Dios quiere hablar con nosotros en particular y en secreto. En los tres primeros capítulos del Génesis encontramos a Dios hablando con el primer hombre, con un realismo sorprendente. A la hora del atardecer, dejaba Dios, por decir, toda otra atención para ponerse a hablar con Adán.

moises y las tablas de la leyEn el Éxodo, leemos que Moisés cogía la Tienda y la ponía a alguna distancia fuera del campamento. A esa tienda le dio el nombre de «Tienda de reunión». Todo el que buscaba a Dios iba a la «Tienda de reunión», fuera del campamento. Cuando era Moisés el que iba a la «Tienda de reunión» se le levantaba el pueblo todo y se estaba de pie de lente de sus tiendas, con los ojos fijos en Moisés. Una vez que entraba Moisés en la Tienda, bajaba la columna de nube y se paraba a la entrada de la Tienda. Entonces «Dios hablaba con Moisés, cara a cara como habla un amigo a su amigo” (Ex 33, 7). Esta era la reunión de Moisés con Dios.

Si no Somos obstinados en encontrar fuera del campamento de nuestras solicitudes diarias y de nuestras actividades nuestro sitio de reunión con Dios nunca entraremos en la intimidad de estar con Él como amigo con amigo.

Coloquio con Dios. La oración no es más que hablar con Dios, conversar con Dios, comunicarme con Dios. Lo que llamamos meditación, no es más que la ambientación de nuestro entendimiento para pasar con más facilidad al coloquio con Dios. Por eso Santa Teresa hablando de la oración mental decía «que no es otra cosa a mi parecer, sino tratar de amistad, estando muchas veces tratando a solas con quien sabemos nos ama».

Aislarnos, tratar a solas con Dios es labor de cada día. Antes que tratar con los hombres, y las cosas, y las más urgentes necesidades, esta la hora de mi trato con Dios.

Rvdo. P. José María Alba Cereceda, S.I.
Meridiano Católico Nº 98, junio-julio de 1986