Cristo dijo a los de su generación: “sois una generación perversa”. Meditemos el Evangelio, todos, eclesiásticos y seglares, que hace falta, mucha falta; porque el mundo, el demonio y la carne están pervirtiendo la doctrina de Cristo. La democracia, esta democracia, ha salido del infierno: esta democracia es una estructura de muchos pecados: aborto, eutanasia, divorcio, corrupción, educación impía, etc. Unos partidos políticos contra la ley de Dios.
Franco no promulgó ni una ley anticatólica; Franco ayudó siempre a su santa Madre Iglesia; Franco ha sido el jefe de Estado más alabado por la jerarquía de la Iglesia en los dos últimos siglos. Somos muchos los que pensamos que puede iniciarse su proceso de beatificación y canonización. Ahora, que se habla y escribe un poco de la Doctrina Social y Política de la Iglesia, se debería añadir que Franco fundamentó todas sus leyes en el Magisterio de la Iglesia. La bestia negra no es Franco, la bestia negra es la democracia.
Hace años dando los ejercicios espirituales en la diócesis de Castellón se me ocurrió escribirles a cuatro obispos españoles. El primero fue a Moneñor Juan Antinio Reig Pla, en aquel tiempo obispo de Castellón, hoy de Alcalá de Henares. Les decía a los señores obispos que cuándo íbamos a enfrentarnos cuerpo a cuerpo contra los enemigos de la Iglesia, que no podemos ser perros mudos. Siempre lo he considerado un obispo valiente que “llama a las cosas por su nombre”, como titula el último articulo que he leído del Sr. Obispo.
El aborto es un holocausto satánico, programado y realizado por eso que llaman democracia. Dónde están los descendientes de los “profetas estúpidos” que calumniaron a Monseñor José Guerra Campos, cuando éste obispo –sabio, santo y valiente- les dijo a los que colaboraron en la primera ley del aborto en España que eran pecadores públicos y no podían recibir los sacramentos. Sólo Guerra Campos lo hizo público.
¿Es una generación perversa la democrática?
Cristo dijo: “!Raza de víboras!” “Id malditos, al fuego eterno”.
Sigamos meditando el Evangelio, en compañía de la Santísima Virgen María, que nos dijo en Fátima, y en otros lugares, que: “son muchos los que se condena y van al infierno”. Y Jesucristo, la Misericordia Divina, hizo ver a Santa Faustina que muchos están condenados porque “no creyeron que hay infierno”.
¿Quiénes van al infierno? Los que muren en pecado mortal.
¿Quiénes van al cielo? Los que mueren en gracia de Dios.
Manuel Martínez Cano, mCR.