Capítulo 56

Que debemos negarnos a nosotros mismos
y asemejarnos a Cristo por la cruz

Jesucristo.– 1. Hijo, cuanto puedes salir de ti, tanto puedes pasarte a mí.
Así como no desear nada exteriormente produce la paz interior, así el negarse interiormente causa la unión con Dios.
Quiero que aprendas la perfecta renuncia de ti mismo en mi voluntad, sin réplica ni queja.via crucis
Sígueme: «Yo soy camino, verdad y vida» (Jn 14,6).
Sin camino no se anda; sin verdad no se conoce; sin vida no se vive.

Yo soy el camino que debes seguir, la verdad que debes creer, la vida que debes esperar.
Yo soy camino inviolable, verdad infalible, vida interminable.
Yo soy camino muy derecho, verdad suma, vida verdadera, vida bienaventurada, vida increada.
Si permanecieres en mi camino, «conocerás la verdad, y la verdad te librará, y alcanzarás la vida eterna» (Jn 8,32).

«Si quieres entrar en la vida, guarda los mandamientos» (Mt 19,17).

Si quieres conocer la verdad, créeme a mí.

«Si quieres ser perfecto, vende todas las cosas» (Mt 19,21).
«Si quieres ser mi discípulo, niégate a ti mismo» (Mt 16,24).

Si quieres poseer la vida bienaventurada, desprecia la presente.
Si quieres ser ensalzado en el cielo, humíllate en el mundo.
Si quieres reinar conmigo, lleva la cruz conmigo.
Porque sólo los siervos de la cruz hallan el camino de la bienaventuranza y de la luz verdadera.

El alma.– 2. Señor, Jesús, pues tu camino fue estrecho y despreciado del mundo, concédeme que te imite siendo despreciado del mundo.
Pues «no es mejor el siervo que su señor, ni el discípulo es mejor que el maestro» (Mt 10,24).

Ejercítese tu siervo en tu vida, pues en ella está mi salud y la santidad verdadera.
Cualquier cosa que fuera de ella oigo o leo, no me recrea ni satisface cumplidamente.

Jesucristo.– 3. Hijo, pues «sabes esto» y lo has «leído todo, si lo hicieres, serás bienaventurado» (Jn 13,17).
«El que abraza mis mandamientos y los guarda, ese es el que me ama; y yo lo amaré y me manifestaré a él» (Jn 14,21), y le haré sentar conmigo en el reino de mi Padre.

El alma.– 4. Señor, Jesús, como lo dijiste y prometiste, así se haga y pueda yo merecerlo; recibí de tu mano la cruz; yo la llevaré hasta la muerte así como tú me la pusiste.
Verdaderamente, la vida del buen religioso es cruz, pero guía al paraíso.
Ya hemos comenzado; no se debe volver atrás, ni conviene dejarla.

5. ¡Ea!, hermanos, vamos juntos; Jesús será con nosotros.
Por Jesús tomamos esta cruz, por Jesús perseveremos en ella.
Será nuestro auxiliador el que es nuestro capitán y fue nuestro ejemplo.

Mirad a nuestro Rey, que va delante de nosotros y peleará por nosotros.
Sigámosle varonilmente; nadie tema los terrores; estemos preparados «a morir con ánimo en la batalla, y no demos tal afrenta a nuestra gloria que huyamos» (1Mac 9,10) de la cruz.