papa_francisco_noticia_getty_1205El Santo Padre Francisco les ha dicho a los mafiosos que, si no se convierten, irán al infierno. Lo aprendimos de niños en el catecismo: van al infierno los que mueren en pecado mortal. Para salvarse es necesario amar a Dios, no ofenderle con el pecado. La pena más insoportable del infierno es la eterna separación de Dios. Dios no predestina a nadie al infierno; se condena el que persiste en pecado hasta la hora de su muerte. Dios quiere que “nadie perezca, sino que todos vengan a penitencia” (2P.3, 9)

Nuestro Señor Jesucristo habla varias veces del infierno y del fuego del infierno: “¡Alejaos de mi, malditos al fuego eterno” (Mt.25, 41). Y el Concilio Vaticano ll nos recuerda que: “Como no sabemos ni el día ni la hora, es necesario, según el consejo del Señor, estar continuamente en vela. Así terminada la única carrera que es nuestra vida en la tierra, mereceremos entrar con Él en la boda y ser contados entre los santos y no nos mandarán ir, como siervos malos y perezosos, al fuego eterno, a las tinieblas exteriores, donde “habrá llanto y rechinar de dientes” (L G48)

El ángel le dijo a san José: “La Virgen dará a luz un hijo, a quien pondrás de nombre Jesús, porque salvará a un pueblo de sus pecados” (M 1,21). Nos salva Jesús con su pasión, muerte y resurrección. Jesús nos salva, pero tenemos que colaborar con Él y con las gracias que nos concede la Santísima Trinidad, que nos ha creado y nos conserva en vida, para alabarle darle gracias y servirle. La mayor gloria que podemos dar a Dios es salvar nuestra alma.

Jesús nos dice que para entrar en el reino de los cielos hemos de hacernos como niños, inocentes, puros de corazón, sencillos, alegres… Sí, Cristo “dará a cada uno según sus obras” (Mt.16, 27). El P. Roothann escribe: “Si no salvamos nuestra alma, sin duda alguna que la perdemos: perder el alma es condenarse para siempre. No hay medio, nada hay en que te puedas apoyar, entre o salvar tu alma o condenarte”. El Señor nos pregunta: “¿De qué te sirve ganar el mundo si pierdes tu alma?”

¿Condenación o salvación? Cristo dice que el camino de la salvación es estrecho y que pocos pasan por él. Hagamos caso al Papa Francisco: convirtámonos, y nos salvaremos. Que María santísima nos proteja a todos.

                                                                                                                          P. Manuel Martínez Cano, mCR