Contracorriente

~ Blog del P. Manuel Martínez Cano, mCR

Contracorriente

Archivos mensuales: mayo 2014

Post mortem Francisco Franco: obispo de Orense

30 viernes May 2014

Posted by manuelmartinezcano in Uncategorized

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«El luctuoso acontecimiento de su muerte, aunque se temía sobreviniera de un momento a otro, impresionó vivamente. Al es­cuchar la lectura de su testamento espiritual, tan cristiano como patriótico, hecha por el Jefe del Gobierno con incontenible emo­ción ante las pantallas de TVE, se agolpaban atropelladamente los sentimientos. Hemos perdido una figura excepcional. (…).

180px-Retrato_Oficial_de_Francisco_Franco«Ensanchemos el corazón. Nuestro hermano Francisco, piado­samente pensando, pronto irá a gozar de Dios, si no está ya dis­frutando de su visión en el Cielo». «Durante casi cuarenta años ha dirigido en el plano supremo los designios de España. Esto ha hecho gravitar sobre sus hombros una responsabilidad asom­brosa, ante Dios y ante la sociedad. Sin embargo, y por lo mis­mo, los méritos con ello contraídos, ante Dios y la sociedad, son también impresionantes».

«No puedo en estos momentos silenciar un hecho que dejó grabada una profunda huella en mi espíritu. Era el año 1953. Yo obispo novel. Asistió invitado a la inauguración del Seminario Mayor construido en tiempos de mi venerable antecesor. Solos los dos ante la ventana del Obispado del Seminario, que mira a los terrenos y a la ciudad, le indicaba las propiedades del Seminario y las fincas de extraños que se entremezclaban. Le indiqué que me pedían precios muy elevados, y aludí a la posibilidad de expropiación. Me contestó inmediatamente: «No haga usted odiosa la Iglesia usando sin verdadera necesidad sus privilegios». «De frente tenemos el Seminario Menor muy pequeño y en pobrísimas condiciones. «Tal vez sea suficiente —le dije—, aun­que apretadamente y con grandes deficiencias, para las necesi­dades de la Diócesis, pero es totalmente incapaz para dar cobijo conveniente y formación adecuada a las numerosas vocaciones, valiosísimas, que se me presentan».

«No tiene derecho —me contestó— a despreciar las vocacio­nes sacerdotales, que Dios le da. Si no las necesita usted, las necesita la Iglesia, y, concretamente, América y las misiones». Este hecho es certísimo. Refleja un profundo sentido tan sobre­natural y una visión tan cristiana del futuro eclesial que me dejo estupefacto. Fue para mí una lección que jamás olvidaré.

«No quisiera que mis palabras sonaran a halago (…). Pero tampoco es lícito, sería injusto, silenciar en esta ocasión sus grandes y excepcionales merecimientos para con la Iglesia y para con el pueblo español. Es una grave obligación reconocer la paz, no corriente entre nosotros, el profundo bienestar, el impresionante progreso que nos ha proporcionado durante este prolongado período de nuestra historia.

«El precioso testamento que nos legó revela que pasó las úl­timas jornadas de su existencia terrena mirando al futuro de nuestra Patria. Así quería dar feliz remate a su obra. Sintiendo con serenidad cristiana que le había llegado la hora de dar cuen­ta a Dios de sus actos, debió ofrecer aquellas terribles penali­dades, así como las súplicas que por su salud se dirigían al Cie­lo, para que Dios mirara con ojos de bondad su amada España. Éste era también el pensamiento fundamental de cuantos por él orábamos».

«Y Dios nos ha escuchado, y nos ha inspirado la consoladora confianza de que seguirá protegiendo a nuestro pueblo… Sólo resta que nosotros no nos hagamos inmerecedores de su pater­nal protección y nos esforcemos por continuar y perfeccionar la tarea que tan brillantemente él durante casi cuarenta años ha llevado a cabo».

«Confiamos también que nuestro Caudillo, permítaseme de­signarle así con este nombre, que nos fue familiar en estos años, nuestro Caudillo, digo, que tan ejemplarmente amó a Dios, y apasionante sirvió a España, desde el Cielo, como buen soldado cristiano, seguirá sirviendo a su patria con las valiosas armas de su intercesión».

 (Homilía: Boletín citado, págs. 229, 230, 231.)

Página para meditar nº 88

30 viernes May 2014

Posted by manuelmartinezcano in Padre Alba, Uncategorized

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Las Naciones

Las naciones y los pueblos como los individuos son premiados o castigados por Dios según sus obras. Dios castiga en la tierra abriéndose siempre a la Misericordia infinita. Y. castiga eternamente en el infierno donde queda de manifiesto su infinita justicia. Pero como las naciones y los pueblos no tienen más vida que la histórica y temporal, Dios premia y castiga las naciones en su propia historia y en el desarrollo de sus generaciones.

Valle_de_los_caidosHoy las naciones han rechazado la luz de la fe, y se han en tragado a la impiedad y a la amoralidad con una extensión y profundidad en contra de la propia naturaleza que no conoció jamás civilización pagana alguna. Toda civilización pagana, fue respetuosa con la religión de sus padres y con la vida desde su concepción. En víspera de la aprobación y firma de la ley inmoral del aborto se consumará en España la marea de impiedad y de inmoralidad que todo lo anega. España ha empezado a ser castigada ya con el azote marxista que se irá haciendo más y más cruel, hasta la guerra generalizada Pero, ¡ay de los que se mofan de la Ley de Dios! Parafraseando al autor clásico podemos decir que, «del Rey abajo ninguno» de los que han empujado la impiedad y hecho posible el crimen abominable del aborto, se verá libre de un terrible castigo. Los triunfos del impío, duran menos que la hierba de los tejados.

La salvación

La salvación del mundo se hizo carne en la Sagrada Familia. La Salvación de España y del mundo se ha de hacer carne viva en las familias de la Unión Seglar. Decía D. Leocadio Galán que los nuevos hogares han de ser como el que se construyen los pajarillos: con plumas y materiales blandos por dentro, pero con espinos y púas fuertes por fuera, para que los hijos se sientan a gusto en familia, pero seriamente defendidos de los enemigos por fuera. Preciso, ¿no? Padres con lavara de la autoridad en la mano y la palabra de cariño y el beso de amor en sus labios.

Ese será el remedio y la salvación de España. Esas familias darán santos a la Iglesia, sacerdotes y misioneros al mundo y salvadores a la Patria. Y el Señor guardará a esas familias en el día de la ira divina.

Rvdo. P. José María Alba Cereceda, S.I.
Meridiano Católico Nº 88, junio de 1985

Imitación de Cristo 65

22 jueves May 2014

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Capítulo 28

Contra las lenguas de los maldicientes

Jesucristo- 1. Hijo, no te enojes si algunos tuvieren mala opinión de ti y dijeren lo que no quisieras oír.
Tú debes sentir de ti peores cosas y tenerte por el más flaco de todos.
Si andas dentro de ti, no harás mucho caso de las palabras que vuelan.
No es poca prudencia callar en el tiempo adverso, y volverse a mí de corazón, y no turbarse por los juicios humanos.imitacion-de-cristo

2. No esté tu paz en la boca de los hombres, pues si pensaren de ti bien o mal no serás por eso otro hombre.
¿Dónde está la verdadera paz y la verdadera gloria? ¿Acaso no está en mí?
Y el que no desea contentar a los hombres ni teme desagradarlos, gozará de mucha paz.
Del desordenado amor y vano temor nace todo desasosiego del corazón y toda distracción de los sentidos.

 

La confusión vista por los pastores

21 miércoles May 2014

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La verdad de Cristo es nuestra luz. Para no perderla de vista en medio de la confusión, hemos tenido que recordar algunos criterios orientadores. Más agradable hubiera sido dar sólo el alimento sabroso de la doctrina de la fe. A ella volveremos, Dios mediante. Pero cuando hay una epidemia, no es menos necesario proporcionar la medicina. El hecho de la confusión lo habíamos condensado en estas palabras: «En el seno de numerosos grupos, desde publicaciones, cátedras de enseñanza religiosa, y a veces desde la misma predicación sacerdotal, se vierten -como doctrina de la Iglesia- ideas contrarias a la misma; al parecer, sin una desautorización eficaz».

guerra camposAlgunos se preguntarán, inquietos: ¿Advierten este hechos los pastores? Como respuesta, permítanme dedicar este breve espacio a leer algunos textos oficiales recientes; todos del último año. El Papa, que no cesa de referirse al problema en centenares de ocasiones, al cumplirse cinco años después del Concilio dirigió una exhortación a todos los obispos del mundo, invitándoles a transmitir la verdad de Dios en su integridad y pureza a los hombres contemporáneos, con valentía, no sólo de manera colectiva, sino asumiendo cada uno su responsabilidad personal. «Numerosos fieles -decía- se sienten turbados en su fe por un cúmulo de ambigüedades, de incertidumbres y de dudas en cosas que son esenciales». En el último sínodo de obispos se presentó un balance de estos años posconciliares. De los fenómenos negativos «el que más preocupa es, ciertamente, la aguda crisis de fe, al menos en lo que se refiere a la aceptación de su contenido objetivo; y la difusión de teorías, afirmaciones e hipótesis que están en clara oposición con la enseñanza tradicional de la Iglesia… La difusión de tales teorías y afirmaciones entre el pueblo cristiano, por medio de la prensa y de los otros medios de comunicación social, ha provocado un grave confusionismo en los fieles, y en algunos una verdadera crisis de fe y de comportamiento moral». Entre las manifestaciones de obispos españoles, espigamos unas pocas: «Me siento obligado a salir al paso de algunas desviaciones que se airean en ciertas revistas y escritos, en algunas conversaciones y lecciones, y que pueden afectar a la fe y a la moral» (Mons. Añoveros, obispo de Bilbao). «Si el Papa ha velado las armas en defensa del depósito de la revelación, como fiel y autorizado maestro, no se podría hablar así de los pastores en general. Mientras por una parte se ha guardado un silencio excesivamente prudente, habiendo obligación de hablar, por la otra se ha intentado construir un catolicismo sin fe y una vida sin religión» (Mons. Barrachina, obispo de Orihuela-Alicante). «Hemos de esforzarnos (los sacerdotes) en exponer la palabra de Dios en su integridad y pureza. Porque, el que es simple depositario de una doctrina para transmitirla a los demás, no tiene derecho a añadir, quitar o variar nada de ella…

El hecho denunciado por el Papa también se da en nuestra diócesis, sin que sea necesario detenerse en demostrarlo» (Mons. Jubany, entonces obispo de Gerona, ahora arzobispo de Barcelona). «En publicaciones y, a veces, lo que es peor, en predicaciones, se vierten ideas que no se pueden justificar. Algunos divulgadores.., tratan de sacarnos del camino de la tradición en cosas fundamentales, para conducirnos en otra dirección» (Mons. Delicado, obispo de Tuy-Vigo). «Quieren reformar la Iglesia desde su interior. Quieren transformar la fe misma de la Iglesia, a ser posible, sin que la conciencia de los fieles lo advierta» (Mons. Castán, obispo de Sigüenza-Guadalajara). «¡Cuántas verdades fundamentales están hoy marginadas de la predicación! ¡Y con cuánta frecuencia se proponen al pueblo proposiciones no admisibles o muy discutibles en sana doctrina! Los fieles se preguntan angustiados: ¿Dónde está el Evangelio auténtico? ¿A quién hemos de hacer caso? ¿A qué hemos de atenernos?» (Monseñores Pla y Gea, obispos auxiliares de Valencia). Los momentos actuales de renovación son «propicios al confusionismo. Las llamadas de alerta (del Papa) han de hacernos reflexionar seriamente para no dejarnos llevar por novedades peligrosas». «Si en nuestros días se han hecho muy profundas… las divisiones… entre los católicos, es principalmente porque no aparece siempre (entre los ministros de Cristo) la unidad fundamental en la predicación del Evangelio… y en otras actividades pastorales… ¿Puede extrañarnos que los hombres desconfíen de nosotros, los sacerdotes, cuando colectivamente no sabemos mantener la fidelidad al sacerdocio de Cristo?» (Cardenal Tarancón, arzobispo de Madrid). «No sólo no se han corregido tales desviaciones, sino que se propagan cada vez más en traducciones y resúmenes que llegan a todas partes originando la más lamentable confusión. También en España, en algunas revistas destinadas al gran público, se vierten sin escrúpulo estas enseñanzas. Avergüenza comprobar la extrema debilidad intelectual y religiosa de quienes, para renovar, lo único que hacen es destruir. ¿Dónde está la radical novedad del Evangelio sino en su propia identidad?» (Mons. González, arzobispo primado). «En nuestros días, se insiste tal vez demasiado exclusivamente en la misión y compromiso temporal de la Iglesia»… Como si «la misión de la Iglesia fuera ante todo la renovación social en un orden puramente humano», olvidando «la prioridad de lo sobrenatural» (Mons. Dadaglio, nuncio de Su Santidad). «Acuden a nosotros padres justamente angustiados ante las enseñanzas de algunos profesores y educadores de sus hijos, a los que pervierten con doctrinas falsas, en vez de encauzar su mente y corazón en conformidad con las directrices de la Iglesia. A los que así procedan rogamos reflexionen en la presencia del Dios vivo, y piensen que cometen una injusticia y una traición imperdonable a la misión recibida de Dios» (El Episcopado español, en una exhortación colectiva). ¿Nuestra actitud? «Vigilar y orar», según la palabra del Señor. 0, como dice San Pedro: «Vigilad, que vuestro adversario el diablo, como león rugiente, anda rondando y busca a quien devorar. Al cual resistiréis firmes en la fe». Conozcamos los documentos fehacientes del magisterio de la Iglesia, con no menor solicitud que se guardan los títulos de propiedad o los certificados que garantizan el derecho a la seguridad social. Y no toleremos que nadie nos presente como doctrina de la Iglesia lo que es contrario a la misma. Los vigilantes, por definición, son los obispos. Necesitan nuestra oración y docilidad, para que cada uno pueda aplicarse lo del apóstol San Juan: «No hay para mí mayor alegría que oír de mis hijos que andan en la verdad». Sobre todo, que nuestro vigilar goce de la serena confianza que da la presencia de Jesús. Él dijo a sus Apóstoles: «No os dejaré huérfanos…» » Mi paz os doy …» » No se turbe vuestro corazón ni se intimide». «Si guardáreis mis preceptos, permaneceréis en mi amor». «Vuestra tristeza se trocará en gozo… y nadie será capaz de quitaros vuestra alegría».

José Guerra Campos, obispo

Jesucristo Rey

21 miércoles May 2014

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1. IMPORTANCIA DEL TEMA

Pilato mandó poner en la cruz de Cristo una tablilla con esta inscripción: “Jesús Nazareno Rey de los judíos”. Pilato se quedó corto, porque Jesús es rey de todos los hombres, de todos los pueblos y de todas las naciones. Los males que sufren hoy los hombres y las naciones, tienen su origen en el rechazo de la realeza de Nuestro Señor Jesucristo.

En la primera encíclica de su pontificado, Pío XI analizaba las causas de los males que abrumaban angustiosamente la sociedad de su tiempo. Poco después, el 11 de diciembre de 1925, publicaba la encíclica “Quas Primas”, proponiendo como único remedio para la salvación de los pueblos y las naciones la aceptación de la realeza de Cristo.

El Papa comienza la encíclica haciendo: “dos claras afirmaciones: El mundo ha sufrido y sufre este diluvio de males porque la inmensa mayoría de la humanidad ha rechazado a Jesucristo y su santísima ley en la vida privada, en la vida de familia y en la vida pública del Estado; y es imposible toda esperanza segura de una paz internacional verdadera mientras los individuos y los Estados nieguen obstinadamente el reinado de nuestro Salvador. Por esto, advertimos entonces que la paz de Cristo hay que buscarla en el reino de Cristo” (Quas Primas, nº 2).

2. LA REALEZA DE CRISTO EN EL ANTIGUO TESTAMENTO

“La realeza de Cristo está afirmada a cada paso en la Sagrada Escritura. Se le llama el dominador que ha de nacer de Jacob (Num 24, 19); se dice de Él que ha sido constituido por el Padre Rey sobre el monte santo de Sión y que recibirá las gentes como herencia y como posesión los confines de la tierra (Salm 2, 6 y 8).

cristoreyEl salmo nupcial que, bajo la imagen de un rey opulento y poderoso, cantaba al que había de ser verdadero Rey de Israel, contiene esta frase: El trono tuyo, ¡oh Dios! permanece por los siglos de los siglos; el cetro de tu reino es cetro de equidad (Salm 45, 7).

Omitiendo otros muchos textos semejantes, en otro lugar, al trazar las principales líneas de la figura de Cristo, se predice que su reino, carente de todo límite, estará enriquecido con los dones de la justicia y de la paz: Florecerá en sus días la justicia, y habrá mucha paz… Dominará de mar a mar, del río hasta los cabos de la tierra (Salm 72, 7 y 8)» (Quas Primas, nº 5).

3. LA REALEZA DE CRISTO EN EL NUEVO TESTAMENTO

“Por otra parte, esta doctrina de la realeza de Cristo que hemos entresacado de los libros del Antiguo Testamento, no desaparece en los textos del Nuevo Testamento; todo lo contrario, se halla confirmada en éstos con una luminosa brillantez. En este punto, y mencionando de paso el mensaje del arcángel que advirtió a la Virgen que daría a luz un hijo, a quien Dios había de dar el trono de David, su padre, que reinaría en la casa de Jacob sin que su reino tuviera fin (Lc 1, 3233).

Es el mismo Cristo el que da testimonio personal de su reino en tres ocasiones: en su último discurso al pueblo, al hablar de las penas reservadas perpetuamente a los justos y a los condenados; en su respuesta al gobernador romano que públicamente le preguntaba si era rey; y, finalmente, después de su resurrección, al comunicar a los apóstoles la misión de enseñar y bautizar a todas las gentes.

Siempre que tuvo ocasión, Cristo se atribuyó el título de Rey (Mt 15, 3141), confirmó plenamente su realeza (Jn 18, 37) y declaró solemnemente que le había sido dado todo poder en el cielo y en la tierra (Mt 28, 18). (Quas Primas, nº 5)

4. LA REALEZA DE CRISTO EN EL MAGISTERIO DE LA IGLESIA

“De esta enseñanza común a todos los Libros Sagrados se siguió, como consecuencia necesaria, el hecho de que la Iglesia Católica, reino de Cristo en la tierra, destinado a extenderse a todos los hombres y por todas las naciones, celebrase, con multiplicadas muestras de veneración, durante el ciclo anual de la liturgia, a su Autor y Fundador como Rey, Señor y Rey de los reyes” (Quas Primas, nº 5).

El símbolo NicenoConstantinopolitano (siglo IV) dice de Cristo que “su reino no tendrá fin”.

León XIII enseña que Cristo es “Rey y Señor de todo el universo”.

San Pío X, en el documento que condena el movimiento “Le sillón”, abanderado de la democracia moderna, dice: “No se levantará la sociedad si la Iglesia no pone los cimientos y dirige los trabajos, no; la civilización no está por inventar, ni la ciudad nueva por construir en las nubes. Ha existido, existe; es la civilización cristiana, es la ciudad católica. No se trata más que de instaurarla y restaurarla sin cesar sobre sus fundamentos naturales y divinos contra los ataques siempre nuevos de la utopía malsana de la revolución y de la impiedad: Omnia instaurare in Christo” (Notre charge apostolique, 11).

Pío XII, al iniciar su pontificado, declaró: “Aprovechando de buena gana esta oportunidad, Nos queremos que el culto debido al Rey de reyes y al Señor de los señores sea como la plegaria introductoria a nuestro pontificado, cumpliendo así los deseos de mi predecesor” (Summi Pontificatus, 2).

5. LA REALEZA DE CRISTO EN EL MAGISTERIO CONTEMPORÁNEO

La doctrina de la realeza de Cristo está muy presente en los documentos del Concilio Vaticano II: “La Iglesia ha nacido con este fin: propagar el reino de Cristo en toda la tierra para gloria de Dios Padre, y hacer así a todos los hombres partícipes de la redención salvadora y por medio de ellos ordenar realmente todo el universo a Cristo” (Apostolicam actuositantem, 2).

“Es obligación de toda la Iglesia trabajar para que los hombres se capaciten a fin de establecer rectamente el orden temporal y ordenarlo hacia Dios por Jesucristo. Toca a los Pastores el manifestar claramente los principios sobre el fin de la creación y el uso del mundo y prestar los auxilios morales y espirituales para instaurar en Cristo el orden de las realidades temporales. Es preciso, sin embargo, que los seglares acepten como obligación propia el instaurar el orden temporal y el actuar directamente y de forma concreta en dicho orden, dirigidos por la luz del Evangelio y la mente de la Iglesia” (Apostolicam actuositatem, 7).

En su primera homilía como Papa, Juan Pablo II dijo: “Hermanos y hermanas, no tengáis miedo de acoger a Cristo y de aceptar su potestad, ayudad al Papa y a todos los que quieran servir a Cristo. En nuestro conocimiento y, con la potestad de Cristo, servid al hombre y a la humanidad entera. No temáis. Abrid, más todavía, abrid de par en par las puertas a Cristo. Abrid a su potestad salvadora los confines de los Estados, tanto los sistemas económicos como los políticos, los campos extensos de la cultura, de la civilización y del desarrollo. No temáis”.

6. FUNDAMENTOS DE LA REALEZA DE CRISTO

Es San Cirilo de Alejandría el que describe acertadamente el fundamento de esta dignidad y de este poder de nuestro Señor: “Posee Cristo el poder supremo sobre toda la creación, no por violencia ni por usurpación, sino en virtud de su misma esencia y naturaleza”.

La autoridad de Cristo se funda en la admirable unión hipostática. De donde se sigue que Cristo no sólo debe ser adorado como Dios por los ángeles y los hombres, sino que, además, los ángeles y los hombres deben sumisión y obediencia a Cristo en cuanto hombre; en una palabra, por el solo hecho de la unión hipostática, Cristo tiene potestad sobre la creación universal.1 reyes magos  (1)_thumb

¿Hay realidad más dulce y consoladora para el hombre que el pensamiento de que Cristo reina sobre nosotros, no sólo por un derecho de naturaleza, sino además por un derecho de conquista adquirido, esto es, el derecho de la Redención? Ojalá los hombres olvidadizos recordasen el gran precio con que nos ha rescatado nuestro Salvador: “Habéis sido rescatados… no con plata y oro corruptibles, sino con la sangre preciosa de Cristo, como de cordero sin defecto ni mancha” (1 Ped 1, 1819)» (Quas Primas, 6).

7. EL REINO DE CRISTO ES ESPIRITUAL

“Los textos citados de la Biblia demuestran con toda evidencia que este reino es principalmente espiritual y que su objeto propio son las realidades del espíritu, conclusión confirmada personalmente por la manera de obrar del Salvador. Porque en varias ocasiones, cuando los judíos y aun los mismos apóstoles juzgaron equivocadamente que el Mesías devolvería la libertad al pueblo judío y restablecería el reino de Israel, Cristo deshizo y refutó esta idea vanamente esperanzada. Cuando la muchedumbre, maravillada, quería proclamarle rey, Cristo rehusó este honroso título huyendo y escondiéndose en la soledad.

Los evangelios describen este reino como un reino cuyo ingreso exige una penitencia preparatoria, ingreso que a su vez sólo es posible por medio de la fe y del bautismo, el cual, si bien es un rito exterior, significa y produce la regeneración del alma. Este reino se opone solamente al reino de Satanás y a la potestad de las tinieblas, y exige de sus súbditos no sólo que, con el desprendimiento espiritual de las riquezas y de los bienes temporales, observen una moral pura y tengan hambre y sed de justicia, sino que exige además la abnegación de sí mismos y la aceptación de la cruz» (Quas Primas, 8).

8. EL REINO DE CRISTO ES TEMPORAL

“Por otra parte incurriría en grave error el que negase a la humanidad de Cristo el poder real sobre todas y cada una de las realidades sociales y políticas del hombre, ya que Cristo como hombre ha recibido de su Padre un derecho absoluto sobre toda la creación, de tal manera que toda ella está sometida a su voluntad.

La autoridad del Redentor abarca a todos los hombres; extensión bien declarada por nuestro predecesor, de inmortal memoria, León XIII, con las siguientes palabras que hacemos nuestras: “El poder de Cristo se extiende no sólo sobre los pueblos católicos y sobre aquellos que, por haber recibido el bautismo, pertenecen de derecho a la Iglesia, aunque el error los tenga esclavizados o el cisma los separe de la caridad, sino que comprende también a cuantos no participan de la fe cristiana, de tal manera que bajo la potestad de Jesús se halla todo el género humano”.

Y en esta extensión universal del poder de Cristo no hay diferencia alguna entre los individuos y el Estado, porque los hombres están bajo la autoridad de Cristo tanto considerados individualmente como efectivamente en sociedad. No nieguen, pues, los gobernantes de los Estados el culto debido de veneración y obediencia al poder de Cristo, tanto personalmente como públicamente, si quieren conservar incólume su autoridad y mantener la felicidad y grandeza de sus Patrias» (Quas Primas, 8).

9. FRUTOS DEL RECONOCIMIENTO DE LA REALEZA DE CRISTO

“Por tanto, si los hombres reconocen pública y privadamente la regia potestad de Cristo, necesariamente recogerá toda la sociedad civil increíbles beneficios, como son los de una justa libertad, una disciplinada tranquilidad y una pacífica concordia. Porque la regia dignidad de Nuestro Señor, de la misma manera que consagra en cierto modo la autoridad humana de los jefes y gobernantes del Estado, así también ennoblece los deberes y la obediencia de los gobernados.

El día en que los reyes y los gobernantes legítimamente elegidos se convenzan de que mandan, más que por derecho propio, en virtud de un mandato y una representación del Rey divino, es evidente que harán un uso recto y santo de su autoridad y respetarán el bien común y la dignidad humana de los gobernados, tanto en la creación de las leyes como en el cumplimiento de éstas. ¡Qué felicidad tan grande podría gozar la humanidad si los individuos, las familias y los Estados se dejaran gobernar por Cristo!» (Quas Primas. 9).

10. EL LAICISMO ENEMIGO DE LA REALEZA DE CRISTO

“Y si ahora ordenamos a todos los católicos del mundo el culto universal de Cristo Rey, remediaremos las necesidades de la época actual y ofreceremos una eficaz medicina para la enfermedad que en nuestra época aqueja a la humanidad. Calificamos como enfermedad de nuestra época el llamado laicismo, sus errores y sus criminales propósitos.

Sabéis muy bien, venerables hermanos, que esta enfermedad no ha sido producto de un solo día; ha estado incubándose desde hace mucho tiempo en las entrañas mismas de la sociedad. Porque se comenzó negando el imperio de Cristo sobre los pueblos; se negó a la Iglesia el derecho que ésta tiene, fundado en el derecho del mismo Cristo, de enseñar al género humano, de promulgar leyes y de regir a los pueblos para conducirlos a la felicidad eterna. Después, poco a poco, la religión cristiana quedó equiparada a las demás religiones falsas e indignamente colocada a su mismo nivel; a continuación la religión se ha visto entregada a la autoridad política y a la arbitraria voluntad de los reyes y de los gobernantes.

No se detuvo aquí este proceso: ha habido hombres que han afirmado como necesaria la sustitución de la religión cristiana por cierta religión natural y ciertos sentimientos naturales puramente humanos. Y no han faltado Estados que han juzgado posible prescindir de Dios, y han identificado su religión con la impiedad y el desprecio de Dios» (Quas Primas, 12).

11. BAJO LAS BANDERAS DE CRISTO REY

“Nos albergamos una gran esperanza que la festividad anual de Cristo Rey, que en adelante se celebrará, acelerará felizmente el retorno de toda la humanidad a nuestro amantísimo Salvador. Sería, sin duda alguna, misión propia de los católicos la preparación y el aceleramiento de este retorno por medio de una activa colaboración.

Son muchos los católicos que ni tienen en la convivencia social el puesto que les corresponde, ni gozan de la autoridad que razonablemente deben tener los que alzan a la vista de todos la antorcha de la verdad. Esta desventaja podrá atribuirse tal vez a la apatía o a la timidez de los buenos, que se retiran de la lucha o resisten con excesiva debilidad; de donde se sigue, como natural consecuencia, que los enemigos de la Iglesia aumenten en su audacia temeraria.

Pero si los fieles, en general, comprenden que es su deber militar con infatigable esfuerzo bajo las banderas de Cristo Rey, entonces, inflamados ya en el fuego del apostolado, se consagrarán a llevar a Dios de nuevo a los rebeldes e ignorantes y trabajarán por mantener incólumes los derechos del Señor» (Quas Primas, 12).

12. ESPAÑA Y CRISTO REY

Hay asociaciones y movimientos católicos cuyo ideal es instaurar en la tierra el Reinado social de Nuestro Señor Jesucristo. En nuestra patria sobresale la asociación «Amigos de la Ciudad Católica», en Francia destaca L’Office Internacional de París. En una de sus intervenciones públicas, el orador francés fue interpelado por un enemigo de la Iglesia, que le preguntó: “Pretendéis una utopía. ¿Cuándo ha reinado Jesucristo en la sociedad civil?”. El intelectual francés respondió: “Cristo reinó en la sociedad civil en la España Imperial”.

Ese ideal persiste hoy en muchos españoles que trabajan en todos los campos para que Cristo reine en España y en el mundo entero. Realeza de Cristo que consiste en el restablecimiento de la Verdad en el orden natural y sobrenatural. Verdad que debe inspirar las leyes de los Estados, santificar las costumbres, iluminar la enseñanza. Verdad que puedes conocer estudiando la doctrina social y política del Magisterio de la Iglesia.

En una de sus visitas a España, Su Santidad Juan Pablo II dijo: “Es necesario que los católicos españoles sepáis recobrar el vigor pleno del espíritu, la valentía de una fe vivida, la lucidez evangélica”.

Aquella fe y valentía de nuestros mayores que admiró al mundo entero en la persecución religiosa de los años 193639: “Los enemigos de Jesucristo han querido hacer en España un experimento supremo de las fuerzas disolventes repartidas por el mundo. Y la heroica España, la nación elegida por Dios como principal instrumento de evangelización del Nuevo Mundo y como baluarte inexpugnable de la fe católica, acaba de dar a los prosélitos del ateísmo materialista de nuestro siglo, la prueba excelsa de que por encima de todo están los valores eternos de la religión y del espíritu… Reconocemos nuestro deber de gratitud hacia aquellos que han sabido sacrificarse hasta el heroísmo en defensa de los derechos inalienables de Dios y de la Religión en los campos de batalla” (Pío XI, 16439).

13. MÁRTIRES DE CRISTO REY

El 1 de julio de 1937, en plena guerra, los obispos españoles escribían a los obispos de todo el mundo: “Contamos los mártires por millares” (Carta colectiva del Episcopado español). Millares de mártires que murieron gritando: ¡Viva Cristo Rey! ¡Viva Cristo Rey! ¡Viva Cristo Rey!

Mártires, tal y como la Iglesia lo ha proclamado solemnemente con la elevación a los altares de las tres carmelitas mártires de Guadalajara y cientos de sacerdotes, religiosos y seglares beatificados.

El Papa Juan Pablo II elevó al honor de los altares a 122 religiosos españoles el 25 de Octubre de 1992. De los 71 hermanos de San Juan de Dios que habían consagrado su vida al cuidado de niños minusválidos y epilépticos, y en hospitales psiquiátricos, el Papa dijo: “Dieron su vida por la fe y como prueba suprema del amor… su martirio sigue los pasos de Cristo, misericordioso y buen samaritano, tan cercano al hombre que sufre al entregar la vida por la salvación del género humano”.

En la beatificación de los 51 claretianos asesinados a sangre fría, Su Santidad Juan Pablo II, afirmó: “Es todo un seminario el que afronta con generosidad y valentía la ofrenda al Señor. La entereza espiritual y moral de esos jóvenes nos ha llegado a través de testigos oculares y también por escritos… esos claretianos murieron por ser discípulos de Cristo, por no querer renegar de su fe y de sus votos religiosos.

Hoy demos gracias por esta fuerza que se ha convertido en la fuerza de los mártires en tierras de España. La fuerza de la fe, de la esperanza y del amor que se ha demostrado más fuerte que la violencia. Ha sido vencida la crueldad de los pelotones de ejecución y el entero sistema del odio organizado”.

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Ejercicios Espirituales predicados por el P. Cano

Meditaciones y Pláticas del P. José María Alba Cereceda, S.I.

Varios volumenes de apóx. 370 páginas. Precio volumen: 10 €. Pedidos: hnopablolibros@gmail.com

Twitter Papa Francisco

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Twitter P. Cano

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“Espíritu Santo, infúndenos la fuerza para anunciar la novedad del Evangelio con audacia, en voz alta y en todo tiempo y lugar, incluso a contracorriente”. Padre Santo Francisco.

"Si el Señor no edifica la casa, en vano trabajan los que la construyen. (Salmo 127, 1)"

Nuestro ideal: Salvar almas

Van al Cielo los que mueren en gracia de Dios; van al infierno los que mueren en pecado mortal

"Id al mundo entro y proclamad el Evangelio a toda la creación. El que crea y sea bautizado se salvará; el que no crea será condenado" Marcos 16, 15-16.

"Es necesario que los católicos españoles sepáis recobrar el vigor pleno del espíritu, la valentía de una fe vivida, la lucidez evangélica iluminada por el amor profundo al hombre hermano." San Juan Pablo II.

"No seguirás en el mal a la mayoría." Éxodo 23, 2.

"Odiad el mal los que amáis al Señor." Salmo 97, 10.

"Jamás cerraré mi boca ante una sociedad que rechaza el terrorismo y reclama el derecho de matar niños." Monseñor José Guerra Campos.

¡Por Cristo, por María y por España: más, más y más!

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