Contracorriente

~ Blog del P. Manuel Martínez Cano, mCR

Contracorriente

Archivos diarios: 16 julio, 2014

Imitación de Cristo 74

16 miércoles Jul 2014

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Capítulo 37

De la pura y total renuncia de sí mismo
para alcanzar la libertad del corazón

Jesucristo: -1. Hijo, déjate a ti y me hallarás a mí. Nada escojas, nada te apropies, y ganarás siempre.
Porque al punto que te renunciares sin volver a lo que dejaste, se te dará mayor gracia.

El Alma.– 2. Señor, ¿cuántas veces me renunciaré y en qué cosas me dejaré?
Jesucristo.– Siempre y cada hora, así en lo poco como en lo mucho. Nada exceptúo, sino que en todo te quiero hallar desnudo.
De otro modo, ¿cómo podrás ser mío y yo tuyo, si no te despojas de toda voluntad interior y exteriormente?
Cuanto más presto hicieres esto, tanto mejor te irá; y cuanto más pura y cumplidamente, tanto más me agradarás y mucho más ganarás.cor4 [640x480]

3. Algunos se renuncian, pero con alguna excepción; no confían en Dios del todo, y por eso trabajan en mirar por sí.
También algunos al principio lo ofrecen todo; pero después, combatidos de alguna tentación, se vuelven a lo que dejaron, y por eso no aprovechan en la virtud.
Estos nunca llegarán a la verdadera libertad del corazón puro, ni a la gracia de mi suave familiaridad, si no se renuncian del todo, haciendo cada día sacrificio de sí mismos, sin lo cual no se da ni se dará la unión con que se goza de mí.

4. Muchas veces te dije, y ahora te lo vuelvo a decir: Déjate a ti, renúnciate, y gozarás de gran paz interior.
Dalo todo por el todo; nada busques, nada exijas; está puramente y sin dudar en mí, y me poseerás.
Serás libre de corazón y no te envolverán las tinieblas.
Encamina todos tus esfuerzos, deseos y oraciones al fin de despojarte de todo apego, para seguir así desnudo a Jesús desnudo, morir para ti y vivir para mí eternamente.
Entonces se desvanecerán todas las vanas imaginaciones, las perturbaciones malas y los cuidados superfluos.
Entonces también desaparecerá el temor excesivo y morirá el amor desordenado.

Post mortem Francisco Franco: Obispos de Lérida y Madrid

16 miércoles Jul 2014

Posted by manuelmartinezcano in Uncategorized

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Obispo de LÉRIDA.

«Esta Catedral, hace veinte años, más en concreto la víspera de San Miguel de 1955, cobijó en su ámbito la figura ya histó­rica de Francisco Franco. Personalmente venía entonces a hacer la ofrenda de su reconstrucción, costeada principalmente por el Estado que capitaneaba…».franco y familia

…«El mensaje póstumo, cuya lectura emocionado por el Pre­sidente del Gobierno ayer escuchamos, nos recordaba el alto ideal que se había propuesto alcanzar el Jefe del Estado, cuya consecución nos urgía, y para el cual indudablemente había tra­bajado sin descanso. No nos engañaba. A la hora en que lo dic­taba o escribía, a las puertas de la muerte, la mentira no pue­de admitirse en quien, profesándose profundamente cristiano, sabe que se ha de encontrar ante la Verdad eterna. (…). Humi­llante sería pensar que el Jefe del Estado no había implorado más de una vez perdón, cuando también con fe suplicaba la luz del Altísimo para cumplir debidamente su misión de gobernante. La espontaneidad con que lo pide en su mensaje es la mejor declaración de la actitud de su espíritu en este punto. (…). Siem­pre resulta difícil hacer balance de las obras de cualquier per­sona (…). Dejemos que la perspectiva de la historia permita pon­derar en su más justo valor la acción de quien, con indudable entrega y personal amor, ha dedicado su persona al servicio de la Patria, como lo exigía el juramento a que se había compro­metido».

(Homilía: Bol. Of. del Obispado, 1 diciembre 1975 págs. 314-17.)

 

Arzobispo de MADRID.

«En esta hora nos sentimos todos acongojados ante la des­aparición de esta figura auténticamente histórica. Nos sentimos, sobre todo, doloridos ante la muerte de alguien a quien sinceramente queríamos y admirábamos (…). Las buenas obras son nuestro equipaje, el único que tiene valor en esta hora. Como decía San Juan de la Cruz «a la caída de la tarde seremos exa­minados de amor».

«Y este amor de Francisco Franco es el que sí puedo elogiar yo en esta hora. Cada hombre tiene distintas maneras de amar. La del gobernante es la entrega total, incansable, llena a veces de errores inevitables, incomprendida casi siempre, al servicio de la comunidad nacional. El Concilio Vaticano II no dudó en proclamar la nobleza de este oficio de servir a la Patria desde el difícil puesto de la política (…).

«Creo que nadie dudará en reconocer aquí conmigo la abso­luta entrega, la obsesión diría incluso, con la que Francisco Franco se entregó a trabajar por España, por el engrandecimien­to espiritual y material de nuestro país, con olvido incluso de su propia vida. Este servicio a la patria es también una virtud religiosa (…).

Quien tanto y tanto luchó hasta extinguirse por nuestra Pa­tria presentará hoy en las manos de Dios este esfuerzo que ha­brá sido su manera de amar, con limitaciones humanas, como las de todos, pero esforzada y generosa siempre. Yo estoy segu­ro de que Dios perdonará sus fallos, premiará sus aciertos y reconocerá su esfuerzo. Nosotros, con nuestra oración de hoy, le acompañaremos para que ese perdón y ese reconocimiento sean completos. Él ha muerto uniendo los nombres de Dios y de España, como acabamos de oír en el último Mensaje. Gozoso porque moría en el seno de la Iglesia de la que siempre ha sido hijo fiel» (…).

(Homilía, corpore praesente, en El Pardo: Bol. Of. de   la Archidiócesis, 1 y 15 diciembre 1975, págs. 801-2.)

Meditación sobre María Inmaculada

16 miércoles Jul 2014

Posted by manuelmartinezcano in Meditaciones de la Virgen, Uncategorized

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Llegado el tiempo dichoso fijado por Dios para la salvación del mundo fue concebida la Santisima Virgen, pero no como los demás hombres, sino pura y sin mancha, sin contraer el pecado original. Meditemos los testimonios que nos aseguran esta consoladora verdad.

1º Dios.-Recuerda el pecado de Adán y Eva y el castigo del señor. –Maldice Dios a la serpiente con estas palabras: «Pondré enemistades entre ti y la Mujer, entre tu descendencia y la suya. Ella quebrantara tu cabeza y tú estarás siempre bajo sus pies». -En estas palabras considera tres cosas: 1ª, que una mujer prodigiosa su descendencia se vengarían de la serpiente 2ª, que entre la Mujer y la serpiente habría enemistades perpetuas, y 3ª, que el demonio quedará vencido por la victoria de esa Mujer. –Pues bien, si María no hubiera sido Inmaculada y hubiera tenido algún pecado, no hubieran sido perpetuas esas enemistades, ya que el pecado es un acto de amistad con el demonio… Y además, no sería Ella la vencedora sino la vencida, pues en el pecado el que triunfa es el demonio; y el hombre, el esclavo que queda derrotado. –Nota bien, que esa victoria de la Mujer y de su descendencia y que esta descendencia es su Hijo Jesucristo, y nosotros, que somos hermanos de Cristo… somos descendencia de María, pues es nuestra Madre. -Luego, con Ella y por Ella debemos luchar contra el demonio y así imitaremos mas su pureza inmaculada, al luchar y vencer a Satanás.maria llena de gracia

2º El ángel.-En aquellas palabras «Dios te salve, la llena de gracia», el Ángel llama a la Virgen claramente Inmaculada porque… ¿cuando y como se llenó María de gracia? Precisamente en su Inmaculada Concepción… Esta plenitud es prodigiosa… es única… es de siempre. -De no ser así el ángel no hubiera dicho esas palabras, pues muchos santos ha habido muy santos y con mucha gracia de Dios, pero con esa plenitud ninguno; al menos, al momento de nacer, por el pecado original no tenían gracia alguna. -Pero María no es así, en todo momento y siempre, es la llena de gracia… luego nunca con pecado, ni siquiera original. -Por tanto, al llamarla el ángel «la llena de gracia», la llama Inmaculada.-Saborea estas dulcísimas palabras y da gracias al ángel por haber hecho este panegírico tan hermoso de María Inmaculada.

3º La Iglesia.-Diecinueve siglos suspiró la Iglesia por este Dogma. -Contempla el magnífico desfile: son los Santos Padres, los Doctores, los escritores eclesiásticos, los místicos y ascéticos, los santos todos y en especial los mas enamorados de María, los que han tejido sin cesar una corona de alabanzas a su Inmaculada Concepción. Son las vírgenes de la Santa Iglesia que por Imitar su pureza inmaculada se consagraron a Ella, con voto de virginidad.-Mira cuantas son y qué hermosas… ¡qué ejército tan escogido!… es el ejército blanco de María Inmaculada. -Fue todo el pueblo cristiano que la aclamaba hasta en sus cantares, pura y limpia en su Concepción. No ha habido dogma más hondamente sentido, ni más comprendido por todos que éste. –Y fue entonces, cuando después de diecinueve siglos, el Papa Pío IX, recogiendo ese anhelo y esas alabanzas, teje con ellas la corona definitiva de la definición dogmatica de la Inmaculada Concepción. – Detente a contemplar así a María, como el objeto de las alabanzas de toda la Iglesia en este misterio, y mira cómo se cumplen sus palabras: «me llamaran Bienaventurada todas las generaciones»…

4º María.-Ella misma confirma las palabras infalibles del Papa. – Es la Virgen blanca de Lourdes que después de diez y siete apariciones, por fin se declara a aquella niña y la dice: «Soy la Inmaculada Concepci6m.-Las fuentes milagrosas, de los millares de peregrinos, los enfermos innumerables, las plegarias incesantes y los canticos perennes de Lourdes, son un eco de estas palabras y una confirmación de la definición pontificia. -¡María es Inmaculada en su Concepción. Recuerda esta historia de Lourdes y también tú en espíritu únete a este coro de alabanzas que allí sin cesar se entonan a María Inmaculada.

5º Nosotros. -Dios, el Ángel, el Papa, María misma, son los testimonios que proclaman ese Dogma… y nosotros ¿qué haremos?, ¿alegrarnos gozarnos en él?… No basta… Podemos y debemos tomar parte en él… María Inmaculada es una Capitana con su ejército, en contra de la serpiente el suyo. – Tenemos que alistarnos en las banderas de María y luchar contra el pecado en todas sus manifestaciones: tibieza, ingratitud, amor propio… sólo así seremos imitadores de María Inmaculada. ¡Guerra, pues, al pecado por María Inmaculada!

El mundo enemigo

16 miércoles Jul 2014

Posted by manuelmartinezcano in P. Manuel Martínez Cano, Uncategorized

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Su Santidad Francisco nos ha dicho varias veces que estemos alerta ante la mundanidad, que el diablo quiere que la Iglesia sea mundana, muy mundana. Como buen jesuita, nos recuerda una de las tres peticiones de San Ignacio en los Ejercicios Espirituales: “Pedir conocimiento del mundo, para que aborreciendo, aparte de mí las cosas mundanas y vanas.” El mundo es el conjunto de los hombres y mujeres malos y corruptores que públicamente presumen de pecadores, con la intención satánica de inducir a otros a pecar y perder la fe. Es el escándalo globalizado y democrático que pervierte las mentes y los corazones de los que afirman que no necesitan a Dios. Les basta la diosa democracia. No se alteren, por favor, que es malo para la salud. El divorcio, el aborto, el mal llamado matrimonio homosexual, la eutanasia, los espectáculos aberrantes y bestiales, etc. claman al Cielo y lo ha traído la democracia.papa_francisco_noticia_getty_1205

En su primera carta, San Juan dice: “Sabemos que somos de Dios, mientras que el mundo todo está bajo el maligno” (1ª Jn 5, 19). El mundo está gobernado por el demonio, a quien Jesús llama: “el príncipe de este mundo” (Jn 12, 31). El diablo: “es príncipe de todos los malos que hay en el mundo” (San Agustín). Y hoy hablamos de un mundo globalizado democráticamente. “Todo cuanto hay en el mundo es concupiscencia de la carne, concupiscencia de los ojos y soberbia de la vida” (1ª Jn 2, 16).

El mundo es el conjunto de los hombres malvados que odian a Cristo y a su Iglesia. “El mundo me odia” dice Cristo, y advierte a sus discípulos: “Si el mundo os odia sabed que primero me odió a mí” (Jn 15, 18). Las obras del mundo son perversas, diabólicas, por eso Cristo lo condena: “Yo he dado testimonio de que sus obras son malas” (Jn 7, 7). El pecado cometido públicamente con la intención satánica de tentar a otros para que pequen es el pecado por antonomasia del mundo democrático: “Ay del mundo por sus escándalos”, dice el Señor (Mt 18, 7)

El mundo es el conjunto de “valores” de los hombres y mujeres necios, frívolos, pecadores, corruptos, escandalosos… El mundo son las riquezas, los placeres, honores, medios de comunicación inmorales, las modas indecentes, consumismo, nazismo, anarquismo, liberalismo, capitalismo salvaje, democratismo. Todo sin Dios y contra Dios.

El mundo es el reino del demonio que “anda en torno nuestro mirando a quien devorar” en la tierra, para llevarnos con él eternamente al infierno. Lo último que he leído del Papa Francisco: “Es una contradicción pensar en cristianos que se odian. Es una contradicción. Y esto busca siempre el diablo: hacer que nos odiemos. Porque siembra la cizaña y el odio. Él no conoce del amor, el amor es de Dios.” Y el demonio es odio.

P. Manuel Martínez Cano, mCR.

Gracia y oración

16 miércoles Jul 2014

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1. NOCIÓN DE GRACIA

En el cristiano hay dos clases de vida: Una natural y otra sobrenatural. La vida natural procede de la unión del alma con el cuerpo. La vida sobrenatural consiste en la maravillosa unión del alma con Dios, por la gracia santificante, que recibimos por los sacramentos.

La gracia es un don sobrenatural que Dios concede para alcanzar la vida eterna.

Se llama gracia porque Dios, en virtud de los méritos de Jesucristo, nos la concede gratuitamente, sin haberla merecido nosotros.

Hay dos clases de gracia: la gracia santificante y la gracia actual.

dios_padre_trinidadLa gracia santificante es un don sobrenatural, infundido por Dios en el alma de modo permanente, que nos hace santos y participantes de la vida divina.

La gracia actual es un auxilio de Dios que ilumina nuestro entendimiento y mueve nuestra voluntad para obrar el bien y evitar el mal en orden a la salvación eterna.

El Papa Pablo VI dijo que “la participación en la naturaleza divina, que los hombres reciben como don mediante la gracia de Cristo, tiene cierta analogía con el origen, el crecimiento y el sustento de la vida natural”.

El Señor que conoce nuestra debilidad para cumplir los Mandamientos y obrar como corresponde a nuestra dignidad de hijos de Dios, nos concede el auxilio sobrenatural de la gracia para que seamos buenos hijos de Dios.

2. EFECTOS DE LA GRACIA SANTIFICANTE

La gracia santificante produce en el cristiano los siguientes efectos: eleva a un estado sobrenatural; convierte al justo en amigo de Dios, hijo de Dios, heredero del Cielo y templo del Espíritu Santo.

La gracia santificante eleva al hombre al estado sobrenatural y le hace participar de la divina naturaleza: “Habéis sido lavados, habéis sido santificados, habéis sido justificados en el nombre del Señor Jesucristo y en el Espíritu de nuestro Dios” (1Cor 6, 11). “Vestíos del hombre nuevo, creado según Dios en justicia y santidad verdaderas” (Ef 4, 24).

Así como el fluido eléctrico transforma la bombilla y la savia produce en el árbol hojas, flores y frutos, de la misma manera la gracia santificante produce frutos sobrenaturales en el alma.

La gracia santificante convierte al justo en amigo de Dios. Lo dijo el mismo Jesús: “Vosotros sois mis amigos si hacéis lo que yo os mando. Ya no os llamo siervos, porque el siervo no sabe lo que hace su señor; a vosotros os llamo amigos, porque todo lo que oí a mi Padre os lo he dado a conocer” (Jn 15, 14).

La gracia santificante convierte al justo en hijo de Dios y heredero del cielo. San Pablo, en su carta a los romanos, dice: “No habéis recibido el espíritu de siervo para recaer en el temor, antes habéis recibido el espíritu de adopción, por el cual clamamos: ¡Abba, Padre! El Espíritu mismo da testimonio con nuestro espíritu de que somos hijos de Dios, y si hijos, también herederos de Dios, coherederos de Cristo” (Rom 8, 15).

La gracia santificante convierte al justo en templo del Espíritu Santo. “¿No sabéis que sois templos de Dios y que el Espíritu de Dios habita en vosotros?” (1Cor 3, 16).

 3. AUMENTO Y PÉRDIDA DE LA GRACIA SANTIFICANTE

La gracia santificante aumenta en el alma por medio de la oración, los sacramentos y las buenas obras. Se pierde por el pecado mortal.

La gracia santificante aumenta por medio de la oración, los sacramentos y las buenas obras. “El que es justo practique más la justicia, y el que es santo santifíquese más” (Apoc 22, 11). “Si alguno dijere que la justicia recibida no se conserva y también que no se aumenta delante de Dios por medio de las buenas obras… sea anatema” (Concilio de Trento).

La gracia santificante se pierde por el pecado mortal. Frente a la doctrina de Calvino sobre la imposibilidad de perder la gracia y frente a la doctrina de Lutero, según la cual el estado de gracia sólo se pierde por el pecado de incredulidad, el concilio de Trento enseñó que: “no sólo por el pecado de infidelidad, sino por cualquier otro pecado mortal, se pierde la gracia de la justificación”.

El que está en pecado mortal puede hacer obras buenas, pero con ellas no merece ni la gracia ni la gloria, aunque puede alcanzar de la misericordia divina la gracia de su conversión.

“Vigilad y orad para que no caigáis en tentación” (Mt 26, 41). “El que cree estar en pie, mire no caiga” (1Cor 10, 12).

4. NECESIDAD DE LA GRACIA ACTUAL

El hombre necesita de una fuerza que está por encima de su capacidad natural (esa fuerza es el don gratuito de la gracia actual sobrenatural), sin la cual no puede pensar, ni hacer nada, en orden a su salvación eterna. “Pues Dios es el que obra en nosotros el querer y el obrar” (Fil 2, 13).

Dice Nuestro Señor Jesucristo: “Yo soy la vid, vosotros los sarmientos. El que permanece en mí y yo en él, ese da mucho fruto, porque sin mí no podéis hacer nada” (Jn 15, 5). San Agustín comentando estas palabras de Jesús, dice: “Para que nadie piense que el sarmiento podría producir por sí sólo al menos un pequeño fruto, el Señor no dijo: ”Sin mí podéis hacer poco», sino que afirmó rotundamente: “Sin mí no podéis hacer nada”. Así, pues, sea poco o mucho, nada se puede hacer sin Aquel fuera del cual nada es posible hacer».

“Dios Nuestro Señor quiere que todos los hombres se salven” (1Tim 2, 4). Y para que se salven el Señor concede a todos la gracia actual para cumplir los preceptos divinos: “Fiel es Dios, que no permitirá que seáis tentados sobre vuestras fuerzas; antes dispondrá con la tentación el éxito para que podáis resistirla” (1Cor 10, 13).

Ahora bien, Cristo nos exhorta a la lucha: “Entrad por la puerta estrecha, porque ancha es la entrada y espacioso el camino que lleva a la perdición, y son muchos los que entran por ella; mas ¡qué estrecha la entrada y qué angosto el camino que lleva a la vida!, y pocos son los que la encuentran” (Mt 7, 13).

“Dios no abandona a los justos con su gracia si no es abandonado antes por ellos” (San Agustín).

5. MÉRITO SOBRENATURAL

Todo acto moralmente bueno tiene su mérito o valor moral y es digno de un premio. A un mérito corresponde un premio. “Venid, benditos de mi Padre, y tomad posesión del reino de los cielos… porque tuve hambre y me disteis de comer” (Mt 25, 34). “Cada uno recibirá su recompensa conforme a sus obras” (1Cor 3, 8).

Para que el alma consiga un mérito sobrenatural es necesario que la obra meritoria sea conforme a la ley de Dios, que se realice con libertad y en gracia de Dios.

La persona que hace el acto meritorio ha de estar en estado de peregrinación terrenal: “Mientras hay tiempo hagamos el bien a todos” (Gal 6, 10), porque “el tiempo de merecer solamente lo ha dado Dios a los hombres en esta vida” (San Fulgencio).

La obra meritoria ha de hacerse en estado de gracia: “Lo mismo que el sarmiento no puede dar fruto por sí mismo, si no permanece en la vid, así tampoco vosotros si no permanecéis en mí” (Jn 15, 4).

La pérdida de la gracia santificante por el pecado mortal tiene como consecuencia la pérdida de todos los méritos. Pero según doctrina general de todos los teólogos, los méritos reviven en el alma cuando se restaura el estado de gracia santificante, con una buena confesión.

6. LA ORACIÓN

Orar es hablar con Dios, Nuestro Padre Celestial, para alabarle, darle gracias y pedirle toda clase de bienes.

 San Juan Damasceno decía que “la oración es la elevación del alma a Dios”, “la petición a Dios de las cosas convenientes”. Santo Tomás, recogiendo las dos definiciones anteriores, enseña que “la oración es la elevación de la mente a Dios para alabarle y pedirle cosas convenientes a la eterna salvación”.María Reza 2

 Como la oración es una elevación de la mente a Dios, el que está completamente distraído, el que no cae en la cuenta de que está hablando con Dios, en realidad no hace oración.

La Iglesia ha enseñado siempre a orar. No para cambiar la providencia divina, que es absolutamente inmutable, sino para obtener de Dios lo que desde toda la eternidad ha determinado conceder a la oración. Como si el Señor hubiera dicho desde toda la eternidad: “Concederé tal cosa si se me pide, y si no, no”.

La oración eleva y engrandece nuestra dignidad de personas humanas. Nunca es más grande el hombre que cuando está de rodillas orando. El trato humilde, amoroso y confiado con Dios proporciona al alma gozo y consuelo espiritual.

7. NECESIDAD DE LA ORACIÓN

La oración no sólo es conveniente para el hombre, sino que es absolutamente necesaria. La oración es como la respiración y alimento del alma.

El mandato divino consta expresa y repetidamente en la Sagrada Escritura: “Vigilad y orad” (Mt 26, 41); “pedid y recibiréis” (Mt 7, 7); “orad sin intermisión” (1Tim 5, 17); “permaneced vigilantes en la oración” (Cel 4, 2).

Es doctrina común y absolutamente cierta en teología que la oración es necesaria para la salvación de los adultos. San Alfonso María de Ligorio, dice: “El que reza, se salva ciertamente, y el que no reza, ciertamente se condena. Si dejamos a un lado los niños, todos los demás bienaventurados se salvaron porque rezaron, y los condenados se condenaron porque no rezaron. Y ninguna otra cosa les producirá en el infierno más espantosa desesperación que pensar que les hubiera sido cosa muy fácil el salvarse, pues lo hubieran conseguido pidiendo a Dios sus gracias, y que ya serán eternamente desgraciados porque pasó el tiempo de la oración”.

“Dios no manda imposibles, y al mandarnos una cosa, nos avisa que hagamos lo que podamos y pidamos lo que no podamos y nos ayuda para que podamos” (San Agustín).

La oración más excelente es el Padrenuestro; también podemos hacer oración a la Virgen, a los ángeles y a los santos, para que intercedan por nosotros ante Dios. Las principales oraciones a la Virgen María son el Avemaría y la Salve.

8. EFICACIA DE LA ORACIÓN

Si oramos conseguiremos de Dios todo lo que necesitamos para ser santos y salvarnos.

La oración es de eficacia infalible, como afirma Cristo Nuestro Señor: “Pedid y se os dará, buscad y hallaréis, llamad y se os abrirá. Porque todo el que pide, recibe; el que busca, halla; y al que llama se le abrirá. ¿O hay acaso alguno entre vosotros que al hijo que le pide pan le da una piedra, o si le pide un pescado le da una culebra? Si, pues, vosotros, siendo malos, sabéis dar cosas buenas a vuestros hijos, ¡cuánto más vuestro Padre que está en los cielos dará cosas buenas a los que se las pidan!” (Mt 7, 711).

“Todo cuanto con fe pidiereis en la oración yo lo haré” (Mt 21, 22). “Cualquier cosa que pidiereis en mi nombre, eso haré, para que sea glorificado el Padre en el Hijo. Si algo me pidiereis en mi nombre, Yo lo haré” (Jn 14, 13 y 14).

Para que nuestra oración tenga eficacia infalible se requiere que uno pida algo para sí mismo, que lo que pida sea necesario o conveniente para la salvación y que lo pida en nombre de Jesucristo.

Podemos y debemos orar también por todas las personas capaces de alcanzar la gloria eterna, sin excluir ni a herejes ni a excomulgados, ni a nuestros enemigos. La caridad cristiana y a veces la justicia nos urge esta obligación: “Orad unos por otros para que os salvéis” (Sant 5, 16).

Para que nuestra oración sea agradable a Dios hemos de orar con la reverente atención que se debe a la Majestad divina; con la humildad del pobre pecador necesitado; con la confianza del hijo para con el Padre y con la perseverancia que tanto inculcó Nuestro Señor Jesucristo.

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