El Boletín Oficial del Obispado reproduce el testamento espiritual de Francisco Franco, introduciéndolo con estas palabras: «Las moniciones introductorias a la misa y a las lecturas recordaron a todos el testimonio de servicio y de cristianismo profundo, condensado en las palabras de Franco despidiéndose de los españoles. Queremos que figuren textualmente en esta crónica, porque consideramos (y todos lo han considerado así) que encierran un ejemplo de cristiano, de padre, de español y de gobernante para las generaciones futuras» (Pág. 620, núm. del 1 dic. 1975).
«España entera está de luto, porque ha perdido a un valeroso soldado, que supo no sólo ganar una guerra, sino forjar la paz y hacer posible la convivencia entre los españoles; ha perdido un ejemplar gobernante y estadista, que logró para nuestro pueblo metas de prosperidad y bienestar material nunca alcanzadas, y un ferviente cristiano que hizo de su vida un constante servicio de entrega y de fidelidad a Dios y a la Patria. Por todo ello merece nuestro entrañable afecto, nuestro reconocimiento sincero y ahora y siempre nuestra gratitud». (…).
«Nos consta que el Generalísimo Franco oía muy frecuentemente la misa y se alimentaba con la sagrada comunión, de donde sacaba fuerzas y energías para poder cumplir fielmente sus deberes de hombre de Estado».
(Homilía: Boletín citado, págs. 621-622.)
La crónica del Boletín sigue diciendo: «Es posible que el momento de la muerte haya engrandecido la figura excepcional de Franco, que haya sido la ocasión de testimoniar ante el mundo entero el afecto y el agradecimiento del pueblo español, que haya sido para muchos una sorpresa el contemplar cuánto se le quería. Pero lo que la televisión y los medios informativos han transmitido es sólo una muestra de la reacción de los españoles ante la muerte del Caudillo… Fueron todos los pueblos de la geografía española los que respondieron de la misma manera…».
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