Dios ama a cada hijo suyo como si no hubiera más en el mundo. Ama a los niños que viven en el vientre de sus madres. Cuando nacen y son bautizados entran a formar parte del Cuerpo Místico de Cristo, la Iglesia Católica. Para los que son abortados, la Misericordia Divina abre nuevos caminos como a los Santos Inocentes.
Cuando un agnóstico habla de la dignidad de las personas humanas, le digo que la dignidad humana está en que los hombres y mujeres hemos sido creados por Dios a su imagen y semejanza. Este mismo ignorantón es fanático defensor del aborto: “usted está en contra del aborto, usted lo ve de esa manera, es su opinión, yo lo respeto; yo tengo otra manera de ver, respete usted mi opinión”. Yo creo que las personas que argumentan en estos términos no son sinceras. Ellas ven lo mismo que nosotros vemos. El aborto es matar a un niño. Si estuvieran en la balanza sus vidas lo verían claro. Nunca se puede justificar la muerte de un inocente.
En su conferencia del 15 de noviembre de 1982, el llamado rey del aborto Dr. Nathanson que realizó 5.000 abortos y bajo sus órdenes se practicaron 60.000, dijo:
“Como científico no es que crea, es que sé que la vida empieza en el momento de la concepción y debe ser inviolable. Pese a que no profeso ninguna Religión, pienso que existe una Divinidad que nos ordena poner fin a este triste, inexplicable y vergonzoso crimen contra la humanidad. Si no salimos victoriosos y olvidamos nuestra completa dedicación a esta causa tan importante, la Historia nunca nos lo perdonará”.
Hace unos años el Dr. Nathanson se convirtió y se bautizó. Sus libros están haciendo mucho bien en defensa de los no nacidos.
Pidamos a la Virgen Santísima por la conversión de los abortistas.
P. Manuel Martínez Cano, mCR
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