Me lo entregó uno de vosotros para la novena de la Inmaculada. Conservo el anonimato y reproduzco la ORACIÓN DE ADVIENTO Y NAVIDAD A LA VIRGEN MARÍA.Virgen_Mar_a_Reina_del_Universo_MARIA7

“Oh mi Reina y Señora:

A Ti la Hija del Padre, la Madre del Hijo, la Esposa del Espíritu Santo, va mi oración.

– Novena – El Padre depositó en tu corazón su Sabiduría para levantarse allí su trono y visitó de Justicia tu alma, para que la misma Justicia de Dios se reflejara como en un espejo purísimo ante los ojos de los hombres. Te doy gracias por todas las vocaciones que por tu medio nos envió el Padre, y te suplico, que toda nuestra Asociación sea pared de sabiduría y bóveda de justicias y tanto nuestras vocaciones como nosotros todos, resplandezcamos en obras de sabiduría y justicia ante Dios, ante Ti, y ante los hombres.

Adoro a tu divino Hijo, hecho hombre en tu seno virginal, y le doy gracias porque nos ha bendecido con la llaga que marca la frente de sus predestinados, la llaga de la persecución del mundo, la antipatía de los mundanos, la incomprensión de los comprensivos.

Quiero gozar de los dones del Espíritu Santo, el Esposo divino de tus desposorios eternos, que te enriqueció con todos los caudales de la Trinidad beatísima. Quiero ver ya en mi interior y tocar con mis manos más allá del tiempo las maravillas obradas en nosotros con los matrimonios de ayer, de hoy y de mañana, que son gozo y corona nuestra y alegría de tu Corazón Inmaculado. En esos hogares “dormiré y descansaré», dice el Espíritu.

8 Dic. – Quisiera como soldado de la Inmaculada, poder tener la pureza angélica de su alma, donde reposa la gracia sin riberas, para cada mañana de mi peregrinación postrarme el rostro pegado a la tierra para entonar contigo una y mía veces el himno del cielo: Gloria al Padre, gloria al Hijo, gloria al Espíritu Santo.

12 Dic. – Quisiera Guadalupe de las Españas y de las Américas, despertar del sueño cotidiano pera perderme ya en el nuevo Oriente que amanece, en la hora del triunfo de tu Corazón Inmaculado, y recitar como en tus atardeceres de Éfeso, con la ansia abrasada de veinte siglos de Iglesia, VENGA A NOSOTROS TU REINO.

18 Dic. – Concédeme Tú, que eres la Esperanza, la exaltación de entendimiento y de sangre para trabajar por Ti de nuevo, en cada nueva hora. El «ahora empiezo» del santo Rey David, sea el estribillo de mis labios y las obras y un salterio de entregas, olvidos, sacrificios, constancia y servicio; alabarte, glorificarte y caminar contigo.

24 Dic.- Pero Tú eres la Madre. ¿Quién eres? La Criatura, la Hija y también la Madre. Tu divino Hijo, el Hijo del hombre es carne de hombre por ser Tú la Madre. Todo esto supera nuestra capacidad mínima. Concederme adorar los tres tiempos eternos de tu predestinación, tu Austero. Adorar y dejarme ya olvidado de todo entre las tres fuentes que son Serse; en las tres luces que son Luz, entre los tres espacios del Espacio, en donde Tú habitas inaccesible y a nuestro lado.

1 Enero – Pero sí, el prodigio es completo. Han avanzado los días. Eres madre nuestra, la Madre universal, la Madre mía, mi Madre. No es una piedad, ni una hipótesis, un estilo de lenguaje, no una creación poética. Somos, soy en Ti, en ese misterioso cuerpo místico mariano del Hijo y de la Madre, con ligaduras de carne y sentimiento, de alma y facultades, de gracias y elevaciones, de ser, de Dios y en Dios. Ah, así vivir y morir en el prodigio de la verdad. Tú al principio, detrás de todo, dentro de lo interior, allí donde en el secreto íntimo nace el Sol, la Señora vestida de Sol. La que es el Sol. ¿Cómo entender sin entendimiento? Concédeme así un año nuevo.

Rvdo. P. José María Alba Cereceda, S.I.
Meridiano Católico Nº 113, diciembre de 1987