. -Pues bien, hoy meditamos en la fiesta del nombre de María…, la fiesta del día del Santo de la Santísima Virgen… ¡Gran día, gran fiesta debe de ser para sus devotos, para sus hijos amantes!Maria

Piensa, además, que la importancia del nombre depende de la conformidad con la persona, esto es, que cuanto mejor la represente, más apto será aquel nombre. -En el mundo, muchas veces se imponen los nombres por capricho de los padres; por recuerdos de familia… nunca se atiende a que sea digno y represente adecuadamente a la persona. -Pero en María no fue así. -No era conveniente que se la impusiera cualquier nombre, sino uno que reuniese todas las gracias y maravillas que Dios había encerrado en Ella. -Por eso nadie podía darla un nombre completo y adecuado sino el mismo Dios… ¡Y ese nombre es María!

Grandeza de este nombre. -Ya se comprende cuál será esta grandeza si es Dios el autor del mismo. -Tanto más, si Dios nos dio en él un como resumen, de lo que es la Santísima Virgen. Cuando el Señor elegía a uno para algo extraordinario, lo primero que hacía era darle o cambiarle el nombre, para que ese nuevo nombre que Él le daba correspondiese al altísimo fin que destinaba a aquella persona. -Así cambió el nombre de Abraham…, impuso e! nombre de Isaac… por medio de un ángel, designa a Zacarías cómo se llamará el -Precursor y le dice que será Juan… El mismo Cristo, al fundar la Iglesia y elegir entre los apóstoles al que será su cabeza y fundamento, a Simón, también le cambia el nombre y le llama Pedro. -Ahora pregúntate, ¿qué vale la dignidad e importancia del oficio confiado a Abraham, a Isaac, al Bautista y a San Pedro, en comparación de la dignidad y del destino de María? -¿Quién pudo, pues, darla un nombre digno de esta grandeza sino el mismo Dios?

Nosotros pudimos llamarnos de muchas maneras, y como ahora, por voluntad de nuestros padres, tenemos este nombre actual, .pudimos tener otro muy distinto. -Pero la Santísima Virgen no fue así…, se llamó María y no pudo tener otro nombre, porque el mismo Dios no encontró otro modo mejor de llamarla. -Mira, pues, qué grande y magnífico y sublime es éste santísimo y dulcísimo nombre. -En cierto modo puedes decir que vale tanto cuanto la misma Santísima Virgen, puesto que a Ella representa. -Por eso el Evangelio que tan pocas palabras dice de la vida de la Santísima Virgen, no omite este detalle de tanta importancia, y expresamente dice: «y el nombre de la Virgen era María». Así dice San Pedro Damiano «que el nombre de María fue sacado desde la eternidad de los tesoros mismos de la Divinidad, cuando en el Cielo fue decretada, la Redención mediante la Encarnación del Verbo».

Utilidad. -Deduce de aquí cómo debemos de respetar y venerar este santísimo nombre y cómo después del nombre de Jesús no hay otro ni más santo, ni más dulce, ni más útil, para nosotros, que el nombre de María. -Si el nombre de Jesús es santificador, también santifica el nombre de María, si sabemos pronunciarlo con todo el respeto y amor que se merece. -He aquí por qué después del nombre de Dios y el de Jesús, es el más popular de todos. –Las madres lo enseñan a sus hijos…, los enfermos y atribulados así la llaman…, los moribundos, de este modo la invocan… ¡Cuántas Iglesias! ¡Cuántas ermitas en todo el mundo levantadas en honor del nombre de María!… ¡Cuántos pecadores sólo con esta invocación se han convertido!… ¡Cuántos milagros efectuados con la invocación del nombre de María! -No hay nada más dulce a las almas santas, ni más provechoso alas pecadoras, que juntar esos dos nombres benditos de Jesús y María y pronunciarlos e invocarlos muy a menudo para acostumbrarse a sacar de ellos, la inmensa utilidad que su frecuente repetición lleva a las almas. -¿Lo haces así tú? -¿Te has preocupado de estudiar la importancia y la grandeza divina de este santísimo nombre? ¿Lo dices muchas veces con verdadero fervor, especialmente en las tentaciones, dificultades, contrariedades y penas de la vida? ¿Lo tienes sobre todo bien grabado en el fondo de tu corazón?…