17 -La conciencia de muchos les libera de toda normativa externa, y se apoyan en el dictamen de lo que ellos sienten.

-No basta invocar la conciencia ni el sentir subjetivo para legalizar y mucho menos legitimar hechos positivamente monstruosos. Esto será muy liberal, pero «Oiréis decir que es necesario dar a la propia vida un carácter de sinceridad, y por sinceridad se entiende conceder la propia libertad autónoma y personal a los impulsos de la propia animalidad, de la propia obsesión de placer sin superiores y lógicos frenos al propio mezquino egoísmo…

catecismo socialY oiréis, quizás, incluso en ambientes cristianos, polemizar contra la fidelidad tradicional tanto a la ley natural, de la que se contesta hasta la existencia, como al Magisterio de la Iglesia, cuando ésta se pronuncia en defensa de los derechos fundamentales y sagrados de la vida y de las costumbres que aún merecen el nombre de humanas y cristianas» (8· VIII-73).Y es que no se puede entender ni la conducta debida ni la orientación a nuestra existencia, arrancando el fundamento de la moral, que es Dios. Y quebrantar esta moral, es pecado. Pablo VI lo recordaba así: «¿Podemos, por ejemplo, excluir de nuestra mentalidad el sentido de pecado? No podemos, porque el pecado incide en nuestra relación con Dios. Es una de las verdades básicas de nuestra concepción ético-religiosa; todas nuestras acciones terminan, positiva o negativamente, en el orden querido por Dios para nosotros.

Sin embargo, la mentalidad radicalmente laica de nuestro tiempo anula la primera y más fundamental responsabilidad moral, negando u olvidando la referencia de nuestras acciones a la mirada de Dios, la referencia negativa especialmente; esto es, la ofensa hecha a Dios, que es el pecado. El cristiano no puede adscribirse a esta quiebra fundamental del sistema moral. Aquí está implicada toda la economía de la Redención» (8-VIII-73).

18 -En resumen, ¿Pablo VI defiende la indisolubilidad del matrimonio, la malignidad del divorcio y del aborto, resueltamente, sin admitir siquiera que cuando se termina el amor se termina el matrimonio?

-Indudablemente. Enseña Pablo VI: «Jesucristo quiso que fuese estable la unión y la restableció a su

primitiva condíción, fundada en la misma diferencia sexual. ¿NO HABEIS LEIDO QUE EL CREADOR, DESDE EL PRINCIPIO, LOS HIZO VARONY MUJER Y QUE DIJO: POR ESO DEJARA EL HOMBRE A SU PADRE Y A SU MADRE Y SE UNIRA A SU ESPOSA, Y LOS DOS SE HARAN UNA CARNE? PUES BIEN, LO QUE DIOS UNIO, NO LO SEPARE EL HOMBRE»

(Declaración de la Sagrada Congregación para la Doctrina de la Fe acerca de ciertas cuestiones de ética sexual, el 29 de diciembre de 1974). Y también Pablo VI subraya expresamente: «Han surgido de algunas corrientes modernas de pensamiento y también de las nuevas perspectivas abiertas por el Concilio, orientaciones que, exagerando a veces al valorar los bienes del amor conyugal y del perfeccionamiento personal, terminan por marginar si no incluso pasar por alto el bien fundamental de la prole, y por considerar el amor como elemento incluso jurídicamente tan importante

que se subordina a él la validez misma del vínculo matrimonial, dejando de este modo abierto el camino al divorcio sin límite alguno, como si cesando el amor (o más bien la originaria pasión amorosa) cesara también la validez del irrevocable pacto conyugal que procede de un libre y amoroso consentimiento».