He leído un estupendo artículo del que he sacado la conclusión que el hombre nuevo –demócrata él- es un todopoderoso que ha salido solito de la nada, hace pipi y caca como los toros y la vacas, y él solito, vuelve a la nada, sin nada. ¡Impresionante! ¡Supermachoytioytía!infierno

Sí, para los hijos de la Revolución Francesa y su supremo jefe, Lucifer, el hombre nuevo es el adulto sano y productivo. Si alguien no puede alcanzar el prototipo de hombre democrático, se le tritura en las entrañas de su madre y si está enfermo y viejo se le lleva a dar el “paseo”. No como lo hicieron los “rojos”, en cunetas y cementerios, ni los nazis en cámaras de gas, sino en lugares maravillosos y en confortables camas homologadas para asesinar “científicamente”.

No venimos de la nada, es un imposible metafísico y de sentido común. Venimos de Dios. Dios ha creado el Cielo y el universo. A los hombres y las mujeres, nos ha creado para que seamos felices eternamente con Él en su Reino. Dios es infinitamente misericordioso y siempre perdona a los pecadores que le pide perdón. Pero a los pecadores que no piden perdón, no los perdona y van al infierno. Jesús le dijo a Santa Faustina Kowalska: “Oh si los pecadores conociesen Mi misericordia no perecerían un número grande de ellos. Diles a los pecadores que no tengan miedo de acercarse a Mí, habla de mi gran misericordia”.

No es caridad, ni misericordia, ocultar a los hombres y las mujeres la existencia del infierno. Es diabólico dejar tranquilamente a las almas en una vida anegada de pecados. Van muchas almas al infierno. Lean el Evangelio, las apariciones de la Virgen en Fátima. La revelación del infierno a Santa Faustina Kowalska y a muchos santos. Y muchas almas están en el infierno, como escribió la embajadora de la Divina Misericordia, “porque no creyeron en la existencia del infierno”. Dios no miente, los santos no mienten. Satanás miente siempre.

¡Virgen Santísima, Madre de Dios y refugio de los pecadores! ¡Alcánzanos la gracia de ser hijos de Dios y herederos del Cielo

Manuel Martínez Cano, mCR