El MERIDIANO CATÓLICO es ya un largo surco de cien números. Su nacimiento casi coincide con los primeros pasos de nuestra Asociación. Recuerdo los primeros ensayos hasta que cuajaron los proyectos en el primer número. Su trayectoria de nombres y páginas, es un retazo vivo de la historia de la Asociación, de sus luces y de sus sombras. Es la señal visible de su singladura en el mar tormentoso de estos últimos tiempos en los que está llegando a su cénit la lucha final entre la Señora Inmaculada y la serpiente infernal.
Dar gracias a Dios
Como con toda mirada retrospectiva ha de nacer en nuestra alma un himno de gratitud y alabanza a Dios. Cien ejemplares de MERIDIANO son el certificado escrito de una historia íntima de beneficios del cielo, para todos y para cada uno de nosotros. Los que erais jóvenes, casi adolescentes cuando se comenzó a escribir en Buz páginas iniciales, sois ahora hombres y mujeres adultos, cristianos con graves responsabilidades familiares y sociales.
Hermosa oración sería repasar uno a uno todos los beneficios recibidos y de los que tengamos memoria, para elevar himnos de gratitud al Señor. ¿Qué le devolverá al Señor por tantos beneficios como de su mano he recibido? Si tanto me ha dado el Señor más me regalará, puesto que quiere más y más mostrar en mí las infinitas abundancias de su misericordia. No debo dejarme dominar del desánimo, pensando que aquella época ya pasó. Estoy en la línea de una nueva expansión de los beneficios de Dios, más amplios y más fecundos. No me tengo que apartar de ese camino jamás, sin hacer caso de lee sirenas de la pereza, del desengaño o de la solicitud de las cosas de la tierra.
Recibiré el Cáliz de la salvación e invocaré el nombre del Señor
Nadie se gloríe sino del superior beneficio de la Cruz de nuestro Señor Jesucristo. Nadie diga: fue mi iniciativa, fue mi sacrificio, fueron mis ideas, ha sido mi entrega, he sido yo el que he reunido y llamado a la juventud. Debo levantar el cáliz de mi gratitud. Seguiré invocando su nombre y seguiré caminando en su presencia. Os señalaré algunos puntos para dar gracias a Dios. El primero de ellos es el crecido número de vocaciones: sacerdotes, vírgenes, religiosos y religiosas. Dios ha querido que de nuestra miseria e incapacidad, hayan brotado tantas vocaciones en estos años, como no conozco en asociación alguna de España. Repasarlas desde el principio. El segundo de ellos es el crecido amero de matrimonios cristianos que han levantado los ánimos decaídos de tantas almas y han llenado el jardín de la Iglesia con una abundante floración de hijos, muchos hijos que aprenden a hablar con el Ave María. Y la tercera, me habéis oído muchas veces: es el beneficio inconmensurable de la persecución. Las externas y las más dolorosas, las internas. Muchos estuvieron entre nosotros y a nuestro lado. Pero se fueron. Han pasado muchos por nuestras filas. Más no han perseverado hasta el final, hasta beber el cáliz de la pasión.
Es natural que así sea. Pero no es sobrenatural. Pero la persecución, una vez más sacudirá el árbol de nuestra Asociación, para que caigan, los frutos aparentes y comidos por gusanos internos, y queden los frutos que Dios guarda para que florezcan nuevas vocaciones, nuevos matrimonios con la única ilusión del Reinado Social de Jesucristo Rey.
A todos los que empezasteis el Meridiano CATÓLICO y a los que lo continuáis mi agradecimiento y alegría, que participa, del de nuestro Señor Jesús. “Sequitur ad astral». Seguid adelante.
Rvdo. P. José María Alba Cereceda, S.I.
Meridiano Católico Nº 100, octubre de 1986
Nota: En nº 99 no tiene página para meditar