Contracorriente

~ Blog del P. Manuel Martínez Cano, mCR

Contracorriente

Archivos diarios: 30 julio, 2014

Recapitulación primera

30 miércoles Jul 2014

Posted by manuelmartinezcano in Uncategorized

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«El octavo día» ha tenido doce emisiones, una por semana. En los diez minutos de cada una sólo caben algunas pinceladas, que en espacios sucesivos se van ordenando para diseñar una figura intangible. Mas no todos los que me otorgan el honor, que no sé cómo agradecer, de abrirme la puerta de sus casas, habrán podido seguir la línea en su totalidad. Por eso, acaso no sea inútil volver la mirada, evocar la finalidad general de «El octavo día», y subrayar algunos rasgos salientes de lo dicho hasta ahora. La finalidad se ajusta a estas palabras del Concilio: «Cristo es la luz de los pueblos… y su claridad resplandece en el rostro de la Iglesia». Muchos lamentan, no sin motivo, que en algunos sectores responsables se presente a la Iglesia no como luz, sino como espectáculo de confusión. «El octavo día» se propone difundir un poco de claridad. No, bien lo sabe Dios, porque el que habla tenga luz propia o presuma de resolver problemas difíciles. Habla solamente como obispo, servidor de la Iglesia; es decir, no emitiendo opiniones personales, sino la enseñanza de la Iglesia universal, cuyo maestro y portavoz supremo es el Papa.16873245 En la vida humana hay siempre zonas oscuras, y a la Iglesia no le faltarán nunca dificultades en su camino; pero también lleva consigo una luz inextinguible, que alumbra nuestros pasos. Lo sensato es aprovecharla, no mezclar lo claro con lo oscuro, no tapar la linterna ni sofocar su luz con las humaredas artificiales de una palabrería que aturde en vez de orientar. «El octavo día» está animado por la decisión de levantar en alto, con sencillez y seguridad, la lámpara de la doctrina de la Iglesia. La luz viene de Jesucristo, camino, verdad y vida. La Iglesia no es más que resonador de su voz, y cuando sus ministros comparecen ante el mundo, no han de hacerlo para exhibirse a sí mismos (sus planes, su sabiduría, su poder), sino para elevar la atención hacia el misterio luminoso de Cristo. Como nos avisaba hace poco el arzobispo de Toledo, es necesario hablar menos de las estructuras de la Iglesia y más de Dios y sus misterios. El fundamento de todo, al que hemos dedicado los dos primeros espacios, es la presencia salvadora de Cristo resucitado. La Iglesia es más que una asociación de personas que buscan la verdad o que comparten unas ideas y actitudes; su enlace con Cristo es más que con un fundador o un maestro lejano: Cristo es su vida, no sólo por lo que dice, sino por lo que El mismo es y hace, por encima de los límites humanos. Todos los hombres necesitamos un ideal. Un ideal digno de este nombre es algo que dé sentido a la totalidad de nuestra vida, incluida la muerte; algo que mantenga tensado nuestro espíritu y que encauce nuestras energías, como una vocación que, al mismo tiempo, nos levante, vincule y libere. Muchos hombres desesperan de poder levantar los ojos hacia un ideal, sospechando que esta pretensión sea un sueño ilusorio, o se limitan a ideas y programas parciales y pasajeros. Cristo se nos ofrece como ideal pleno, no soñado, sino realizado. El nos revela y nos comunica el amor del Padre; nos hace hijos; transforma nuestra vida por el amor y la esperanza; nos conduce hacia la victoria sobre el pecado, el dolor y la muerte. Su luz y la eficacia del amor fraterno contribuyen también a mejorar las condiciones de la vida temporal, pero la esperanza del reino de Dios no se identifica con ningún futuro que sea obra de los hombres y, por eso mismo, no se disipa cuando llega la hora de la debilidad o de la muerte. Y porque Cristo resucitado es el corazón viviente de la Iglesia, ésta tampoco se identifica del todo con nosotros, sus miembros. Es más que nosotros: es nuestra madre. Dos veces hubimos de tomar en consideración a quienes piensan que esta realidad sencilla y hermosa de Cristo en su Iglesia queda oprimida por la carga de los dogmas o de las verdades que hay que creer. Algunos menosprecian las verdades de la fe en nombre de la vida o con el pretexto de la humildad o de la libertad y unidad de los hombres. Hemos visto que la verdad cristiana es precisamente la expresión de la vida plena, que se nos da por la persona de Cristo. Y, como verdad y vida son inseparables, lo que se esconde realmente en el desprecio de la verdad, es el desprecio de esa plenitud de vida que Cristo nos aporta, para encerramos en los límites de nuestros proyectos o de la acción humana. Hemos visto que la firme orientación que nos da la fe, en medio de las oscuridades, no se funda en la presunción orgullosa de ser, nosotros, propietarios de la verdad. Se funda en un don de Dios, que todos hemos de acoger con humilde gratitud, que a .todos se ofrece y a todos ha de juzgar. Y no puede haber amor a los hombres sin amor a la verdad, que es la que nos hace libres. Por eso mismo hicimos notar cómo, según el Concilio y en contra de lo que algunos propalan, la acción misionera sigue siendo, como siempre, una función primaria de la Iglesia. E indicamos cómo se relaciona con la predicación del Evangelio la buena fe de los que caminan a tientas hacia Dios, sin conocer todavía la verdad. Pero, sobre todo, «El octavo día» iba mirado con simpatía fraternal a los innumerables «hijos del pueblo que respiran confiadamente la atmósfera de la fe y que ahora se ven acusados de poseer una fe de inferior calidad, porque no entienden las interpretaciones nuevas que algunos tratan de imponerles. Puedo afirmar que el móvil principal de «El octavo día» ha sido decir a todos, como si me dirigiese a mi madre: «No desconfiéis de vuestra fe. Es válida, para la vida y para la muerte. La fe cristiana no es más accesible para los que presumen de sabios que para los sencillos, los auténticamente inteligentes. ¿Os invitan a renovaros? Si es una invitación a mejorar en amor de Dios, en amor del prójimo, en desprendimiento, en colaboración activa con la Iglesia, en asimilación ,más honda de las verdades y valores del Evangelio…, aceptadla. Si os invitan a cancelar, por inútil, la formación, a veces muy honda, que habéis recibido o heredado de la madre Iglesia, rechazad la invitación; no viene de Dios. En ciertos ambientes de confusión, esto exigirá que cada uno sepa defender su fe. Para tal autodefensa hemos dado criterios en «El octavo día». Será conveniente recapitularlos de nuevo. Lo haremos en la próxima emisión.

Monseñor José Guerra Campos

 

Vida después de la vida

30 miércoles Jul 2014

Posted by manuelmartinezcano in P. Manuel Martínez Cano, Uncategorized

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Hace treinta años me regalaron el libro “vida después de la vida”. Vivía en una aldea de la Alcarria conquense. El contenido de la obra eran varios testimonios de personas que, después de muertas volvieron a la vida, tras contemplar paisajes hermosísimos, luces divinas, jardines paradisíacos y belleza, mucha belleza. Este verano del 2014 una periodista y antigua alumna me regaló un libro en el que la autora afirma que estuvo nueve minutos en el cielo. Dios lo puede todo, indiscutiblemente, pero la revelación divina nos dice: “Está instituido que todo hombre muera una sola vez, y después el juicio” (Heb 9,27).

E85La muerte es la separación del alma y el cuerpo que volverán a unirse el día del juicio universal. El cuerpo hecho de barro, vuelve a la tierra: “Recuerda que eres polvo y en polvo te has de convertir” (Gen 3,19). El cuerpo separado del alma es un cadáver frío, inmóvil, insensible… Y el alma ¿qué? El alma es espiritual e inmortal, vivirá eternamente en el cielo o en el infierno. El alma separada del cuerpo y limpia de todo pecado y pena temporal se une a Dios para siempre en eterna y gozosa felicidad. “La hermosura del cuerpo es el alma y la hermosura del alma es Dios” (San Agustín).

El demonio dijo a Eva que no moriría si comía del fruto de la ciencia del bien y del mal “de ninguna manera moriréis” (Gen 3,4); y murieron. Y, por su desobediencia también morimos nosotros ¿Cuándo?: “Velad, pues, porque no sabéis cuando llegará vuestro Señor” (Mt 24, 42). “Oculto está el último día, para que observemos todos los días” (San Agustín). “Acuérdate de tus postrimerías (muerte, juicio, infierno y cielo) y no pecarás jamás” (Eclo 7, 40).

Señora, Reina y Madre nuestra, Santa María, que muramos en gracia de Dios: ruega por nosotros pecadores, ahora y en la hora de nuestra muerte.

P. Manuel Martínez Cano, mCR.

Post mortem Francisco Franco: obispos Teruel y Tuy-Vigo

30 miércoles Jul 2014

Posted by manuelmartinezcano in Uncategorized

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Obispo de TERUEL y ALBARRACIN. El Boletín Oficial de estas Diócesis, diciembre 1975, reprodu­ce el Testamento de Francisco Franco (págs. 389-90). «… Caudillo de la Patria y cristiano ejemplar». (Telegrama del Obispado al Consejo de Regencia: Boletín citado, pág. 390). …«Este no es momento ni lugar para elogiar ni para enjuiciar». (…). «Aleccionados por el ejemplo de su vida sencilla y austera, dedicada, consagrada totalmente al servicio de la Pa­tria, pedimos, agradecidos a su último mensaje, que el Señor acepte complacido y benigno la obra de su fiel servidor Fran­cisco Franco, que ni en vida ni en muerte se avergonzó ni disi­muló su fe cristiana, que siempre se profesó creyente, privada y públicamente, e hijo fiel de la Iglesia, y quiso hacer la voluntad de Dios que le destinó a tan altos y responsables puestos en su pueblo. (…).franco12 «Ojalá que la muerte cristiana y ejemplar de nuestro Jefe de Estado sea para lodos los españoles una fuerte llamada, una eficaz gracia actual de Dios, en este Año Santo de renovación interior, de conversión profunda, de reconciliación. Este sería su último y perenne mensaje en las cercanías de la Navidad, ya que nos tenía acostumbrados a aquellos mensajes de fin de año. Atención, pues, españoles, con su muerte nos habla el Jefe del Estado español». (Homilía: Boletín citado, págs. 392, 393.)  Obispo Administrador Apostólico TUY-VIGO. «…En estas horas luctuosas confiamos en que Cristo hará partícipe de su gloria a Francisco Franco, el hombre creyente que miró los acontecimientos sabiendo que todo era conducido por la mano de la Providencia, aunque no cejara en poner los medios conducentes a lograr su objetivo de engrandecer a su Pueblo; el hombre creyente que se manifestó y vivió como católico, con honestidad y limpieza de conducta ejemplares, con lealtad y total entrega a su Patria; el hombre creyente que quiso acertar en la aplicación de los principios cristianos a su actua­ción de gobernante. Por si fueran poco convincentes las mani­festaciones de cristiano que dio a lo largo de su vida, ahí está su mensaje último como testimonio de fe, de esperanza y de amor virtudes teologales que acreditan el vivir cristiano. (…) Una muerte es para los cristianos signo de esperanza. Lo es excepcionalmente la muerte de Francisco Franco. Por lo que él fue y por lo que él hizo. Por su vida de creyente esperamos que el Señor le haya recibido definitivamente en su paz. Por su vida de ciudadano esperamos que esta España, a la que él amó apa­sionadamente, sea fiel a sus deseos de constituir una comunidad en la que todos, unidos, tengan cabida y participación»… (Homilía:   Boletín Oficial del Obispado, diciembre   1975, pags. 475, 476, 477.)

Meditación sobre María Inmaculada: su grandeza

30 miércoles Jul 2014

Posted by manuelmartinezcano in Meditaciones de la Virgen, Uncategorized

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Aunque por tratarse de un misterio no podemos profundizar en él, pues nos perdemos en su inmensidad, no obstante, es muy dulce y consolador meditar las razones que a nuestro entendimiento se le alcanzan fácilmente, para convencemos de cómo María tuvo que ser Inmaculada.

1º Reina de los ángeles.- María tenía que reinar sobre los mismos ángeles· y ellos honrarse y alegrarse con tal Reina.-Pero ¿cómo habían de tener por tal a una criatura menos pura y perfecta- que ellos?… ¿una criatura que aunque por poco tiempo hubiera sido esclava del pecado, esto es, esclava de los otros ángeles que se rebelaron contra Dios?-Esto no es posible, la razón humana se resiste a admitir este absurdo. – Luego no hay más que sostener que María tuvo que ser pura, santa e inmaculada.

2º Hija del Padre.-Es la Hija predilecta de Dios y por lo mismo la destinó a una grandeza que, fuera de la suya, no hubiera otra igual. Quiso juntarla todo lo más posible con la divinidad, de suerte que sin llegar a ser DIOS, porque esto no es posible, fuera la que más se acercara a DIOS. Ahora bien, si Dios y el pecado son las cosas más opuestas, ¿cómo María había de acercarse tanto a Dios y a la vez tener en su corazón mancha de pecado?… Otro absurdo que no podemos admitir y que nos demuestra su Inmaculada Concepción.

inmaculada_33º Madre del Hijo.-De María, Jesús había de tomar la carne y sangre que como hostia pura y santa ofreciera en la Cruz por la humanidad, pues ¿cómo había de ser pura y santa esa hostia si en su origen estuvo manchada de pecado? … además nadie ha podido elegir madre…, todos hemos tenido la que Dios nos dio…, pero en Cristo no fue así.  Él se eligió y formó su Madre como quiso… ahora bien, pudiendo formarla bellísima, pura y santísima, en su concepción ¿la iba a preferir manchada y esclavizada al pecado?… El pueblo cristiano hace muchos siglos decía: «Si no pudo, no es Dios; si pudo y no quiso, no es Hijo; digan, pues, que pudo y quiso»… esto es, no pudo ser por falta de poder, pues Dios todo lo puede, y si pudo formar en gracia a Adán y Eva ¿por qué no a María? Si pudo y no quiso, no demostró un amor digno de un buen hijo a su madre, pues la privó de una belleza y hermosura que precisamente era la que Ella más amaba. Luego, no tuvo más remedio que hacerla Inmaculada.

4º Esposa del Espíritu Santo.-La vida del Espíritu Santo es la gracia santificante y tanto quiso a María, que se desposó con Ella, y le dio su gracia en toda su plenitud… «la llena de gracia». El mismo fue el que misteriosamente y con una operación llena del poder y de la pureza infinita de Dios, formó en el seno de María la habitación para el Hijo de Dios… ¿es posible que una unión tan perfecta e íntima entre María y el Espíritu Santo…, una operación tan santa y divina como, la encarnación del Verbo… todo eso fuera a hacerse en una carne manchada de pecado?… ¿Sería esto digno de Dios? David preparó para hacer un templo, a Dios, lo mejor que encontró en la tierra… y el Espíritu Santo «para formar aquella Viva habitación del Verbo ¿no había de juntar lo mejor del Cielo? Pues entonces, no pudo haber ni sombra de pecado, ya que esto repugnaría en extremo al Hijo de Dios.

5º Nosotros mismos. –Si amamos un poco a María ¿no nos gozamos en verla inmaculada y en ese misterio no vemos como resumida toda la belleza de María? Si Dios nos hubiera dado “a nosotros libertad y poder para dar a María lo que quisiéramos, ¿no la hubiéramos, hecho así… Inmaculada… purísima… y santísima?… ¿nos hubiera gustado verla sucia y manchada por el pecado?… ¿Diríamos que la amábamos de veras entonces? Luego, convéncete que ni el Padre, ni el Hijo, ni el Espíritu Santo, pudieron hacer otra cosa, más que darle la pureza Inmaculada que posee. Termina dando gracias a Dios por haber hecho así a María… y la enhorabuena a María por ese privilegio… y el parabién a toda la humanidad por tener una Madre así y sólo así.

El bautismo

30 miércoles Jul 2014

Posted by manuelmartinezcano in Uncategorized

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  1. NOCIÓN DE BAUTISMO

El Bautismo es el sacramento de la regeneración por el que somos incorporados a Cristo y nacemos a la vida sobrenatural de la gracia.

Por el Bautismo nos hacemos hijos de Dios y herederos del cielo.

El Bautismo es el fundamento de toda vida cristiana porque nos da la gracia, las virtudes infusas, los dones del Espíritu Santo y nos abre la puerta de la vida sobrenatural.

El Bautismo da la gracia santificante, quita el pecado original y todos los demás que tuviere el que se bautiza y las penas debidas por ellos; concede las gracias actuales necesarias para vivir cristianamente e imprime en el alma el carácter sacramental, que nos hace cristianos para siempre.

Por el carácter sacramental el bautizado queda incorporado al Cuerpo Místico de Cristo, a la Iglesia, y se consagra a Jesucristo con la obligación de llevar una vida cristiana; obligación que nadie ni nada le puede dispensar.bautismo1

  1. EL BAUTISMO INSTITUIDO POR CRISTO

Los datos que nos proporcionan el Evangelio no permiten fijar con exactitud el momento en que Cristo instituyó el Bautismo.

San Buenaventura procuró armonizar las distintas opiniones de los teólogos: el Bautismo fue instituido, en cuanto a su elemento material, cuando Cristo se hizo bautizar en el Jordán y en cuanto a su fórmula sacramental, cuando Jesús dijo: «Bautizad en el nombre del Padre y del Hijo y del Espíritu Santo» (Mt 18, 19).

Jesús dijo a Nicodemo que el Bautismo es necesario para salvarse: “En verdad, en verdad te digo: El que no nazca del agua y del Espíritu no entrará en el Reino de Dios” (Jn 3,5).

El sentido del sacramento del Bautismo aparece claramente en los ritos de su celebración. Se inicia la celebración con la señal de la cruz que significa la redención que Cristo nos ha adquirido por su cruz. El anuncio de la Palabra de Dios significa la iluminación del bautizando con la verdad revelada y su respuesta de fe a ella. Los exorcismos la renuncia a Satanás. El agua recuerda el poder del Espíritu Santo, para que los que son bautizados con ella “nazcan del agua y del Espíritu Santo” (Jn 3, 5). La unción con el santo crisma recuerda que el ungido es incorporado a Cristo, sacerdote, profeta, rey. La vestidura blanca simboliza que el bautizado ha resucitado con Cristo y se ha revestido de Cristo. El cirio que se enciende significa que Cristo ha iluminado al bautizado para que sea “luz del mundo”.

  1. LA CRUZ DE CRISTO Y EL BAUTISMO

Según el apóstol San Pablo, por el bautismo el creyente participa de la muerte de Cristo, es sepultado y resucita con Él: “Fuimos con Él sepultados por el Bautismo en su muerte, a fin de que, al igual que Cristo fue resucitado de entre los muertos por medio de la gloria del Padre, así también nosotros vivamos una vida nueva” (Rom 6, 34).

Los bautizados se han “revestido de Cristo” (Ga 3, 27). El Bautismo es un baño que purifica, santifica y justifica.

San Juan ve en el agua y la sangre que brotan del costado de Cristo crucificado la figura del bautismo y de la Eucaristía.

“Considera dónde eres bautizado, de dónde viene el Bautismo: de la cruz de Cristo, de la muerte de Cristo. Ahí está todo el misterio: Él padeció por ti. En Él eres rescatado, en Él eres salvado” (San Ambrosio).

  1. NECESIDAD DEL BAUTISMO PARA SALVARSE

Cristo afirmó que el Bautismo es necesario para salvarse: “El que crea y sea bautizado, se salvará; el que no crea se condenará” (Mc 16,16).

Nadie puede salvarse sin recibir el bautismo o sin el deseo de recibirlo. El Bautismo de agua se puede sustituir, en caso de necesidad, por el Bautismo de deseo o el Bautismo de sangre.

El Bautismo de deseo es un anhelo explícito o implícito de recibir el Bautismo sacramental; deseo que debe ir unido a un acto de contrición perfecta.

San Agustín afirma: “Meditándolo una y otra vez veo que no sólo el sufrir por el nombre de Cristo puede suplir la falta del Bautismo, sino también el tener fe y corazón converso puede suplirlo, si la brevedad del tiempo de que dispone no permitiera recibirlo”.

El Bautismo de sangre es padecer la muerte, aceptada voluntariamente por el catecúmeno, en testimonio de la fe o del amor a Dios. “El que perdiere su vida por Mí la encontrará” (Mt 10,39).

Conforme al testimonio de la Tradición y la Liturgia (festividad de los Santos Inocentes), los niños que no han llegado al uso de razón pueden conseguir el Bautismo de sangre.

En cuanto a los niños que han muerto sin estar bautizados, la Iglesia sólo puede confiarlos a la misericordia divina, como hace en el rito de las exequias que celebra por ellos. Tradicionalmente se ha enseñado que van al Limbo de los Niños.

 5. ELEMENTO MATERIAL Y FORMULA RITUAL DEL BAUTISMO

El elemento material del Bautismo es el agua natural.

El Nuevo Testamento habla sólo de agua como elemento material del Bautismo: “Renacido del agua” (Jn 3,5); “Aquí hay agua. ¿Qué impide que sea bautizado?” (Hech 8, 36).

Uno de los testimonios más antiguos de la Tradición, la Didakhé, dice: “Bautizad en el nombre del Padre y del Hijo y del Espíritu Santo con agua viva (= corriente). Si no tienes agua viva, bautiza con otra clase de agua; si no puedes hacerlo con agua fría, hazlo con agua caliente. Si no tuvieras ninguna de las dos, entonces derrama tres veces agua sobre la cabeza en el nombre del Padre y del Hijo y del Espíritu Santo”.

El agua ha de tocar el cuerpo del bautizando. La ablución puede realizarse de tres maneras: por inmersión (sumergiendo al bautizado en la piscina bautismal), por infusión (derramando agua) o por aspersión (rociando con agua).

La fórmula ritual del Bautismo son las palabras que pronuncia el ministro al aplicar el agua. Para que la fórmula ritual sea válida es necesario invocar a las tres divinas Personas y expresar la acción presente de bautizar: “N. Yo te bautizo en el nombre del Padre y del Hijo y del Espíritu Santo”.

  1. MINISTRO Y SUJETO DEL BAUTISMO

El ministro ordinario del Bautismo es el obispo, el presbítero y el diácono. En caso de necesidad, pueden bautizar los seglares, e incluso un pagano y un hereje, con tal que lo hagan en la forma que lo hace la Iglesia y que pretenda hacer lo que ella hace.

La razón teológica de que sea válido el Bautismo administrado por cualquier persona es que el Bautismo es necesario para salvarse.

Sujeto del Bautismo es cualquier persona viva que no esté bautizada.

Para que la persona que ha llegado al uso de razón reciba el Bautismo válidamente se requiere la intención de recibir el sacramento.

Para recibirlo dignamente se requiere, además, la fe y el arrepentimiento de los pecados cometidos. “El que creyere y fuere bautizado se salvará” (Mc 16,16). “Arrepentíos y bautícese cada uno de vosotros” (Hech 3,19).

Es válido y lícito el Bautismo de los niños que no tienen uso de razón: “Si alguno dijese que los párvulos, por el hecho de no tener el acto de creer, no han de ser contados entre los fieles después de recibido el Bautismo, y, por tanto, han de ser bautizados cuando lleguen a la edad de discreción, o que más vale omitir el Bautismo que no bautizarlos en la sola fe de la Iglesia, sin creer por acto propio, sea anatema” (Concilio de Trento).bautismo-jesus

Orígenes fundamenta la práctica de bautizar a los niños en la universalidad del pecado original, y afirma que esta costumbre procede de los Apóstoles.

  1. PADRINOS DEL BAUTIZADO

“En la medida de lo posible, a quien va a recibir el Bautismo se le ha de dar un padrino, cuya función es asistir en su iniciación cristiana al adulto que se bautiza, y, juntamente con los padres, presentar al niño que va a recibir el Bautismo y procurar que después lleve una vida cristiana congruente con el Bautismo y cumpla fielmente las obligaciones inherentes al mismo” (Can 872).

Para que alguien sea admitido como padrino, es necesario que:

1º Haya sido elegido por quien va a bautizarse o por sus padres o por quienes ocupan su lugar o, faltando éstos, por el párroco o ministro; y que tenga capacidad para esta misión e intención de desempeñarla.

2º Haya cumplido dieciséis años, a no ser que el obispo diocesano establezca otra edad o que, por justa causa, el párroco o ministro considere admisible una excepción.

3º Sea católico, esté confirmado, haya recibido ya el Santísimo Sacramento de la Eucaristía y lleve, al mismo tiempo, una vida congruente con la fe y con la misión que va a asumir.

4º No esté afectado por una pena canónica, legítimamente impuesta o declarada.

5º No sea padre o madre de quien va a bautizarse» (Can 874).

8. OBLIGACIONES DE PADRES Y PADRINOS

Los padres del niño que va a ser bautizado, y así mismo quienes asumirán las funciones de padrinos han de ser convenientemente ilustrados sobre el significado de este sacramento y las obligaciones que lleva consigo» (Can 851).

“Procuren los padres, los padrinos y el párroco que no se imponga un nombre ajeno al sentir cristiano” (Can 855).

“Los padres tienen la obligación de hacer que los hijos sean bautizados en las primeras semanas; cuanto antes después del nacimiento, e incluso antes de él, acudan al párroco para pedir el sacramento para su hijo y prepararse debidamente” (Can 867).

Para bautizar lícitamente a un niño, se requiere:

1º Que den su consentimiento los padres, o al menos uno de ellos, o quienes legítimamente hacen sus veces.

2º El niño de padres católicos, e incluso de no católicos, en peligro de muerte, puede lícitamente ser bautizado, aun contra la voluntad de los padres» (Can 868).

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“Espíritu Santo, infúndenos la fuerza para anunciar la novedad del Evangelio con audacia, en voz alta y en todo tiempo y lugar, incluso a contracorriente”. Padre Santo Francisco.

"Si el Señor no edifica la casa, en vano trabajan los que la construyen. (Salmo 127, 1)"

Nuestro ideal: Salvar almas

Van al Cielo los que mueren en gracia de Dios; van al infierno los que mueren en pecado mortal

"Id al mundo entro y proclamad el Evangelio a toda la creación. El que crea y sea bautizado se salvará; el que no crea será condenado" Marcos 16, 15-16.

"Es necesario que los católicos españoles sepáis recobrar el vigor pleno del espíritu, la valentía de una fe vivida, la lucidez evangélica iluminada por el amor profundo al hombre hermano." San Juan Pablo II.

"No seguirás en el mal a la mayoría." Éxodo 23, 2.

"Odiad el mal los que amáis al Señor." Salmo 97, 10.

"Jamás cerraré mi boca ante una sociedad que rechaza el terrorismo y reclama el derecho de matar niños." Monseñor José Guerra Campos.

¡Por Cristo, por María y por España: más, más y más!

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