Carta de un párroco a sus fieles sobre «los testigos de Jehová»

Mis queridos feligreses:

Sé muy bien que personas, sin duda bien intencionadas, visitan a menudo muchas de vuestras casas con el pretexto de enseñar nuevas ideas religiosas presentándose con la Biblia como aval de seguridad. Y, además, la gran propaganda que hacen de sus revistas, folletos y libros. Dios nos juzgará a todos sobre nuestro proceder, pero yo me doy cuenta de mi responsabilidad, como párroco, respecto de vuestras almas. Soy Padre y Pastor en el orden espiritual y ante el tribunal de Dios se me examinará sobre mi deber de alimentar el rebaño que me ha sido confiado y de preservarlo del error en cuestiones de Fe y Moral.cura de ars

Debo, pues, en conciencia deciros que dichas personas, que se llaman «Testigos de Jehová» han sido ellas engañadas antes y, ahora, os engañarán a vosotros. Esa Ideología, esa secta de los «Testigos de Jehová», que pretende ser cristiana y, en rigor, no lo es, sabed que es muy falsa y perniciosa.

Falsa: 1) Porque no proceden de Cristo ni de los Apóstoles ni de la Iglesia, que durante 20 siglos nos ha transmitido la Doctrina Cristiana. Ellos proceden de un protestante de Norteamérica que fundó esa secta en 1872 -hace un siglo- y que desde 1930 se autodenomina «Testigos de Jehová». ¿Acaso Cristo y los Apóstoles no nos avisaron que vendrían falsos profetas que disimuladamente enseñarían falsas doctrinas?

2) Porque no creen en la Santísima Trinidad, y la Biblia dice: «Id y bautizad en el Nombre del Padre, y del Hijo y del Espíritu Santo». En el Nombre: singular; luego, UN SOLO DIOS Y TRES PERSONAS distintas, pero de igual dignidad.

3) Porque dicen que Jesucristo no es Dios, y san Juan (1, 1-3) dice: «Y el Verbo era Dios y todas las cosas fueron creadas por el Verbo» en el Génesis (1, 1) leemos: «En el principio creó Dios el cielo y la tierra». Luego este Verbo es este Dios y en san Juan (1, 14) se dice que: «El Verbo se hizo carne», y lo dice de Jesucristo. Por tanto, este Verbo es Dios que se hizo hombre y llamamos Jesucristo.

4) Porque dicen que el Espíritu Santo no es Dios, y en los «Hechos de los Apóstoles» (5, 4) san Pedro riñe a un tal Ananías porque quiso engañar al Espíritu Santo y le dice taxativamente: «No has mentido a los hombres, sino a Dios». Más claro, Imposible.

5) Porque no creen en los Sacramentos, y dice Cristo: «El que creyere y fuere bautizado se salvará» (Marcos, 16, 16); y en otra parte afirma: «Si no coméis la carne del Hijo del hombre y no bebéis su sangre, no tendréis Vida» (Juan, 6, 53); y a los Apóstoles les dijo: «A quienes perdonareis los pecados, les serán perdonados, y a quienes no se los perdonareis, les quedarán retenidos» (Juan, 20, 22).

6) Porque dicen que creen en la Biblia, y no creen en la Iglesia que les ha dado la Biblia. Porque ¿quién si no la Iglesia nos enseña que la Biblia es cosa de Dios y divinamente inspirada?

Perniciosa: 1) Porque sus libros están impregnados de odio contra quienes no piensan como ellos. Al hablar, parece lo contrario; pero la malicia corre por dentro.

2) Dicen que los curas son el «demonio»; y los sacerdotes, los obispos, y el Papa venimos de otros y otros hasta llegar a los Apóstoles y Cristo prometió estar con nosotros hasta el fin del mundo. Alguno habrá malo. De los doce Apóstoles, uno fue traidor. Pero son millones los curas y religiosos que han sido buenos, santos y mártires. De 1936 a 1939, sólo en España, más de seis mil fueron, éstos sí, verdaderos testigos de Cristo.

3) Porque aspiran a la perdición de la humanidad y para ello organizan «quintas columnas» en todas las naciones. Y cuando se sentirán suficientemente fuertes dirán que Jehová enviará sus ángeles para matar a los que no sean «Testigos». Pero como los ángeles no bajarán, desde América les dirán: esos ángeles sois vosotros, pues ya dice el salmo 149: .. Ejecutar la sentencia dictada es un honor para todos sus fieles».

Tienen otros muchos errores en cuestiones en que van muy desorientados. Así afirman que sólo se salvarán 144.000. Esta cifra, simbólica, la sacan del Apocalipsis (7, 4-8), sin querer advertir que a continuación inmediata, verso 9, san Juan añade: «y una muchedumbre que nadie podrá contar, de toda nación, tribu, pueblo y lengua».

Sobre el fin del mundo han dado varias fechas y al ver que no se cumplen, dan otras. Últimamente aseguraban que acabaría en 1975, pero ahora ya lo aplazan por miedo al ridículo.

Fanáticos de la letra y faltos del Espíritu que da vida, caen en pésimas interpretaciones; así, por ejemplo, rehúsan la transfusión de sangre, ocasionando la muerte de seres inocentes; aborrecen el culto a las imágenes y nos calumnian diciendo que adoramos a la Virgen. Vosotros comprendéis muy bien que no veneramos un trozo de madera o de yeso, sino la persona que representa, del mismo modo que guardamos con respeto y cariño los retratos de nuestros padres y familiares, y no por la cartulina precisamente.

En cuanto al culto y amor -no adoración- a la Santísima Virgen María, no es difícil entender que aquella privilegiada criatura que Dios escogió para Madre de su Hijo y la quiso tan íntimamente asociada a la Encarnación y a su muerte redentora, es dignísima de toda alabanza. Jesús en la Cruz nos la dio a todos por Madre en la persona de san Juan, y no se concibe la gran familia de los hijos de Dios, que es la Iglesia, sin esta Madre Virginal y Purísima, gloria de todo el género humano, honor y modelo sublime de la mujer, «vida, dulzura y esperanza» de los desterrados hijos de Eva. No ama debidamente a Cristo quien no ama filialmente a su Madre. A Jesús se va por María, como Él llegó hasta nosotros por Ella.

Finalmente, y pues sufro por los «Testigos de Jehová» muy en particular si son feligreses míos, quiero decirles que deseo su bien espiritual y me apena verlos fanatizados con ideas extravagantes so capa de religión. Sepan que soy un verdadero Padre y Pastor, siempre dispuesto a hacerles todo el bien que pueda. Y a cuantos permanecéis fieles a la santa Fe Católica, única y verdadera, os digo que no os dejéis alucinar. Tratadlos con caridad. Evitad las discusiones con ellos porque a ellos les enseñan el modo de intentar rendiros a ellos. Si se empeñan, decidles que un sacerdote irá a hablar con ellos en privado o en público. Va veréis cómo no quieren. Señal que no buscan la Luz.

Oremos por ellos y unos por otros y por el bien de la Santa Iglesia en esta hora difícil de la historia del mundo.

Os encomienda a todos al Señor y a la Madre de misericordia.

Vuestro Párroco

«LA ORACIÓN ES EL GRAN MEDIO PARA LA SALVACIÓN, Y AL MISMO TIEMPO FIN SUMO Y PRÓXIMO DE LA VERDADERA RELIGIÓN», nos dice Pablo VI. Por esto a lo menos, cada mañana y cada noche, recemos las TRES AVEMARÍAS a la Santísima Virgen.