Es el testimonio que da Dios para confirmar la concepción milagrosa de María, por eso es un misterio grandioso en la vida de la Santísima Virgen y muy consolador para sus hijos y devotos.maria-visita-a-isabel

El Misterio. -Acabado el misterio de la Encarnación, tiene lugar inmediatamente el de la Visitación, porque tienen una íntima unión entre sí. Parece que en la Anunciación es el Cielo el que por medio del ángel, saluda a María con el más hermoso y bello saludo, y reconoce en Ella a la Madre de Dios y a la Reina de los Cielos. -El Señor no quiere que la tierra permanezca indiferente ante este hecho, y prepara un saludo y un testimonio de María en la tierra. -El arcángel habló en nombre del Cielo… Santa Isabel en nombre de la tierra -Sus palabras y sus sentimientos y sus alabanzas son algo nuestro, allí estábamos en ella representados nosotros para felicitar a María.

Alégrate de esta disposición del Señor, que ya quiso que nosotros entonces por medio de Santa Isabel, nos asociáramos al júbilo que Cielos y tierra sintieron ante la Encarnación del Verbo y la Maternidad divina de María. -Imagínate, pues, que eres tú mismo el que hablas y repites con todo entusiasmo y fervor las alabanzas de su prima a la Santísima Virgen.

La Visitación en María. -Fue un acto de cortesía y de delicadeza. -Comprendía la Virgen la felicidad que tendría Santa Isabel cuando, después de tantos años de esterilidad, pues ya era de edad avanzada, Dios la había concedido la gracia de tener un hijo. -¡Que alegría no habría en aquella casa! -¡Qué contento tan grande el de Isabel cuando así vio que Dios oía la oración constante que con este fin siempre le hacía! -La Virgen lo sabe, y no duda en ir a participar de esta alegría y más aun en aumentarla, corriendo a darla personalmente su enhorabuena.

Nunca la cortesía, la urbanidad y menos aún la delicadeza están reñidas con la santidad. -Nada de exageraciones ridículas y falsos cumplimientos del mundo…, pero tampoco nada de grose­rías y conductas egoístas que no nos permitan hacer lo que debemos con los demás. -Piensa en este ejemplo tan delicado y tan cortés de la Santísima Virgen, y te convencerás como la urbanidad y educación bien entendidas y bien practicadas, son una gran parte de la santidad, y a veces se confunden con ella. Medítalo bien y examina tu modo de proceder ante este modelo de la Santísima Virgen, en un punto tan práctico y tan frecuente…

Fue un acto de obediencia. -No es sólo la cortesía, ni mucho menos, el deseo de cerciorarse de la verdad de las palabras del ángel, pues María no dudo ni vaciló en su fe. -Tampoco va a ver a su prima para comunicarla el misterio que en Ella se ha efectuado y que la ha elevado a la dignidad de Madre del Mesías. -Muy al contrario, lo oculta y esconde aún al mismo San José, a quien no dice ni una palabra del secreto que existe entre Dios y Ella.

María, pues, va a casa de Isabel por obediencia… es un impulso interior, una inspiración del Señor que a ello la incita, y no duda…, sino que inmediatamente sigue esa inspiración. -Era aún muy niña…, el camino largo y penoso…, su estado muy delicado y… no obstante, Dios lo quiere y en seguida lo ejecuta. -Dice el Evangelio: «levantándose corrió presurosa»… ¡Qué amor tan grande a la obediencia!… ¡Qué confianza en ella! No sabía la Santísima Virgen cuál era el fin que Dios pretendía con esa visita… ignoraba todo lo que había de pasar en aquella casa y… sin embargo, ni lo pregunta ni la inquieta…, lo único que la interesa es abandonarse al Señor y obedecer ciega y prontamente. -Ya sabe Dios dónde la guía y la conduce.

Pero sobre todo fue un acto de caridad. -Es la única vez que dice el Evangelio que María «corrió con apresuramiento». -Parece que no esta conforme esta prisa con la calma y tranquilidad de su carácter… ¿Por qué será pues?… Únicamente por el fuego de la caridad. -Tiene en su seno virginal al Verbo que es Dios, que es caridad… y este fuego la abrasa y la hace correr hacia donde la caridad la llama. -San Pablo decía «que la caridad de Cristo le urgía» y le espoleaba y así no se daba punto de reposo…, y quería recorrer el mundo entero para llevar a todas partes la llama de su caridad… Pues ¿cómo sería la caridad de María? -¡Qué deseo el suyo de que Jesús cuanto antes comunicase su gracia y empezara su obra santificadora en las almas! -Y así corre y vuela con gran prisa para dar un desahogo a esa caridad divina que la abrasa…

Ahora piensa y compara tus visitas con esta de la Santísima Virgen. -¿Son siempre de delicada cortesía, por obediencia o inspiración de Dios, y sobre todo con espíritu de caridad, procurando hacer con ellas un bien al prójimo?… ¡Cuántas visitas de pasatiempo en las que se pierde el tiempo o se mezcla la crítica… la murmuración…, el falso disimulo que nos hace decir lo que no sentimos!… ¡Cuánta hipocresía en todas estas visitas hechas con espíritu de mundo!

Examina bien tus conversaciones en ellas, y los motivos de las mismas, y promete a María edificar a tu prójimo, desterrando de tu boca palabras que ofendan a los demás, y teniendo siempre presente la ley de la caridad practicada tan hermosamente por la Santísima Virgen.

Ildefonso Rodríguez Villar
Puntos breves de meditación
sobre la vida, virtudes y advocaciones litúrgica
de la Santísima Virgen María
26ª edición, Valladolid, 1965