A la vuelta de un largo viaje, católicos practicantes y muy piadosos, me han dicho que le han extrañado mucho las declaraciones del P. Joan Carrera, sacerdote de la prelatura del Opus Dei. Uno de ellos afirma que está convencido de que las palabras del sacerdote manifiestan un servilismo que esta haciendo mucho mal a la Iglesia.el-hijo-prodigo

Lo cierto es que muchos católicos, metidos en esa política pagana, están sufriendo continuas metamorfosis, amparados en declaraciones de éste o aquel clérigo. No se puede ser católico y votar a partidos que promueven el aborto. Como no se debe ser ministro de un gobierno abortista. “Viendo no ven y oyendo no oyen”, dice nuestro Señor Jesucristo; también nos dice: “Hipócritas y necios”.

Mosén Carrera afirma: “la defensa a ultranza del derecho a la vida como si se tratara de una verdad absoluta no es una actitud realista, y por tanto no está fundada en el Evangelio. Es simple y llanamente ideológica”. ¿Ideología defender la vida de millones de personas inocentes? Defender la vida humana es un mandato de Dios: NO MATARÁS. Ideología y, no precisamente sana, es el armatrasto que ha armado Mn. Carrera. Yo no he leído todas la obras de San José María Escrivà de Balaguer, pero si lo suficiente, para afirmar que la ideología del P. Joan Carrera no es la doctrina de su santo fundador. San Juan Pablo II gritó con todas sus fuerzas en Madrid: “Nunca se puede legitimar la muerte de un inocente”. Deben repicar de nuevo las “campanadas” de San José María.

Al P. Carrera, que estos días está presenciando ataques fundamentalistas “contra los católicos que ejercitan su libertad política en conciencia”. Y, a los políticos católicos, les digo que tienen la obligación de ejercitar su libertad política fieles al Magisterio Social y Político de la Iglesia. Y el “aborto es un crimen abominable”(Vaticano II). El santo, sabio y valiente obispo D. José Guerra Campos, calificó de pecadores públicos y, por tanto, no pueden recibir los sacramentos, a los políticos que firmaron la ley del aborto. La vida de un solo niño prevalece por encima de todos los parlamentos del mundo.

La libertad cristiana es diametralmente opuesta a las “libertades de perdición”: aborto, divorcio, eutanasia, homosexualidad, adulterio, etc. El “derecho al aborto” es diabólico. Nos lo advirtió San Juan: “el mundo todo está bajo el maligno” (1 Jn 5,19). Porque el mundo adora al dinero y el dueño del dinero es el diablo. El signo de nuestro tiempo es “la vuelta de Satanás” (André Mourois). San Juan Pablo II nos dijo que: “el demonio está vivo y trabaja en el mundo… De su obra depende el mal y los desórdenes presentes en el hombre y en la sociedad”. Y ese mal, y esos desórdenes han penetrado en la Iglesia, como afirmó el beato Pablo VI: “por alguna ventana ha penetrado el humo de Satanás en la Iglesia”. Mis amigos de Galicia, dicen que democracia, en gallego, es “gobierno del demonio”.

La libertad es la noble sujeción a la realidad de las cosas. Libertad no es arbitrariedad ni libertinaje. La libertad está supeditada a la realidad objetiva, a la verdad. La libertad no es pensar, decir y hacer lo que uno quiera: dos y dos son cuatro, no cinco; abortar es asesinar niños y niñas, esa es la verdad. Un acto libre es aquel que realiza una persona con advertencia de la mente y con libre consentimiento de la voluntad. Matar a un enfermo es un acto libre gravísimo. La auténtica libertad está supeditada a la verdad y al bien. Dar trabajo a los obreros es un acto bueno. Para todo acto bueno necesitamos las gracias actuales que Dios concede a todos los hombres y mujeres.

El cristiano debe vence al mal con el bien. ¡No con el mal menor y los consensos! San Juan Pablo II nos dijo en el estadio Bernabéu: “María Santísima, Madre de Jesús y maestra os introduzca en ese camino de intimidad con Jesús de Nazaret. Y os dé valentía el ejemplo de Santa Teresa, esa extraordinaria mujer y santa; de san Francisco Javier, el del gran corazón, y de todos compatriotas vuestros que consumieron su vida en hacer el bien a costa de todo, aún de si mismos”.

La democracia sin Dios, la democracia actual, está pervirtiendo muchas mentes y corrompiendo muchos corazones. El Papa Francisco nos decía el 24 de junio del 2013: “No tengáis miedo de ir a contracorriente cuando quieran robaros vuestra esperanza, cuando os proponen valores caducos. Adelante, sed valientes e id contracorriente” Debemos combatir “los nobles combates de la fe”, cuerpo a cuerpo, contra los enemigos de la Iglesia. Luchar contra la democracia sin Dios sin ninguna concesión al mal. El obispo alemán Guillermo Manuel von Ketteler, gran luchador contra el Kulturkanpt que quería imponer la unidad de Alemania en el protestantismo, dijo: “Las más sangrientas persecuciones han causado menos daño a la Iglesia que el servilismo cortesano de los obispos. ¡La democracia descristianiza y paganiza! “Hay que convertir este mundo de selvático en humano y de humano en divino” (Pío XII).

¡Viva Cristo Rey! ¡Viva María Reina!¡Viva España Católica!

 Manuel Martínez Cano, mCR