Todo lo que tiene este misterio de la Santísima Virgen, de incomparable y grandioso se lleva a cabo por medio de la embalada de un ángel, será pues, muy provechoso comparar esta embalada con las que el Señor tan frecuentemente a nosotros nos envía.
1º La Embajada. -Dios envía ángel en forma visible para anunciar a la Santísima Virgen su elevación a la dignidad de Madre de Dios. -A lo que parece, el ángel apareció en forma humana, como un joven hermoso y rodeado de resplandores celestiales. -Así convenía para el fin tan excelso a que iba destinado…, a tratar del asunto más grande que jamás se ventiló entre el Cielo y la tierra, entre Dios y los hombres.
También Dios quiere muchas veces tratar con nosotros algo relacionado con su gloria y con el bien de nuestras almas, y lo trata por medio de sus ángeles aunque en forma invisible. -¡Cuantas veces será nuestro fiel Ángel de la Guarda, el que en nombre de Dios nos inspira algo que no hacemos caso! -¡Si le viéramos visiblemente no obraríamos así! -¿Por qué no verle con la fe?…
Con ojos de fe, también vemos a esos otros que en representación de Dios también hablan, Superiores…, directores espirituales…, predicadores…, las buenas lecturas y los buenos ejemplos…, las mismas humillaciones y tribulaciones…, todo eso ¿qué otra cosa es para ti sino como embajadas que el Señor te envía para comunicar contigo? ¿Cómo las recibes? -Examina y medita el recibimiento de María al Ángel y compáralo con tu conducta.
2º El saludo del Ángel. -En el mismo saludo del Ángel considera no sólo las alabanzas que dirige a María, sino las verdades tan gloriosas y magníficas que la recuerda. -La dice que es llena de gracia y que Dios está con Ella y, en fin, que es bendita entre todas las mujeres. -Mira cómo de este modo quiere el ángel prepararla a que correspondiendo a esos favores del Señor, dé su consentimiento a su embajada y no ponga obstáculos al plan de Dios. Así nos habla también a nosotros el Señor. -Muchas veces y de muchas maneras, especialmente con sus luces interiores, nos habla al corazón y nos hace sentir las gracias que de Él hemos recibido…, la obligación que tenemos de corresponder a ellas, y trabajar con ellas, y nos alienta con la esperanza de los frutos riquísimos de gracias y de gloria que con esta correspondencia podemos conseguir.
Mas, nosotros ¿qué hacernos? ¿Cómo recibimos estas inspiraciones del Cielo? Y si alguna vez conseguimos enfervorizarnos y trabajar con más entusiasmo en nuestra santificación, ¿no es verdad que otras muchas no hacemos nada, perdemos el tiempo porque prácticamente desperdiciamos esas ilustraciones y llamamientos del Señor?
3º Cómo lo recibe María. -Mira cómo la Santísima Virgen así preparada por el ángel recibe claramente el mensaje de Dios en su parte más principal: «Serás la Madre de Dios porque darás a luz al Santo de los Santos». -María escucha y lejos de correr llena de vanidad a dar su consentimiento, con gran prudencia y humildad, examina esas palabras y mira cómo pueden estar conformes con la voluntad del Señor, manifestada antes en el voto de su virginidad.
Aprende esa prudencia de la Santísima Virgen. -Qué fácilmente creemos que es un ángel y que es cosa de Dios, cuando se nos ofrecen cosas que redundan en provecho nuestro, o en nuestra gloria, y en seguida nos lanzamos tras de lo que nos agrada…, y quizá no sea el ángel de la luz, sino el de las tinieblas…, a lo mejor no es una inspiración, sino una tentación. Examina, medita y consulta, para que así aciertes en todo y sepas imitar esta prudencia de la Santísima Virgen.
4º El consentimiento. -Contemplaahora a María dando su consentimiento, una vez convencida de que es cosa de Dios. -Fíjate bien cómo obra el Señor -El pudo hacer todo esto sin contar con la voluntad de la Santísima Virgen y, sin embargo, no quiere forzar su libertad. -De este modo obra con nosotros. -Dios no quiere corazones forzados, ni amores a. la fuerza. -Quiere almas que libre, voluntaria y generosamente se entreguen a Él. Para crearte, no contó contigo, pero, en cambio, para salvarte y santificarte, es necesario que tú des voluntariamente tu consentimiento. -No te hará santo violentamente y contra tu voluntad. -Él te dará su gracia y su ayuda, pero… en ti está el santificarte con ella o el desperdiciarla y abandonarla.
Por tanto, de ti y sólo de ti (convéncete de ello) depende el que te santifiques o no. -¿No te basta este pensamiento para una meditación muy provechosa, especialmente al compararte con María que ahora y siempre dio su libre y generoso consentimiento a la obra de Dios?
Valor y generosidad. -Nunca, pues, vacilar ante las inspiraciones y embajadas que el Señor nos envía. -No detenernos ante la voz de Dios sino para examinarla con prudencia y para no confundirla con las asechanzas del enemigo, pero… jamás detenerse por flojedad y cobardía, por amor propio y soberbia…, por miedo a la humillación y al sacrificio. -María no atiende tanto a la corona de oro que la ofrece el ángel, como a la corona de espinas. -Sabe que el ser Madre de Dios significa tener su corazón siempre atravesado con una espada de dolor… y valiente y decidida la acepta «hágase en mí según tu palabra». Pues bien, si quieres que tu alma sea de veras hija de Dios y esposa de Cristo y si aspiras a la corona del Cielo, has de amar ahora el sacrificio la mortificación, la crucifixión de la carne y de tus pasiones. -Ante el ejemplo de María, Reina de los Mártires, no dudes en ser tú también mártir de amor…, acepta y abraza con generosidad ese sacrificio por María y con María.