QUIEN HA REDACTADO LA FACTURA

El que pretende ser un caballero y salvar su alma ha de pagar la deuda de la Religión no según su parecer, sino según la idea de Dios, conforme a la factura. Pero antes de ver cómo es esta factura, observemos quién la ha redactado y por quién está firmada.XV-barbudo-jesucristo

Helo aquí: así como los maestros señalan a sus alumnos los deberes que han de hacer y la lección que han de estudiar; así como los ingenieros dan a los capataces y a los albañiles los planos que han de ejecutar, de igual modo Dios mismo ha venido en persona a la tierra para darnos, por decirlo así, la factura, el diseño, según el cual hemos de practicar la Religión, y en él ha puesto su firma con su propia sangre. Es Jesús, Dios hecho hombre precisamente para este fin.

Pongamos ahora, brevemente, en claro algunos puntos respecto a Jesucristo.

1) Jesucristo afirmó que era Dios.

Jesucristo dio testimonio, durante su vida, de que no era simplemente un hombre, sino que era Dios. Esta afirmación, de un modo o de otro, aparece frecuentemente en el Santo Evangelio. Jesús la repitió también antes de morir. A Caifás, que le interrogó para saber si era verdaderamente Dios, le respondió con plena seguridad: «Lo soy».

Esta afirmación fue tan franca, tan clara y tan bien comprendida por todos, que precisamente por esto lo condenaron a muerte. Y una de las acusaciones que el populacho llevó a Pilato contra Jesucristo para que fuese condenado a la crucifixión fue ésta: «Porque se ha llamado Dios».

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2) Cuando alguien después de haber afirmado una cosa la demuestra con hechos, debe ser creído; el no creerlo es obstinación, es malicia. Por ejemplo, uno que sostiene que sabe curar las enfermedades, muestra su título de doctor y cura verdaderamente a los enfermos, tiene derecho a ser reconocido como verdadero médico y que no se le tenga por un charlatán. En caso contrario, serramos obstinados e injustos.

También Jesucristo tiene derecho, por lo menos, a este trato.

Si después de haber afirmado que es Dios demuestra con sus hechos que lo es, se le debe creer; obrar de otra manera es Injusticia y maldad.

He aquí algunos hechos: al contacto con su persona o a una indicación de su voluntad se realizan milagros. Ciegos, sordos, mudos» enfermos de toda clase recobran la salud en un Instante.

Curó en un momento las carnes pútridas de un leproso. Ningún doctor, y mucho menos un charlatán, lo puede hacer en un instante y delante de todos. Ordenó a las olas del mar y a los vientos que se aquietasen y se produjo acto seguido una gran calma. Resucitó a Lázaro delante de una multitud de gente con sólo unas palabras: «¡Lázaro, sal fuera!» Perdonó los pecados al paralitico, a la adúltera. Ahora bien, perdonar los pecados es obra exclusiva de Dios. Lo comprendieron los mismos judíos y por esto se lo reprocharon.

Es de notar que muchos de los milagros que hace los realiza por su propio poder y sin implorar ninguna ayuda del cielo, como lo hace un taumaturgo. Fueron realizados públicamente, delante de amigos y de enemigos, en todas partes.

Sobre todo después, el milagro de su Resurrección, prometida por mismo y atestiguado por sus propios enemigos, los cuales pagaron a los soldados para que no hablasen del hecho, es la mayor prueba de su Divinidad. En esto, efectivamente, Jesucristo se mostró dueño de la vida. Ahora bien: el dueño de la vida solo es Dios. Por consiguiente, él es Dios.

Cuando Jesús, precisamente para demostrar que es verdadero Dios, hace lo que solo Dios puede hacer, hay que creer que es Dios. No creer que Jesucristo es Dios es gravísima injusticia, obstinación y maldad.

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3) Instituyó la Iglesia.

Jesucristo que ha dicho y demostrado que es Dios, durante toda su vida enseñó cómo debíamos practicar la Religión, Y antes de su Ascensión al Cielo instituyó la Iglesia Católica, para que en su nombre continuase su misión. Mejor aún: ésta fue la obra a la que atendió principalmente.

Y antes de subir al Cielo dio a sus Apóstoles y a sus sucesores el poder que tenía de enseñar, de regir y de santificar a los hombres, diciendo aquellas sacrosantas palabras: -Como el Padre me ha enviado, os envío Yo a vosotros». Por esto: «Quien os escucha, me escucha a Mí, y quien os desprecia, a Mí me desprecia». Les ordenó que fuesen por todo el mundo para predicar a todos los hombres la Religión que Él mismo les había enseñado, diciéndoles: «Id, instruid a todas las gentes, bautizándolas en el nombre del Padre, del Hijo y del Espíritu Santo, y enseñándolas a observar cuanto os he mandado».

Después a San Pedro, como a su supremo representante, te dijo Jesús: «Tú eres Pedro, y sobre esta piedra edificaré mi Iglesia, y las puertas del Infierno no prevalecerán contra ella. Yo te daré las llaves del reino de los cielos, y todo lo que atares en la tierra será atado también en los cielos, y todo lo que desatares en la tierra será desatado también en los cielos. Apacienta mis corderos. Apacienta mis ovejas… »

Con estas palabras, Jesús constituyó Jefe supremo, tanto de los obispos como de los fieles, a San Pedro y a sus sucesores, esto es, a los Papas. En efecto, el que tiene las llaves es el jefe de la familia; el que guía la grey es el pastor; a las ovejas les corresponde obedecer.

En otras palabras: Jesucristo, después de haber fundado la Iglesia, antes de dejar la tierra confió la Iglesia a Pedro y a sus sucesores los Papas.

Consecuencia: Sólo si obedecemos a la Iglesia, somos verdaderos seres racionales, porque sólo entonces practicamos la Religión según las Ideas de Dios, y salvaremos el alma.

El que después de haber conocido la Iglesia católica no la quiere seguir, se condena. San Cipriano, famoso mártir, expresó esta verdad con las siguientes palabras: «No puede tener a Dios como Padre el que no quiere tener a la Iglesia como Madre».

«DOS MANOS JUNTAS HACEN MAS TRABAJO SOBRE LA TIERRA QUE TODO EL DESARROLLO DE LAS MÁQUINAS DE GUERRA», decía el gran pensador Ernesto Helio. Esta es la razón por que todo cristiano cada mañana y cada noche, REZA. A lo menos no te olvides de las TRES AVEMARÍAS a nuestra Madre la Santísima Virgen.