Los vecinos de la Aldea hemos decidido reunirnos cada semana, en nuestra “moncloa”, sita en la única parada de autobús, que recoge a los niños que van al Colegio del pueblo, para que nuestra sabiduría ayude a los de Madrid y vean la realidad de las cosas. A mí, Perico el Predicaor, me han elegido portavoz de nuestra Asamblea.
Hay que llamar al pan, pan, y al vino, vino. Y a la democracia universal sin Dios: politiquería, demagogia, ideología. Y dinero, mucho dinero, para los politiqueros, familiares y amigos. Y muchos parados, que comen de la pensión que cobran sus padres. Y otros, nada de nada. Eso de la Igualdad en democracia es sencillamente mentira. En esta democracia global está la clase de los capitalistas salvajes, la politiquera, la trabajadora, la de parados, de los indigentes, de los empresarios honrados, etc. Esta democracia moderna, fundamentada en la soberanía del pueblo, es un engañabobos. Voltaire -padre de estas democracias ateos- dijo que “la política es el arte de engañar a los pueblos.” “Vota, pueblo vota”, clamaban los demócratas de la transición. El pueblo votó y los partidos políticos -sus dirigentes- tiránicos, se apoderaron del poder. Y en democracia cada vez más parados, más delincuentes, más violencia, más inseguridad. Con Franco, vivíamos mucho mejor en todos los aspectos.
Perico el Predicaor