Llegado el tiempo dichoso fijado por Dios para la salvación del mundo fue concebida la Santisima Virgen, pero no como los demás hombres, sino pura y sin mancha, sin contraer el pecado original. Meditemos los testimonios que nos aseguran esta consoladora verdad.
1º Dios.-Recuerda el pecado de Adán y Eva y el castigo del señor. –Maldice Dios a la serpiente con estas palabras: «Pondré enemistades entre ti y la Mujer, entre tu descendencia y la suya. Ella quebrantara tu cabeza y tú estarás siempre bajo sus pies». -En estas palabras considera tres cosas: 1ª, que una mujer prodigiosa su descendencia se vengarían de la serpiente 2ª, que entre la Mujer y la serpiente habría enemistades perpetuas, y 3ª, que el demonio quedará vencido por la victoria de esa Mujer. –Pues bien, si María no hubiera sido Inmaculada y hubiera tenido algún pecado, no hubieran sido perpetuas esas enemistades, ya que el pecado es un acto de amistad con el demonio… Y además, no sería Ella la vencedora sino la vencida, pues en el pecado el que triunfa es el demonio; y el hombre, el esclavo que queda derrotado. –Nota bien, que esa victoria de la Mujer y de su descendencia y que esta descendencia es su Hijo Jesucristo, y nosotros, que somos hermanos de Cristo… somos descendencia de María, pues es nuestra Madre. -Luego, con Ella y por Ella debemos luchar contra el demonio y así imitaremos mas su pureza inmaculada, al luchar y vencer a Satanás.
2º El ángel.-En aquellas palabras «Dios te salve, la llena de gracia», el Ángel llama a la Virgen claramente Inmaculada porque… ¿cuando y como se llenó María de gracia? Precisamente en su Inmaculada Concepción… Esta plenitud es prodigiosa… es única… es de siempre. -De no ser así el ángel no hubiera dicho esas palabras, pues muchos santos ha habido muy santos y con mucha gracia de Dios, pero con esa plenitud ninguno; al menos, al momento de nacer, por el pecado original no tenían gracia alguna. -Pero María no es así, en todo momento y siempre, es la llena de gracia… luego nunca con pecado, ni siquiera original. -Por tanto, al llamarla el ángel «la llena de gracia», la llama Inmaculada.-Saborea estas dulcísimas palabras y da gracias al ángel por haber hecho este panegírico tan hermoso de María Inmaculada.
3º La Iglesia.-Diecinueve siglos suspiró la Iglesia por este Dogma. -Contempla el magnífico desfile: son los Santos Padres, los Doctores, los escritores eclesiásticos, los místicos y ascéticos, los santos todos y en especial los mas enamorados de María, los que han tejido sin cesar una corona de alabanzas a su Inmaculada Concepción. Son las vírgenes de la Santa Iglesia que por Imitar su pureza inmaculada se consagraron a Ella, con voto de virginidad.-Mira cuantas son y qué hermosas… ¡qué ejército tan escogido!… es el ejército blanco de María Inmaculada. -Fue todo el pueblo cristiano que la aclamaba hasta en sus cantares, pura y limpia en su Concepción. No ha habido dogma más hondamente sentido, ni más comprendido por todos que éste. –Y fue entonces, cuando después de diecinueve siglos, el Papa Pío IX, recogiendo ese anhelo y esas alabanzas, teje con ellas la corona definitiva de la definición dogmatica de la Inmaculada Concepción. – Detente a contemplar así a María, como el objeto de las alabanzas de toda la Iglesia en este misterio, y mira cómo se cumplen sus palabras: «me llamaran Bienaventurada todas las generaciones»…
4º María.-Ella misma confirma las palabras infalibles del Papa. – Es la Virgen blanca de Lourdes que después de diez y siete apariciones, por fin se declara a aquella niña y la dice: «Soy la Inmaculada Concepci6m.-Las fuentes milagrosas, de los millares de peregrinos, los enfermos innumerables, las plegarias incesantes y los canticos perennes de Lourdes, son un eco de estas palabras y una confirmación de la definición pontificia. -¡María es Inmaculada en su Concepción. Recuerda esta historia de Lourdes y también tú en espíritu únete a este coro de alabanzas que allí sin cesar se entonan a María Inmaculada.
5º Nosotros. -Dios, el Ángel, el Papa, María misma, son los testimonios que proclaman ese Dogma… y nosotros ¿qué haremos?, ¿alegrarnos gozarnos en él?… No basta… Podemos y debemos tomar parte en él… María Inmaculada es una Capitana con su ejército, en contra de la serpiente el suyo. – Tenemos que alistarnos en las banderas de María y luchar contra el pecado en todas sus manifestaciones: tibieza, ingratitud, amor propio… sólo así seremos imitadores de María Inmaculada. ¡Guerra, pues, al pecado por María Inmaculada!