Contracorriente

~ Blog del P. Manuel Martínez Cano, mCR

Contracorriente

Archivos diarios: 16 abril, 2014

Quas Primas del papa Pío XI 7

16 miércoles Abr 2014

Posted by manuelmartinezcano in Magisterio, Uncategorized

≈ Deja un comentario

IV Utilidad de esta fiesta

Antes de terminar esta encíclica, venerables hermanos, queremos indicar brevemente los bienes que para la Iglesia, los Estados y cada uno de los fieles esperamos de este culto público a Cristo Rey.

pio_xiEn efecto, el solemne culto litúrgico tributado a la soberanía real de Jesucristo hará recordar necesariamente a los hombres que la Iglesia, como sociedad perfecta instituida por Cristo, exige, por derecho propio e irrenunciable, la plena libertad e independencia del poder civil, y que en el cumplimiento de la misión que Dios le ha encomendado, de enseñar, gobernar y conducir a la eterna felicidad a todos los miembros del Reino de Cristo, no puede depender de voluntad ajena alguna. Y no sólo esto: el Estado debe asimismo conceder idéntica libertad a las Órdenes y Congregaciones religiosas de ambos sexos, las cuales son valiosos auxiliares de los pastores de la Iglesia y excelentes cooperadores en el establecimiento y propagación del reino de Cristo, ya combatiendo con la observancia de los tres votos religiosos la triple concupiscencia del mundo, ya profesando una vida de mayor perfección, en virtud de la cual la santidad que el divino Fundador de la Iglesia dio a ésta como nota característica brilla con un creciente y continuo esplendor ante la vista de toda la humanidad.

La celebración anual de esta fiesta recordará también a los Estados que el deber del culto público y de la obediencia a Cristo no se limita a los particulares, sino que se extiende también a las autoridades públicas y a los gobernantes; a todos los cuales amonestará con el pensamiento del juicio final, cuando Cristo, vengará terriblemente no sólo el destierro que haya sufrido de la vida púbica, sino también el desprecio que se le haya inferido por ignorancia o malicia. Porque la realeza de Cristo exige que todo el Estado se ajuste a los mandamientos divinos y a los principios cristianos en la albor legislativa, en la administración de la justicia y, finalmente, en la formación de las almas juveniles en la sana doctrina y en la rectitud de costumbres.

Es, además, maravillosa la fuerza y la virtud que de la meditación de estas cosas podrán sacar los fieles para modelar su espíritu según las verdaderas normas de la vida cristiana.

Porque si a Cristo nuestro Señor le ha sido dado todo poder en el cielo y en la tierra; si los hombres, por haber sido redimidos con su sangre, están sujetos por un nuevo título a su autoridad; si, en fin, esta potestad abraza a toda la naturaleza humana, claramente se ve que no hay en nosotros ninguna facultad que se sustraiga a tan alta soberanía. Es, pues, necesario que Cristo reine en la inteligencia del hombre, la cual, con perfecto acatamiento, ha de asentir firme y constantemente a las verdades reveladas y a la doctrina de Cristo; es necesario que reine en la voluntad, la cual ha de obedecer a las leyes y preceptos divinos; es necesario que reine en el corazón, el cual, posponiendo los efectos naturales, ha de amar a Dios sobre todas las cosas, y sólo a El estar unido; es necesario que reine en el cuerpo y en sus miembros, que como instrumentos, o en frase del apóstol San Pablo, como armas de justicia para Dios(35), deben servir para la interna santificación del alma. Todo lo cual, si se propone a la meditación y profunda consideración de los fieles, no hay duda que éstos se inclinarán más fácilmente a la perfección.

Haga el Señor, venerables hermanos, que todos cuantos se hallan fuera de su reino deseen y reciban el suave yugo de Cristo; que todos cuantos por su misericordia somos ya sus súbditos e hijos llevemos este yugo no de mala gana, sino con gusto, con amor y santidad, y que nuestra vida, conformada siempre a las leyes del reino divino, sea rica en hermosos y abundantes frutos; para que, siendo considerados por Cristo como siervos buenos y fieles, lleguemos a ser con El participantes del reino celestial, de su eterna felicidad y gloria.

Estos deseos que Nos formulamos para la fiesta de la Navidad de nuestro Señor Jesucristo, sean para vosotros, venerables hermanos, prueba de nuestro paternal afecto; y recibid la bendición apostólica, que en prenda de los divinos favores os damos de todo corazón, a vosotros, venerables hermanos, y a todo vuestro clero y pueblo.

Dado en Roma, junto a San Pedro, el 11 de diciembre de 1925, año cuarto de nuestro pontificado.

Catecismo social de la Iglesia 56

16 miércoles Abr 2014

Posted by manuelmartinezcano in Uncategorized

≈ Deja un comentario

IX. PLANIFICACIÓN FAMILIAR Y EXPLOSIÓN DEMOGRÁFICA

1- ¿Qué se entiende por paternidad responsable?

-Desde luego no es ninguna licencia para impedir la procreación con procedimientos inmorales, como son el aborto y el uso de los protestágenos, o métodos artificiales en contra de lo que es propio de la naturaleza.

catecismo socialLa paternidad responsable no es un cálculo económico, ni cómodo, ni renuncia de la abnegación y del sacrificio. Significamos por paternidad responsable que los cónyuges han de querer y pensar el hijo con amor. Habla así el Concilio Vaticano 11: «Dios, Señor de la vida, ha confiado a los hombres la insigne misión de proteger la vida, que se ha de llevar a cabo de un modo digno del hombre. Por ello, la vida ya concebida ha de ser salvaguardada con extremados cuidados; el aborto y el infanticidio son crímenes abominables. La índole sexual del hombre y la facultad generativa humana superan admirablemente lo que de esto existe en los grados inferiores de vida; por tanto, los actos mismos propios de la vida conyugal, ordenados según la verdadera dignidad humana, merecen un máximo respeto. Al tratar de conjugar el amor conyugal con la responsable transmisión de la vida, la índole moral de la conducta no depende solamente de la sincera intención y apreciación de los motivos, sino de criterios objetivos, tomados de la naturaleza de la persona y de sus actos, que guardan íntegro el sentido de la mutua entrega y de la humana procreación, entretejidos con el amor verdadero; eso es imposible sin cultivar la virtud de la castidad conyugal sinceramente. No es lícito a los hijos de la Iglesia, fundados en estos principios, ir por caminos que el Magisterio, al explicar la ley divina, reprueba, sobre la regulación de la natalidad» (Constitución sobre la Iglesia en el mundo actual», 51).

2- ¿Cuáles son los medios ilícitos para la regulación?

-Sumariamente resumiremos lo que Pablo VI nos enseña en la «Humanae Vitae»: «Hay que excluir absolutamente, como vía lícita para la regulación de los nacimientos, la interrupción directa del proceso generador ya iniciado, y sobre todo el aborto, directamente querido y procurado, aunque sea por razones terapéuticas.

Hay que excluir igualmente, como el magisterio de la Iglesia ha declarado muchas veces, la esterilización directa, perpetua o temporal, tanto del hombre como de la mujer; queda además excluida toda acción que, o en previsión del acto conyugal, o en su realización, o en el desarrollo de sus consecuencias naturales, se proponga, como fin o como medio, hacer imposible la procreación. Tampoco se pueden invocar como razones válidas para justificar los actos conyugales intencionalmente infecundos, el mal menor o el hecho de que tales actos constituirían un todo con los actos fecundos anteriores o que seguirán después, y que por tanto compartirían la única e idéntica bondad moral.

En verdad si es lícito alguna vez tolerar un mal moral menor a fin de evitar un mal mayor o de promover un bien más grande, no es lícito, ni aun por razones gravísimas, hacer el mal para conseguir el bien, es decir, hacer objeto de un acto positivo de voluntad lo que es intrínsecamente desordenado y por lo mismo indigno de la persona humana, aunque con ello se quisiese salvaguardar o promover el bien individual, familiar o social. Es, por tanto, un error pensar que un acto conyugal, hecho voluntariamente infecundo y por esto intrínsecamente deshonesto, pueda ser cohonestado por el conjunto de una vida conyugal fecunda».

3- Así, ¿nunca es lícito utilizar medios terapéuticos?

-El Papa Pablo VI, en la «Humanae Vitae» recuerda lo que la Iglesia enseña: «La Iglesia, en cambio, no entiende de ningún modo ilícito el uso de los medios terapéuticos verdaderamente necesarios para curar enfermedades del organismo, a pesar de que se siguiese un impedimento, aun previsto, para la procreación, con tal de que ese impedimento no sea, por cualquier motivo, directamente querido» (15).

4- ¿ Se puede recurrir a los períodos infecundos?

-Esta es la respuesta del Papa: «Si para espaciar los nacimientos existen serios motivos, derivados de las condiciones físicas o psicológicas de los cónyuges, o de circunstancias exteriores, la Iglesia enseña que entonces es lícito tener en cuenta los ritmos naturales inmanentes a las funciones generadoras para usar del matrimonio sólo en los períodos infecundos y así regular la natalidad sin ofender los principios morales que acabamos de recordar» (Humanae vitae», 16).

5- Parece contradictorio admitir los períodos infecundos y en cambio resistirse a otros sistemas de contraconcepción.

-No, no hay contradicción. El mismo Papa lo aclara: «La Iglesia es coherente consigo misma cuando juzga lícito el recurso a los períodos infecundos, mientras condena siempre como ilícito el uso de medios directamente contrarios a la fecundación, aunque se haga por razones aparentemente honestas y serias. En realidad, entre ambos casos existe una diferencia esencial; en el primero los cónyuges se sirven legítimamente de una disposición natural; en el segundo impiden el desarrollo de los procesos naturales.

Es verdad que, tanto en uno como en otro caso, los cónyuges están de acuerdo en la voluntad positiva de evitar la prole por razones plausibles, buscando la seguridad de que no se seguirá; pero es igualmente verdad que solamente en el primer caso renuncian conscientemente al uso del matrimonio en los períodos fecundos cuando por justos motivos la procreación no es deseable, y hacen uso después en los períodos agenésicos para manifestarse el afecto y para salvaguardar la mutua fidelidad» (Humanae vitae», 16).

Imitación de Cristo 62

16 miércoles Abr 2014

Posted by manuelmartinezcano in Uncategorized

≈ Deja un comentario

Capítulo 25

En qué consiste la paz firme del corazón
y el verdadero aprovechamiento

Jesucristo.- 1. Hijo, yo dije: «La paz os dejo, mi paz os doy; no la doy como la da el mundo» (Jn 14,27).
Todos desean la paz, mas no todos tienen cuidado de las cosas que pertenecen a la verdadera paz.
Mi paz está con los humildes y mansos de corazón. Tu paz la hallarás en la mucha paciencia.
Si me oyeres y siguieres mi voz, podrás gozar de mucha paz.jesus

El Alma.- 2. ¿Pues qué haré?
Jesucristo.- Mira en todas las cosas lo que haces y lo que dices, y dirige toda tu intención al fin de agradarme a mí solo, y no desees ni busques nada fuera de mí.
Ni juzgues temerariamente de los hechos o dichos ajenos, ni te entremetas en lo que no te han encomendado; con esto podrá ser que poco a poco te turbes.
Porque el no sentir alguna tribulación ni sufrir alguna falta de corazón o de cuerpo no es de este siglo, sino propio del eterno descanso.
No juzgues, pues, haber hallado la verdadera paz porque no sientas alguna pesadumbre; ni que ya es todo bueno porque no tengas ningún adversario; ni que está la perfección en que todo te suceda según tú quieres.
Ni entonces te reputes por grande o especialmente amado, cuando tengas gran devoción o dulzura, porque en estas cosas no se conoce el verdadero amador de la virtud, ni consiste en ellas el aprovechamiento y perfección del hombre.

El Alma.- 3. ¿Pues, en qué consiste, Señor?
Jesucristo.– En ofrecerte de todo tu corazón a la divina voluntad, no buscando tu interés en lo poco ni en lo mucho, en lo temporal ni en lo eterno.
De manera que con rostro igual, des gracias a Dios en las cosas prósperas y adversas, pesándolo todo con un mismo peso.
Si fueres tan fuerte y firme en la esperanza que, quitándote la consolación interior, aún esté dispuesto tu corazón para padecer mayores trabajos, y no te justificares diciendo que no debieras padecer tales ni tantas cosas, sino que me tuvieres por justo y alabares por santo en todo lo que yo ordenare, entonces andas en el recto y verdadero camino de la paz y podrás tener esperanza cierta de ver nuevamente mi rostro con júbilo.
Y si llegares al perfecto menosprecio de ti mismo, sábete que entonces gozarás de abundancia de paz, cuanto cabe en este destierro.

Verdad, unidad, humildad

16 miércoles Abr 2014

Posted by manuelmartinezcano in Uncategorized

≈ Deja un comentario

Consideramos la otra semana un alegato contra la profesión de las verdades de la fe, en nombre de la vida; otros se hacen en nombre de la humildad y de la unidad.

En nombre de la humildad: «No está bien presumir de poseer la verdad»; «nadie posee la verdad entera; sería una falsa seguridad»…

guerra camposPero la adhesión a las verdades de la fe, cuando es auténtica, es una obediencia humilde, una aceptación de la revelación de Cristo con la actitud de quien recibe un don de Dios. No presumimos de nuestra verdad.

Cuando presentamos la verdad a los demás, no les invitamos a que reconozcan nuestra superioridad mental; sencillamente, les señalamos la presencia de ese don; que a todos se ofrece y que todos debemos acoger con humildad gozosa. Mostrar con solicitud la verdad y estimular a su reconocimiento no es atacar la libertad, es favorecerla, fomentando su movimiento hacia el bien, sin ninguna coacción, sin trabar para nada la iniciativa creadora en el ancho campo de lo opinable, y, además, compatible con la comprensión respetuosa hacia quienes buscan de buena fe.

Se habla mucho, incluso entre los creyentes, del riesgo y la aventura de la fe, como si el paso a la fe fuese a manera de un salto desde un lugar tranquilo y luminoso a una zona de oscuridad y de vacío. Es lo contrario: desde la desorientación y la inseguridad, entre las sombras, en la misma noche, descubrimos una luz que nos guía, que nos permite vislumbrar lo que de verdad somos y podemos esperar. La Carta a los hebreos dice que «la fe es una garantía -una firme seguridad- de lo que esperamos». Y el apóstol San Pedro, por su parte, explica que la fe es como «una lámpara que luce en lugar tenebroso, hasta que luzca el día y el lucero se levante en nuestros corazones». No es mediodía, pero es mucho más que la noche cerrada.

Cierto que la fe no aclara todos los enigmas y contingencias del camino; no nos resuelve los problemas multiformes ni elimina los riesgos de la vida temporal. Pero ya desde ahora nos orienta, en la confianza de que todo es para nuestro bien. Y esta confianza no avala ningún adormecimiento, porque es exigente y comprometedora. La seguridad de la fe se funda en Dios. Por nuestra parte, debe continuar un humilde temblor a la vista de nuestras flaquezas e infidelidades.

¿Acaso el amor a la unidad entre todos los hombres recomienda que sacrifiquemos las diferencias de pensamiento, para reducirnos todos a un mínimo, que sea como un común denominador?

Evidentemente, para convivir y para cooperar es necesario aprovechar un mínimo de coincidencias máximas. (Incluso, dentro de la coincidencia en lo grande o fundamental, hay que respetar las modalidades diferentes).

Pero la convivencia no puede persistir y desarrollarse sin robustecer la unidad. Y el camino a la unidad es una ascensión, apuntando desde el mínimo hacia lo que constituye de verdad el ser y el sentido del hombre. Si nos rebajásemos hasta el nivel de cualquier idea acerca del hombre, ¡no podríamos amar al hombre! Hay ideas en nombre de las cuales no se puede amar al hombre. Si podemos y debemos amar a todo hombre -incluso al enemigo- es desde una visión superior a las ideas de algunos.

Hablando de la cooperación social -de la construcción de este mundo, a la que todos tienen que arrimar su hombro-, Pablo VI ha dicho hace bien poco que la verdad no es indiferente para la acción: porque toda acción lleva implícita una idea del hombre; si ésta no es adecuada, la acción puede llegar a ser nociva y hasta inhumana. De ahí que los cristianos, según el Pontífice, no deban implicarse indiscriminadamente en cooperaciones con sistemas cuya ideología contradice a la fe.

No es posible llegar a la unidad renunciando a la verdad, con el pretexto de que no todos la comparten. Sería ir hacia abajo (como si nos nivelásemos todos, por ejemplo, en la ignorancia); por esa dirección se va a parar fatalmente a la estrechez visual o al egoísmo, que son factores de división. Si se parte de un mínimo, es para ascender hacia el vértice, donde las líneas convergen.

Por eso, la Iglesia se siente obligada a compartir el mínimo, pero sin dejar de ofrecer el don de Dios. Ella suscita una tensión hacia arriba, hacia el Evangelio, ensanchando el horizonte, encuadrando e integrando «las perspectivas parciales en una armonía superior, en una auténtica mirada de conjunto. Porque ella es -como dice el Concilio Vaticano II- sacramento de Cristo» (señal viva de su presencia); y sólo así puede ser -como añade el mismo Concilio- «sacramento y germen de la unidad de todo el género humano».

Lo cual significa que es absurdo pretender la unidad por medio de la indiferencia afectuosa o de las transacciones frívolas. La unidad será fruto del amor: amor del verdadero bien del hombre, que fluye del amor de Dios (la caridad); por tanto, se funda en la fidelidad. Sacrificar la verdad «por amor» es una contradicción: no hay amor al hombre sin amor a la verdad.

Pablo VI ha dicho no hace mucho tiempo: «No menoscabar en nada la saludable doctrina de Cristo es una forma de caridad eminente hacia las almas».

Jesús ha afirmado: «La verdad os hará libres». No es lícito renunciar a la confesión de Cristo por complacer a los hombres. Jesús es «signo de contradicción». Pero Él mismo ha advertido que el que se niegue a confesarle delante de los hombres será negado por Él delante de su Padre. Unirse a costa de Él es insensato: Él ha venido a «separar al hombre de los suyos»; «el que ama al padre o a la madre más que a mí, no es digno de mí».

San Juan, el apóstol máximo del amor fraterno -tanto que llegó a decir: «El que dice que ama a Dios a quien no ve, y no ama al hermano a quien ve, es un mentiroso»-, afirma que este amor al hombre está enraizado en el amor de Dios, que se nos manifestó dándonos a su único Hijo. Por tanto, este amor fraterno es inseparable de la confesión de la realidad y doctrina de Jesucristo. Para el apóstol es lo mismo «andar en la caridad» que «andar en la verdad».

(Estoy entreviendo que alguno, al oír hablar de la unidad por la verdad, traerá a la memoria las múltiples discrepancias y confusiones que cree advertir en el seno mismo de la Iglesia. Quizá esté a punto de pronunciar una expresión tempestuosa: Asamblea conjunta.)

Quisiera dejar en alto unas palabras maravillosas de Pablo VI, en la exhortación dirigida a todos los obispos del mundo, al conmemorarse el quinto aniversario del Concilio, para que prediquen la fe pura e íntegra: «Sepamos caminar fraternalmente con todos los que, privados de esa luz que nosotros gozamos, tratan de llegar a la casa paterna a través de la niebla de la duda. Pero si nosotros compartimos sus angustias, que sea para tratar de curarlas. Si les presentamos a Jesucristo, que sea el Hijo de Dios «hecho hombre para salvarnos y hacernos participar de su vida, y no una figura totalmente humana, por maravillosa y atrayente que sea».

(8 de mayo de 1972.)

José Guerra Campos , obispo

Contemplativos

16 miércoles Abr 2014

Posted by manuelmartinezcano in P. Manuel Martínez Cano, Uncategorized

≈ Deja un comentario

La vida contemplativa es un tesoro de la Iglesia que salta hasta la vida eterna. Los monjes y las monjas son absolutamente necesarios en la vida de la Iglesia. El beato Juan XXIII dijo que la vida contemplativa “constituye una de las estructuras fundamentales de la Santa Iglesia. Está presente en todas las etapas de su historia dos veces milenaria.” El Decreto sobre las Misiones del concilio vaticano ll dice: “La vida contemplativa pertenece a la plenitud de presencia de la Iglesia. Por ello es necesario establecerla en todas las Iglesias nuevas”

Todos los cristianos podemos ser contemplativos, pues la gran doctora de la Iglesia, santa Tpalbaeresa de Jesús dice que “Dios anda entre los pucheros”, y la contemplación es darnos cuenta de la presencia de Dios y tratarlo con amor. Podemos vivir la presencia de Dios intermitentemente durante nuestras obligaciones de estado o laborables. El Señor suple nuestras debilidades y miserias. La contemplación no requiere una actividad teórica, puede darse en la vida cotidiana y ordinaria.

Contemplar es vivir en la presencia de Cristo en este valle de lágrimas, sabiendo que somos ciudadanos del cielo: “buenos ciudadanos del cielo” (Fip.3, 20) “Pensad en las cosas de arriba, no en las de la tierra” (Col 3,1-3)

El padre José María Alba decía: “No se teme nada cuando se vive en la contemplación”. “Si no se es contemplativo nunca se olvida de uno mismo”. “Hay que vivir siempre de la misericordia de Dios”

Los contemplativos nos enseñan el camino que va al cielo. Al volver de un viaje a Roma, donde fue a pedirle al Papa permiso para entrar en el Carmelo antes de la edad permitida, Santa Teresita del Niño Jesús se embelesaba contemplando los maravillosos paisajes de la Costa Azul. Más tarde dijo: “Los veía desaparecer sin pena. El objeto de mis deseos eran las bellezas del cielo, y para hacérselas ganar a las almas deseaba convertirme en una prisionera”

Prisioneros, esclavos del Señor, para salvar almas como la Madre de los contemplativos María Santísima.

 

 P. Manuel Martínez Cano, mCR

← Entradas anteriores
abril 2014
L M X J V S D
 123456
78910111213
14151617181920
21222324252627
282930  
« Mar   May »

Introduce tu dirección de correo electrónico para seguir este Blog y recibir las notificaciones de las nuevas publicaciones en tu buzón de correo electrónico.

Unión Seglar de San Antonio María Claret

P. José María Alba Cereceda, S.I.

palba2

Archivos

Categorías

  • Artículos (1.171)
  • Artículos – Contracorriente (919)
  • Carta Dominical (118)
  • Chispicas (266)
  • Cosicas (108)
  • De Hispanoamérica (1)
  • Dominicas (266)
  • El Coladero (1)
  • El nacimiento de la España moderna (75)
  • Francisco franco (176)
  • Guerra Campos (286)
  • Hemos leído (99)
  • Hispanoamérica. La verdad (192)
  • Historia de España (57)
  • Hitos (175)
  • Imagén – Contracorriente (132)
  • La Iglesia vive de la Eucaristia (22)
  • La voz de los santos (154)
  • Magisterio (38)
  • Meditaciones de la Virgen (174)
  • Mensajes de fe (214)
  • Miguicas (265)
  • Mojones (184)
  • Mostacicas (265)
  • Noticas (10)
  • Oraciones (391)
  • P. Manuel Martínez Cano (736)
  • Padre Alba (268)
  • Palabras de Dios (94)
  • Para pensar (27)
  • Pensamientos (99)
  • Pensar es sano (111)
  • Sabaticas (266)
  • Santos (111)
  • Semillicas (265)
  • Sintonía con la jerarquia (184)
  • Uncategorized (1.327)
  • Vida mixta (13)
  • Vida religiosa ayer, hoy y mañana (22)

Ejercicios Espirituales predicados por el P. Cano

Meditaciones y Pláticas del P. José María Alba Cereceda, S.I.

Varios volumenes de apóx. 370 páginas. Precio volumen: 10 €. Pedidos: hnopablolibros@gmail.com

Twitter Papa Francisco

Mis tuits

Twitter P. Cano

Mis tuits

“Espíritu Santo, infúndenos la fuerza para anunciar la novedad del Evangelio con audacia, en voz alta y en todo tiempo y lugar, incluso a contracorriente”. Padre Santo Francisco.

"Si el Señor no edifica la casa, en vano trabajan los que la construyen. (Salmo 127, 1)"

Nuestro ideal: Salvar almas

Van al Cielo los que mueren en gracia de Dios; van al infierno los que mueren en pecado mortal

"Id al mundo entro y proclamad el Evangelio a toda la creación. El que crea y sea bautizado se salvará; el que no crea será condenado" Marcos 16, 15-16.

"Es necesario que los católicos españoles sepáis recobrar el vigor pleno del espíritu, la valentía de una fe vivida, la lucidez evangélica iluminada por el amor profundo al hombre hermano." San Juan Pablo II.

"No seguirás en el mal a la mayoría." Éxodo 23, 2.

"Odiad el mal los que amáis al Señor." Salmo 97, 10.

"Jamás cerraré mi boca ante una sociedad que rechaza el terrorismo y reclama el derecho de matar niños." Monseñor José Guerra Campos.

¡Por Cristo, por María y por España: más, más y más!

www.holyart.es

Blog de WordPress.com.

  • Suscribirse Suscrito
    • Contracorriente
    • Únete a otros 279 suscriptores
    • ¿Ya tienes una cuenta de WordPress.com? Inicia sesión.
    • Contracorriente
    • Suscribirse Suscrito
    • Regístrate
    • Iniciar sesión
    • Denunciar este contenido
    • Ver el sitio en el Lector
    • Gestionar las suscripciones
    • Contraer esta barra
 

Cargando comentarios...