Capítulo 47
Que todas las cosas pesadas se deben sufrir por la vida eterna
Jesucristo.– 1. Hijo, no te quebranten los trabajos que has tomado por mí, ni te abatan del todo las tribulaciones; mas mi promesa te esfuerce y consuele en todo lo que viniere.
Yo basto para galardonarte sobre toda manera y medida.
No trabajarás aquí mucho tiempo, ni serás agravado siempre de dolores.
Espera un poquito y verás cuán presto se pasan los males.
Vendrá una hora cuando cesará todo trabajo e inquietud.
Poco y breve es todo lo que pasa con el tiempo.
2. Atiende a tu negocio, trabaja fielmente en mi viña, que yo seré tu galardón.
Escribe, lee, canta, suspira, calla, ora, sufre varonilmente lo adverso; digna es la vida eterna de todas estas y de mayores peleas.
Vendrá la paz un día que el Señor sabe, el cual no se compondrá de día y noche como en esta vida temporal, sino de luz perpetua, claridad infinita, paz firme y descanso seguro.
No dirás entonces: «¿Quién me librará de este cuerpo mortal?» (Rom 7,24). Ni clamarás: «¡Ay de mí que se ha dilatado mi destierro!» (Sal 119,5). Porque la muerte estará destruida y la salud será indeficiente; ninguna congoja habrá ya, sino bienaventurada alegría, compañía dulce y hermosa.
3. ¡Oh, si vieses las coronas eternas de los santos en el cielo y de cuánta gloria gozan ahora los que eran en este mundo despreciados y tenidos por indignos de vivir!
Por cierto, luego te humillarías hasta la tierra, y desearías más estar sujeto a todos que mandar a uno solo; y no codiciarías los días placenteros de esta vida, sino antes te alegrarías de ser atribulado por Dios, y tendrías por grandísima ganancia ser tenido por nada entre los hombres.
4. ¡Oh, si gustases estas cosas y penetrasen profundamente en tu corazón!, ¿cómo te atreverías a quejarte ni una sola vez?
¿Acaso no son de sufrir todas las cosas trabajosas por la vida eterna?
No es cosa de poco momento ganar o perder el reino de Dios.
Levanta, pues, tu rostro al cielo; mírame a mí, y conmigo a todos mis santos, los cuales tuvieron graves combates en este siglo; ahora se regocijan y están consolados y seguros; ahora descansan en paz y permanecerán conmigo sin fin en el reino de mi Padre.