Cuando este Meridiano esté en vuestras manos, ya habrá hecho su profesión definitiva como Carmelita descalza Eulalia de la Inmaculada. Ya habrá pasado el Cenáculo-clausura del campamento y colonias 1988. Ya habréis peregrinado a Montserrat y al Bartolo de Castellón. Ya habréis experimentado una vez más que nuestra Asociación quisiera para sus miembros el ejercicio de la oración del apostolado y de la amplitud de alma que se cultiva en las peregrinaciones y visitas piadosas a otras tierras y santuarios.padre-alba

Pero también, habrá hecho explosión una nueva traca de ruidos con la negación de la Santa Sábana y la proyección de la repúgnate película que ofende y desprecia los sentimientos cristianos, rebajando a Nuestro Señor Jesucristo al nivel de la carnalidad y la lujuria. Ambas cosas son una nueva llamada para nosotros en los inicios del nuevo curso. Que ambas cosas nos decidan una vez más y con renovada decisión a seguir nuestro camino sin pactar nunca con el mundo.

Se aplica a S. Ignacio en toda su en toda su plenitud el espíritu que en las leyes de las Siete Partidas, proponía el Rey Alfonso el Sabio para armarse caballero: “Y cuando haya hecho esta oración, ha de estar el futuro caballero de hinojos o de pie todo el tiempo, mientras pueda sufrirlo y a lo largo de toda la vigilia. Porque esta vigilia de los caballeros, no fue establecida para juegos, ni para otras cosas, sino para rogar a Dios para que a todos Dios les guarde y los enderece y los alivie, como hombres que entran en carrera de muerte.”

Sí, hombres muertos al mundo como nos enseña S. Ignacio, vivos solamente para las cosas de Dios. Esta vigilia que vivimos a la espera del triunfo del Corazón Inmaculado de María, no es para juegos ni para otras cosas, sino para vivir familiar, profesional y políticamente de una manera heroica, si es preciso, el ser caballeros e hijos de Nuestra Señora y Madre la Santísima Virgen.

Muchas niñerías seguimos algunos arrastrando. Mi Señor Jesús es abofeteado de nuevo en nuestras calles. Tengo que vivir penitente, reparador, sin contactos mundanos y estilos mundanos en constante vigilia de caridad y esperanza sobrenatural.

Rvdo. P. José María Alba Cereceda, S.I.
Meridiano Católico Nº 122, octubre de 1988