fiestas litúrgicas, en cambio, impresionan e instruyen a todos los fieles; los documentos del magisterio hablan una sola vez; las fiestas de la liturgia, cada año y perpetuamente; las enseñanzas pontificias penetran en las inte1igencias; la liturgia, en la inteligencia y en el hombre entero. Porque, como el hombre es un compuesto de alma y cuerpo, debe quedar impresionado y movido por las solemnidades externas de los días festivos de tal manera que con la variada hermosura de los actos litúrgicos aprenda mejor las divinas enseñanzas y, convirtiéndolas en su propio jugo y sangre, obtenga un provecho mucho mayor en la vida espiritual.

Por otra parte, la historia demuestra que estas festividades·litúrgicas·fueron establecidas, sucesivamente, en el transcurso de los siglos, de acuerdo con las necesidades o conveniencias del pueblo cristiano, como, por ejemplo, cuando fué necesario robustecerlo frente a un peligro común, defenderlo contra los envolventes errores de la herejía, animarlo y encenderlo con mayor insistencia para que conociese y venerase con mayor devoción un determinado misterio de la fe o algún beneficio particular de la divina bondad. Por esto, desde los primeros siglos del cristianismo, cuando los fieles sufrían una durísima persecución, se iniciaron las conmemoraciones litúrgicas en honor de los mártires, para que, como dice San Agustín, “las festividades de los mártires fuesen al mismo tiempo exhortaciones al martirio” Y cuando más adelante se concedió a los santos confesores, vírgenes y viudas los honores litúrgicos, estos honores demostraron una eficacia maravillosa para reavivar en los fieles el amor a las virtudes, tan necesario aun en las épocas de paz. Y fueron sobre todo las fiestas instituídas en honor de la Santísima Virgen las que contribuyeron a que el pueblo cristiano no sólo rindiera un culto más religioso a la Madre de Dios, su poderosísima protectora, sino también a que aumentase el amor de los fieles hacia la Madre celestial que el Redentor les había otorgado como herencia. Entre los beneficios que hay que atribuir al culto público de la Virgen y de los santos, hay que enumerar también el hecho de que la Iglesia haya podido en todo tiempo rechazar victoriosamente la epidemia de los errores heréticos. En esta materia es forzoso admirar el designio de la divina Providencia, la cual, así como del mal suele derivar el bien, así también ha permitido a veces el enfriamiento de los pueblos en la fe y en la piedad, o las asechanzas de las doctrinas falsas contra la verdad católica, con el resultado final, sin embargo, de un nuevo esplendor para la verdad católica y un vigoroso renacer de la fe y de la piedad hacia muchos y muy altos ideales de santidad. Las fiestas incluidas en el año litúrgico durante los tiempos modernos han tenido el mismo origen y han producido idénticos frutos; y así, cuando sobrevino el enfriamiento en la reverencia y en el culto al Santísimo Sacramento, se instituyó la fiesta del Corpus Christi. para que con la solemnidad de las procesiones públicas y las oraciones prolongadas durante toda la octava siguiente se reavivase en los fieles la adoración pública del Señor. De la misma manera, la festividad del Sagrado Corazón de Jesús fué creada cuando la triste y helada severidad del jansenismo debilitó y enfrió a las almas alejándolas del amor de Dios y de la confianza en su salvación eterna.

 

La fiesta de Cristo Rey y el laicismo contemporáneo

Y si ahora ordenamos a todos los católicos del mundo el culto universal de Cristo Rey, remediaremos las necesidades de la época actual y ofreceremos una eficaz medicina para la enferrmedad que en nuestra época aqueja a la humanidad. Calificamos como enfermedad de nuestra época el llamado laicismo, sus errores y sus criminales propósitos; sabéis muy bien, venerables hermanos, que esta enfermedad no ha sido producto de un solo día, ha estado incubándose desde hace mucho tiempo en las entrañas mismas de la socicdad. Porque si comenzó negando el imperio de Cristo sobre todos los pueblos; se negó a la Iglesia el derecho que ésta tiene, fundado en el derecho del mismo Cristo, de enseñar al género humano, de promulgar leyes y de regir a los pueblos para conducirlos a la felicidad eterna. Después, poco a poco, la religión cristiana quedó equiparada con las demás religiones falsas e indignamente colocada a su rnismo nivel; a continuación la religión se ha visto entregada a la autoridad política y a la arbitraria voluntad de los reyes y de los gobernantes. No se detuvo aquí este proceso: ha habido hombres que han afirmado como necesaria la substitución de la religión cristiana por cierta religión natural y ciertos sentimientos naturales puramente humanos. Y mo han faltado Estados que han juzgado posible prescindir de Dios, y han identificado su religión con la impiedad y el desprecio de Dios. Los amargos frutos que con tanta frecuencia y durante tant< I tiempo ha producido este alejamiento de Cristo por parte de los individuos y de los Estados, han sido deplorados por Nos en nuestra encíclica Ubi arcano, y volvemos a lamentarlos también hoy: la siembra universal de los gérmenes ele la discordia; el incendio del odio y de las rivalidades entre los pueblos, que es aun hoy día, el gran obstáculo para el restablecimiento de la paz; la codicia desen frenada, disimulada frecuentemente con las apariencias del bien público y del amor de la patria, y que es al mismo tiempo fuente de luchas civiles y de un ciego y descontrolado egoísmo, que, atendiendo exelusivamente al provecho y a la comodidad particulares, se convierte en la medida universal de todas las cosas; la destrucción radical de la paz doméstica por el olvido y la relajación de los deberes familiares; la desaparición de la unión y de la estabilidad en el seno de las familias, y, finalmente, las agitaciones mortales que sacuden a la humanidad entera. Nos albergamos una gran esperanza de que la festividad anual de Cristo Rey, que en adelante se celebrará, acelerará felizmente el retorno de toda la hmanidad a nuestro amantísimo Salvador. Sería, sin duda alguna, misión propia de los católicos la preparación y el aceleramiento de este retorno por medio de una activa colaboración; sin embargo, son muchos los católicos que ni tienen en la convivencia social el puesto que les corresponde ni gozan de la autoridad que razonablemente deben tener los que alzan a la vista de todos la antorcha de la verdad. Esta desventaja podrá atribuirse tal vez a la apatía o a la timidez de los buenos, que se retiran de la lucha o resisten con excesiva debilidad; de donde se sigue como natural consecuencia que los enemigos de la Iglesia aumenten en su audacia temeraria. Pero si los fieles, en general, comprenden que es su deber militar con infatigable esfuerzo bajo las banderas de Cristo Rey, entonnces, inl1amados ya cn el fuego del apostolado, se consagrarán a llevar a Dios de nucvo los rebeldes e ignorantes y trabajarán por mantener incólumes los derechos del Señor.

Catecismo social de la Iglesia 54

02 miércoles Abr 2014

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17 -La conciencia de muchos les libera de toda normativa externa, y se apoyan en el dictamen de lo que ellos sienten.

-No basta invocar la conciencia ni el sentir subjetivo para legalizar y mucho menos legitimar hechos positivamente monstruosos. Esto será muy liberal, pero «Oiréis decir que es necesario dar a la propia vida un carácter de sinceridad, y por sinceridad se entiende conceder la propia libertad autónoma y personal a los impulsos de la propia animalidad, de la propia obsesión de placer sin superiores y lógicos frenos al propio mezquino egoísmo…

catecismo socialY oiréis, quizás, incluso en ambientes cristianos, polemizar contra la fidelidad tradicional tanto a la ley natural, de la que se contesta hasta la existencia, como al Magisterio de la Iglesia, cuando ésta se pronuncia en defensa de los derechos fundamentales y sagrados de la vida y de las costumbres que aún merecen el nombre de humanas y cristianas» (8· VIII-73).Y es que no se puede entender ni la conducta debida ni la orientación a nuestra existencia, arrancando el fundamento de la moral, que es Dios. Y quebrantar esta moral, es pecado. Pablo VI lo recordaba así: «¿Podemos, por ejemplo, excluir de nuestra mentalidad el sentido de pecado? No podemos, porque el pecado incide en nuestra relación con Dios. Es una de las verdades básicas de nuestra concepción ético-religiosa; todas nuestras acciones terminan, positiva o negativamente, en el orden querido por Dios para nosotros.

Sin embargo, la mentalidad radicalmente laica de nuestro tiempo anula la primera y más fundamental responsabilidad moral, negando u olvidando la referencia de nuestras acciones a la mirada de Dios, la referencia negativa especialmente; esto es, la ofensa hecha a Dios, que es el pecado. El cristiano no puede adscribirse a esta quiebra fundamental del sistema moral. Aquí está implicada toda la economía de la Redención» (8-VIII-73).

18 -En resumen, ¿Pablo VI defiende la indisolubilidad del matrimonio, la malignidad del divorcio y del aborto, resueltamente, sin admitir siquiera que cuando se termina el amor se termina el matrimonio?

-Indudablemente. Enseña Pablo VI: «Jesucristo quiso que fuese estable la unión y la restableció a su

primitiva condíción, fundada en la misma diferencia sexual. ¿NO HABEIS LEIDO QUE EL CREADOR, DESDE EL PRINCIPIO, LOS HIZO VARONY MUJER Y QUE DIJO: POR ESO DEJARA EL HOMBRE A SU PADRE Y A SU MADRE Y SE UNIRA A SU ESPOSA, Y LOS DOS SE HARAN UNA CARNE? PUES BIEN, LO QUE DIOS UNIO, NO LO SEPARE EL HOMBRE»

(Declaración de la Sagrada Congregación para la Doctrina de la Fe acerca de ciertas cuestiones de ética sexual, el 29 de diciembre de 1974). Y también Pablo VI subraya expresamente: «Han surgido de algunas corrientes modernas de pensamiento y también de las nuevas perspectivas abiertas por el Concilio, orientaciones que, exagerando a veces al valorar los bienes del amor conyugal y del perfeccionamiento personal, terminan por marginar si no incluso pasar por alto el bien fundamental de la prole, y por considerar el amor como elemento incluso jurídicamente tan importante

que se subordina a él la validez misma del vínculo matrimonial, dejando de este modo abierto el camino al divorcio sin límite alguno, como si cesando el amor (o más bien la originaria pasión amorosa) cesara también la validez del irrevocable pacto conyugal que procede de un libre y amoroso consentimiento».

Imitación de Cristo 60

02 miércoles Abr 2014

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Capítulo 23

De cuatro cosas que causan gran paz

Jesucristo.- 1. Hijo, ahora te enseñaré el camino de la paz y de la verdadera libertad.
El Alma.- Haz, Señor, lo que dices, que me alegro de oírlo.imitacion-de-cristo
Jesucristo.- Procura, hijo, hacer antes la voluntad de otro que la tuya.
Escoge siempre tener menos que más.
Busca siempre el lugar más bajo y estar sujeto a todos.
Desea siempre y ruega que se cumpla en ti enteramente la divina voluntad.
Así entrarás en los términos de la paz y descanso.

El Alma.- 2. Señor, este tu breve sermón mucha perfección contiene en sí.
Corto es en palabras, pero lleno de sentido y de copioso fruto.
Que si lo pudiese yo fielmente guardar no había de levantarse en mí la turbación tan fácilmente.
Porque cuantas veces me siento inquieto y agravado, hallo haberme apartado de esta doctrina.
Mas tú, que todo lo puedes y buscas siempre el provecho del alma, dame gracia más abundante para que pueda cumplir tu enseñanza y hacer lo que importa para mi salvación.

Oración

Contra los malos pensamientos

3. Señor, «Dios mío, no te alejes de mí; Dios mío, atiende a socorrerme» (Sal 70,12), pues se han levantado contra mí varios pensamientos y grandes temores que afligen mi alma.
¿Cómo saldré sin daño? ¿Cómo los desecharé?
«Yo -dice Dios- iré delante de ti y humillaré  a los soberbios de la tierra. Abriré las puertas» de la cárcel «y te revelaré los secretos de las cosas escondidas» (Is 45,2).
Haz, Señor, como lo dices, y huyan de tu presencia todos los malos pensamientos.
Esta es mi esperanza y único consuelo: acudir a ti en toda tribulación, confiar en ti, invocarte de veras y esperar pacientemente que me consueles.

Oración

Para pedir la luz interior

4. Alúmbrame, buen Jesús, con la claridad de la luz interior y quita de la morada de mi corazón toda tiniebla.
Refrena mis muchas distracciones y quebranta las tentaciones que me hacen violencia. Pelea fuertemente por mí y ahuyenta las malas bestias, que son los apetitos halagüeños, para «que se haga paz con tu poder» (Sal 121,7), y resuene la abundancia de tu alabanza en el santo palacio, esto es, en la conciencia limpia.
«Manda a los vientos y tempestades. Di al mar: Sosiégate», y al cierzo: «No soples», y habrá «gran bonanza» (Mc 4,39).
«Envía tu luz y tu verdad» (Sal 42,3) para que resplandezcan sobre la tierra, porque «tierra soy vana y vacía» (Gén 1,2) hasta que tú me alumbres.
Derrama de lo alto tu gracia; riega mi corazón con el rocío celestial; concédeme las aguas de la devoción para regar la superficie de la tierra porque produzca fruto bueno y perfecto.
Levanta el corazón oprimido por el peso de los pecados, y arrebata todo mi deseo a las cosas del cielo, para que, gustada la suavidad de la felicidad celestial, me sea enfadoso pensar en lo terreno.
Apártame y líbrame de la fugaz consolación de las criaturas, porque ninguna cosa creada basta para aquietar y consolar cumplidamente mi apetito.
Úneme a ti con el vínculo inseparable del amor, porque tú solo bastas al que te ama, y sin ti todas las cosas son despreciables.

La fe divina

02 miércoles Abr 2014

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1. IGLESIA Y REVELACIÓN DIVINA

El depósito sagrado de la fe contenida en la Tradición divina y en la Sagrada Escritura fue confiada por Jesús y los Apóstoles a la Iglesia. El Magisterio de la Iglesia no está por encima de la palabra de Dios, sino a su servicio, para enseñar íntegramente la fe divina.

Antes de escribirse los Evangelios, la Iglesia sirvió de fuente humana de certeza de la Revelación divina y de intérprete auténtica de su contenido. Fue la Iglesia quien reconoció los escritos posteriores como fieles transmisores de la verdad revelada por Dios y a la vez, rechazó otros escritos como apócrifos por falsear el mensaje de Cristo.

La Iglesia, por voluntad de Cristo e iluminada por el Espíritu Santo, es hoy el único depositario e intérprete auténtico de la Revelación divina. Por eso sería absurdo aceptar como verdadero lo revelado por Dios en la Biblia negando al mismo tiempo el Magisterio de la Iglesia, que es el fundamento del valor de la Sagrada Escritura como Revelación divina.

roma2. FE OBJETIVA

La fe puede ser objetiva y subjetiva.

Fe objetiva es el conjunto de verdades que Dios ha revelado y la Iglesia nos enseña. Estas verdades objetivas son: de fe divina, de fe divinocatólica y de fe católica.

Verdades de fe divina, son todas las verdades reveladas por Dios contenidas en la Sagrada Escritura y en la Tradición divina.

Verdades de fe divinocatólica, son las verdades reveladas por Dios en la Sagrada Escritura y la Tradición divina que la Iglesia ha declarado y definido como reveladas por Dios. Son las verdades dogmáticas o dogmas de fe.

Verdades de fe católica son las verdades que sin haber sido directamente reveladas por Dios, la Iglesia manda creerlas por la íntima conexión que tiene con las verdades reveladas.

Entre las verdades reveladas por Dios están los misterios, que son verdades reveladas por Dios que podemos conocer y concebir, pero que no podemos comprender por ser tan elevadas, tan profundas y tan inmensas que exceden a la capacidad de nuestro entendimiento. Como verdades reveladas por Dios, deben ser creídas sencilla y humildemente.

Los misterios de la fe son superiores al entendimiento humano, pero no contrarios a la razón; es decir, que no son absurdos.

3. MEDIO PARA CONOCER LA FE OBJETIVA

Regla de fe es la norma, o medio fácil y seguro que Dios nos ha dado para saber con certeza cuales son las verdades de fe, que debemos creer como reveladas por Dios.

La “Regla remota” de fe es todo lo revelado por Dios en la Sagrada Escritura y la Tradición divina.

La “Regla próxima de fe” es el Magisterio infalible de la Iglesia, porque así lo quiso Dios Nuestro Señor. Fácil y con toda seguridad sabemos cuales son las verdades de fe: basta creer lo que enseña la Iglesia.

La Iglesia enseña lo que el cristiano debe creer por su Magisterio extraordinario, en las solemnes definiciones “excátedra” del Sumo Pontífice y en los concilios ecuménicos dogmáticos.

La Iglesia enseña también por su Magisterio ordinario (encíclicas y otros documentos del Papa), y por el magisterio de los obispos dispersos por todo el mundo.

Alexis Carrell, Premio Nobel de Medicina, decía: “Yo creo todo aquello que la Iglesia Católica quiere que creamos. Y para esto no encuentro ninguna dificultad, porque no encuentro en la verdad de la Iglesia ninguna oposición con los datos seguros de la Ciencia. No soy lo suficientemente crédulo para ser incrédulo”.

4. FUNDAMENTO RACIONAL DE LA FE OBJETIVA

La fe objetiva tiene un sólido fundamento racional en la filosofía y en la historia; la fe no es una mitología.

La filosofía, con argumentos de razón, demuestra la existencia de Dios, como ser absolutamente necesario, como ya hemos estudiado.

La historia recoge la existencia de Jesucristo. Su vida, milagros y propia resurrección demuestran que Jesús es el Mesías prometido en el Antiguo Testamento, el Verbo encarnado, el Hijo de Dios hecho hombre.

La historia de la Iglesia, fundada por Jesús en Jerusalén y extendida por todo el mundo, demuestra con su vitalidad sobrenatural su fuerza expansiva, su admirable supervivencia, el magnífico testimonio de sus santos, mártires, confesores y vírgenes, que la fe es razonable.

Los motivos de credibilidad: milagros, profecías, historia de la Iglesia, divinidad de Jesucristo, nos confirman que la fe no es una mitología ni un instinto ciego del espíritu, sino que la fe tiene sólidos fundamentos racionales.

Volta, descubridor de las nociones básicas de la electricidad, ha dicho: “He estudiado y reflexionado mucho: Ahora yo veo a Dios en todo. Yo confieso la fe santa, apostólica, católica y romana. Doy gracias a Dios que me ha concedido esta fe, en la que tengo el firme propósito de vivir y morir”.

5. FE SUBJETIVA

Fe subjetiva es la virtud sobrenatural por la que creemos a Dios, que no puede engañarse ni engañarnos. La fe subjetiva es la adhesión personal del hombre a Dios.

La fe subjetiva es el acto de la inteligencia y de la voluntad, movidas por la gracia divina, que acepta una verdad de orden sobrenatural.

El acto de fe del hombre es un asentimiento de la inteligencia, voluntariamente aceptado, bajo el influjo de la gracia, con el que creemos y tenemos por verdadero lo que la Iglesia nos propone como revelado por Dios.

No es contrario ni a la libertad ni a la inteligencia del hombre confiar en Dios y creer las verdades que Él ha revelado, como dicen algunos; porque si creemos y confiamos en las personas, es mucho más lógico creer y confiar en Dios, que no puede engañarse ni engañarnos.

            “La certeza que da la luz divina es mayor que la que da la luz de la razón natural” (Santo Tomás de Aquino).

Los principales pecados contra la fe son: la infidelidad, la apostasía y la herejía.

6. CLASES DE FE SUBJETIVA

 La fe subjetiva se divide en fe habitual, actual, implícita, explícita, viva y muerta…

 Fe habitual es el hábito permanente y sobrenatural de creer del cristiano. Es la fe que recibimos en el bautismo y que se desarrolla con la gracia santificante y la formación cristiana durante toda la vida.

 Fe actual es el acto sobrenatural de adhesión personal del hombre a Dios, que el creyente adulto debe repetir frecuentemente en su vida.

 Fe implícita es aquella por la que el cristiano cree todas las verdades de fe, profesada en una fórmula general: “Creo cuanto Dios ha revelado”.

 Fe explícita es aquella por la que el cristiano cree cada una de las verdades reveladas, profesada en una fórmula particular: “Creo en el infierno”.

Fe viva es la del creyente que cree todo cuanto Dios ha revelado, vive en gracia de Dios y hace buenas obras.

Fe muerta es la del creyente que vive en pecado mortal.

7. PROPIEDADES DE LA FE SUBJETIVA

Para que la fe subjetiva sea auténtica, el acto de fe del creyente ha de ser: sobrenatural, libre, firme, universal y constante.

 La fe es sobrenatural si el asentimiento de nuestra mente a la Revelación divina se hace bajo el influjo de la gracia, apoyado en la autoridad de Dios, y no sólo por razonamientos racionales.

La fe es libre si la adhesión a Dios la hacemos con nuestra libre voluntad y no movidos por una necesidad interior de la voluntad, ni por una coacción exterior.

La fe es firme si el asentimiento a las verdades reveladas excluye toda duda o vacilación voluntaria y resiste y supera todas las tentaciones contra la fe.

La fe es universal si aceptamos todas las verdades reveladas por Dios, tal y como la Iglesia las enseña.

La fe es constante si el creyente da testimonio de ella y está dispuesto a sacrificar todo, hasta la propia vida, antes que negar o rechazar alguna verdad de fe.

            La fe es un don gratuito que Dios hace al hombre. Este don inestimable podemos perderlo. Ya San Pablo advertía a Timoteo: “Combate el buen combate conservando la fe y la conciencia recta; algunos por haberlas rechazado, naufragaron en la fe» (1 Tim. 1, 1819).

8. NECESIDAD DE LA FE

La fe es absolutamente necesaria para salvarse. El Señor Jesús lo manifestó con estas firmísimas palabras: “El que crea y sea bautizado, se salvará, el que no crea se condenará” (Mc. 16,16).

“La fe es el comienzo de la salvación del hombre, el fundamento y raíz de toda justificación, sin la cual es imposible agradar a Dios” (Concilio de Trento; D. 801).

La fe sola no salva al creyente. Es necesario que a la fe acompañen la gracia santificante y las buenas obras. Se necesita la fe viva, “la fe que actúa por la caridad” (Gal. 5,6), porque la fe sin la gracia y las buenas obras “es una fe muerta”, como dice el apóstol Santiago: “Ya veis cómo el hombre es justificado por las obras y no por la fe solamente” (Sant. 2,24).

“La fe es un gusto anticipado del conocimiento que nos hará bienaventurados en la vida futura”. (Santo Tomás de Aquino).

Obispo Ciudad Rodrigo post mortem Francisco Franco

02 miércoles Abr 2014

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El Boletín Oficial del Obispado reproduce el testamento espi­ritual de Francisco Franco, introduciéndolo con estas palabras: «Las moniciones introductorias a la misa y a las lecturas recor­daron a todos el testimonio de servicio y de cristianismo pro­fundo, condensado en las palabras de Franco despidiéndose de los españoles. Queremos que figuren textualmente en esta cró­nica, porque consideramos (y todos lo han considerado así) que encierran un ejemplo de cristiano, de padre, de español y de go­bernante para las generaciones futuras» (Pág. 620, núm. del 1 dic. 1975).

Franco-03«España entera está de luto, porque ha perdido a un valeroso soldado, que supo no sólo ganar una guerra, sino forjar la paz y hacer posible la convivencia entre los españoles; ha perdido un ejemplar gobernante y estadista, que logró para nuestro pue­blo metas de prosperidad y bienestar material nunca alcanza­das, y un ferviente cristiano que hizo de su vida un constante servicio de entrega y de fidelidad a Dios y a la Patria. Por todo ello merece nuestro entrañable afecto, nuestro reconocimiento sincero y ahora y siempre nuestra gratitud». (…).

«Nos consta que el Generalísimo Franco oía muy frecuente­mente la misa y se alimentaba con la sagrada comunión, de don­de sacaba fuerzas y energías para poder cumplir fielmente sus deberes de hombre de Estado».

 

(Homilía: Boletín citado, págs. 621-622.)

La crónica del Boletín sigue diciendo: «Es posible que el mo­mento de la muerte haya engrandecido la figura excepcional de Franco, que haya sido la ocasión de testimoniar ante el mundo entero el afecto y el agradecimiento del pueblo español, que haya sido para muchos una sorpresa el contemplar cuánto se le quería. Pero lo que la televisión y los medios informativos han transmitido es sólo una muestra de la reacción de los españoles ante la muerte del Caudillo… Fueron todos los pueblos de la geografía española los que respondieron de la misma manera…».

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"Si el Señor no edifica la casa, en vano trabajan los que la construyen. (Salmo 127, 1)"

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"Id al mundo entro y proclamad el Evangelio a toda la creación. El que crea y sea bautizado se salvará; el que no crea será condenado" Marcos 16, 15-16.

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