Capítulo 28
Contra las lenguas de los maldicientes
1. Hijo, no te enojes si algunos tuvieren mala opinión de ti y dijeren lo que no quisieras oír. Tú debes sentir de ti peores cosas y tenerte por el más flaco de todos. Si andas dentro de ti, no harás mucho caso de las palabras que vuelan. No es poca prudencia callar en el tiempo adverso, y volverse a mí de corazón, y no turbarse por los juicios humanos.
2. No esté tu paz en la boca de los hombres, pues si pensaren de ti bien o mal no serás por eso otro hombre.
¿Dónde está la verdadera paz y la verdadera gloria? ¿Acaso no está en mí?
Y el que no desea contentar a los hombres ni teme desagradarlos, gozará de mucha paz.
Del desordenado amor y vano temor nace todo desasosiego del corazón y toda distracción de los sentidos.
Pingback: Artículos de la semana (14/5/2014) | Blog del P. Manuel Martínez Cano