Las primeras herejías que surgen en la Iglesia son cristológicas, negaban la divinidad de Jesucristo. Hoy se le niega su realeza, su Reinado Social en todo el mundo. La ley de Cristo debe gobernar el mundo.cristo-rey (1) Están equivocados los católicos de todos los partidos políticos que creen que es la ley humana la única norma válida de gobierno. Más de dos millones de abortos, es decir, de asesinatos de niños y niñas se han dado en España desde que se despenalizó el aborto. 45 millones se matan cada año en todo el mundo. El aborto provocado lleva consigo la excomunión, la expulsión de la Iglesia.

Con el rechazo de la ley de Cristo, se rechaza también la ley natural impresa por Dios en el corazón humano. Porque el liberalismo, los demócratas de ahora, corrompen los corazones. El Dios que ellos reclaman no es el Dios revelado en la Sagrada Escritura, la Tradición divina y enseña el Magisterio de la Iglesia Católica. El gran teólogo Cornelio Fabro, comentando el primer versículo del salmo 13, 1: “Dice el necio en su corazón: no hay Dios” afirma que es necio el que niega porque se cierra en las necesidades transitorias, en las apariencias y se siente satisfecho con las leyes contingentes de los fenómenos.

Me decía un amigo que liberales, socialistas, demócratas y los demás que expulsan a Dios del Parlamento y atacan a la Iglesia tienen un comportamiento contradictorio porque muchos de ellos tienen a sus hijos en colegio católicos.

El santo Padre Francisco nos exhorta continuamente a dar testimonio público de nuestra fe, que defendamos a la Iglesia de Cristo. Estamos en tiempo de lucha. España es Eterna Cruzada. El político católico Ramón Nocedal decía: “No, ni el mundo en general, ni España especialmente se pierden sólo por culpa del liberalismo, se pierden también, y muy principalmente, por la culpa de los que abandonan la lucha, entienden que cumpliendo sus obligaciones particulares ya pueden dejar que azoten a Cristo y crucifiquen a la Patria, y aun ayudar a los sayones, o al menos guardarle la ropa por un pedazo de pan o por no reñir con nadie”.

¡Santiago, cierra España!

P. Manuel Martínez Cano, mCR