El 7 de diciembre, víspera de la Inmaculada vistió el hábito de novicio cartujo Lorenzo Sanz. Una ceremonia muy sencilla, en el rezo vespertino, muy íntima, pero de enorme significado para nosotros. Lorenzo por ella, empieza, después de los meses de prueba, su verdadero aprendizaje de la vida religiosa según el ideal de San Bruno. Para nosotros sin embargo es un aldabonazo a la búsqueda de la eternidad con Dios.
Nuestra Asociación ha sido bendecida por Dios con muchas vocaciones. Muchas de ellas contemplativas. No han pasado por entre nosotros como de incógnito. El Señor nos las ha puesto para: que tengamos una llamada a lo que debe ser nuestra Asociación. Jóvenes que buscan seriamente su perfección religiosa, que tengan ante sus ojos el ideal de ser instrumentos de la instauración de la realeza de nuestro Señor Jesucristo en el mundo, y que sepan por íntimo convencimiento que el primer paso es la oración, el segundo la oración y el tercero la oración. Por falta de vida interior se estrellan las mejores intenciones y las mejores inteligencias. Todos en nuestra alma, debemos llevar el santo hábito cartujano, hecho de renuncias, de soledad y de coloquio con el Señor.
Os lo digo con temblor y temor: que nunca falten en nuestra Asociación vocaciones contemplativas. Si fallan es que fallamos y nuestra Asociación no es ya lo que Dios quiere que sea. Os lo digo; con temor y temblor. Me asusta a veces comprobar que son algunos tan inconstantes en la vida de oración. Después de tantos años, ¿es posible que estén tejiendo y destejiendo? ¿Es comprensible que haya malditas ocupaciones, por urgentes que sean, y no haya tiempo para orar? ¿Por qué andan mal nuestras cosas? Poned los ejemplos que queráis. Pero la raíz es la misma siempre. Si yo orara, si yo fuera íntimo del Señor, como los hermanos de Betania, las cosas, todas, irían mejor. ¿Y no hay entre nosotros, todavía, espectadores de la Televisión marxista y de los bodrios que nos suministran? ¿Y esos tales tienen tiempo de una larga acción de gracias en la comunión, y de tener su rato fijo de oración ante el sagrario, o de rodillas en su habitación?
España se salvará por la oración. Tened misericordia de nuestra pobre Patria destrozada por los separatismos y las traiciones. Tened misericordia de vuestros hijos, de vuestros compañeros de vuestra propia alma. No seáis duros de corazón y orad. «Mi alma suspira por el Señor, más que los centinelas la aurora».
Rvdo. P. José María Alba Cereceda, S.I.
Meridiano Católico Nº 82, diciembre de 1984