El hombre ante la muerte

Hoy que, eliminado el «tabú» del sexo, hemos caído en una era de carnalidad, se levanta otro: el de la muerte. Nadie se atreve a hablar de ella. Los enfermos ocultan sus pensamientos. La familia utiliza recursos para disimularla. Médico, SÍ: Sacerdote, NO. Antes, el santo Viático solemnizaba aquel trance y consolaba a moribundos y familiares… La Eternidad se tocaba… Os escribo, pues, sobre la actitud del hombre cristiano ante la muerte.cruz

I. El hombre

«El hombre… esa caña que piensa», como dice Pascal, es un misterio de pequeñez y grandeza. Su paso por el mundo es como una sombra que dura un momento. Se reconoce la misma debilidad e impotencia, pero en su alma abriga deseos inmensos, el anhelo de felicidad e inmortalidad… ¡La carne es flaca, pero el espíritu aspira a lo infinito, a lo absoluto, a poseer la Verdad, el Bien, la Belleza, el Amor, la Vida Eterna!… No os extrañe. ¡Es que hemos sido creados a IMAGEN Y SEMEJANZA DE DIOS! POR ÉL Y PARA ÉL. Y para alcanzar nuestro fin hay que pasar por el riesgo» de la muerte.

LA MUERTE. -¿Qué es? -Una frontera entre la vida temporal y la que no tendrá fin. Una puerta que se cierra y se abre: se cierra a lo caduco y se abre a lo inmortal. De las Postrimerías del hombre hablan pocos y poco» (Pablo VI), pero la Fe cristiana, a la luz de la Biblia, nos enseña las grandes verdades: MUERTE, JUICIO, INFIERNO o GLORIA. Sí, hasta «esta verdad terrible de un posible castigo eterno, que llamamos infierno, sobre el que Cristo no empleó reticencias (Pablo VI, IX-1971). -Está establecido que los hombres mueran una sola vez y después de esto el Juicio» (Heb 9, 27). Del Juicio universal y del castigo eterno y de la vida eterna, Jesús habló muy claramente (Mt 25, 3146). Que hay un Juicio Particular inmediato a la muerte, con sentencia de premio o castigo. Jesús lo enseña en su parábola del rico Epulón y el pobre Lázaro (Lc 16, 19-31).

ALMA INMORTAL. –¿Nuestra vida, termina aquí sobre la tierra, o continúa en cierto modo, y cómo en otro mundo?» En la BIBLIA, hay citas abundantes del Antiguo y Nuevo Testamento en pro de la inmortalidad del alma; su negación por los -Testigos de Jehová-se debe a interpretación errónea, absurda y falsificadora de la Biblia.

Baste recordar las palabras de Cristo: «No temáis a los que matan el cuerpo, pero no pueden matar el alma; temed al que puede perder alma y cuerpo en la gehenna» (Mt 10,28). Y al Buen Ladrón momentos antes de morir entrambos, le dice Jesús: «En verdad te digo que hoy estarás conmigo en el Paraíso». (Lc 23, 43). Y san Pablo: «Deseo morir y estar con Cristo, que es mucho mejor» (Filip 1, 23), lo que supone la esperanza cierta de poder estar con el Señor a partir del momento de la muerte. La doctrina católica dice: «Creemos que las almas de los que mueren en la gracia de Cristo, tanto las que aun deben ser purificadas en el fuego del Purgatorio como las que desde el instante en que dejan los cuerpos, son recibidas por Jesús en el Paraíso, como hizo con el Buen Ladrón, constituyen el Pueblo de Dios más allá de la muerte, la cual será definitivamente destruida en el día de la Resurrección cuando las almas se reunirán con sus cuerpos »

II. Ante el peligro de la muerte

Toda nuestra vida conviene que sea una santa preparación: FE, ESPERANZA Y CARIDAD, tres virtudes que han de ir creciendo cada día; contacto directo con Dios y la Virgen nuestra Madre, por la ORACIÓN; santificar el -Día del Señora; recibir digna y frecuentemente los SACRAMENTOS de PENITENCIA y COMUNIÓN; AMOR A DIOS Y AL PRÓJIMO, con la observancia de los DIEZ MANDAMIENTOS: dar a Dios lo que es de Dios y al prójimo lo que es del prójimo. Pero veamos cómo hemos de comportarnos todos ante una muerte probable.

EL MISMO ENFERMO. -Consciente de la trascendencia del trance que le espera, no dude en pedir que sea llamado no sólo el MÉDICO del cuerpo, sino también el SACERDOTE, MÉDICO DEL ALMA. LOS FAMILIARES Y AMIGOS. -Gravísima responsabilidad les incumbe en procurar a sus deudos y amistades la recepción oportuna de los SACRAMENTOS. Hay maneras delicadas de disponer el ánimo del enfermo a recibir la visita del sacerdote. Y si la enfermedad es duradera nunca debe esperarse a última hora. Con tiempo se hacen mejor las cosas.

ÚLTIMOS SACRAMENTOS. -Se entiende el de la PENITENCIA o Confesión; la EUCARISTÍA o santísimo VIÁTICO; y la SANTA UNCIÓN, que muchas veces ha devuelto la salud, fortalece el ánimo y perdona los pecados -caso de no poder confesarse, con tal, que el alma esté arrepentida de sus culpas.

QUE HAY QUE PREPARAR. -Dos cirios o candelas. Un vasito con agua. Un plato con algodón en rama. Un Crucifijo o imagen que presida la ceremonia. Antes no faltaba en ninguna familia la toalla de comulgar, un lienzo purificador, etc. No tengáis ninguna habitación sin su Cristo o una imagen o cuadro de la Virgen. Vuestro hogar tenga ambiente y vivencia cristianos.

MUERTE REPENTINA. -Es verdad que hoy menudean las muertes repentinas o casi repentinas, inesperadas. Otras veces, el estado de salud ya es delicado y empeora. No os descuidéis. Aun en caso de una gravedad que se presenta de improviso, ¡AL MISMO TIEMPO QUE AVISÁIS Al MÉDICO DE URGENCIA, DEBÉIS AVISAR A LA PARROQUIA! No esperéis más, que NO HAY Sacramentos para los muertos, aunque sí de «muertos» (muertos espiritualmente, en el alma). Y antes hay que quedar bien con Dios, que con los hombres…

LAS EXEQUIAS. -Son las ceremonias religiosas para el difunto. Siempre la Iglesia, Madre de sus hijos, ha puesto esmero en atender a las exequias hasta de los más pobres y desconocidos. Y nunca a nadie, ni a los suicidas ni a los fallecidos en situación espiritual rara, ha negado el sufragio de la SANTA MISA. Cosa distinta es el ENTIERRO CON LA MISA. Esto no es obligatorio ni siempre es factible: o por razones de la Parroquia y sus sacerdotes o por conveniencia de la misma familia.

Sucede con harta y dolorosa frecuencia que quienes no han tenido interés ninguno por la muerte cristiana de su familiar, luego EXIGEN de la Parroquia el entierro celebrado con Misa. A esto decimos: ES YA ANTES DE LA MUERTE que hay que demostrar piedad para con el alma del enfermo. La Parroquia no siempre puede complacer esas exigencias. Es lógico esperar que las familias que piden entierro con Misa sean familias que vivan en cristiano y se sientan miembros vivos de la Comunidad parroquial. Procurar todos vivir y morir como Dios manda y la Iglesia quiere y nos enseña. En el umbral de la muerte nos espera la VIDA ETERNA, LA MISMA DICHA DE DIOS.

VUESTRO PÁRROCO

«DE TODAS LAS MADRES, LA MEJOR, LA MÁS SUBLIME, LA MÁS SANTA Y, POR ESO MISMO, LA MÁS CLEMENTE Y MÁS DULCE PARA CON LOS PECADORES, ES LA SANTÍSIMA VIRGEN», dice san Gregorio VII. He ahí porque reciben siempre gracias de salvación los que cada mañana y cada noche rezan las TRES AVEMARÍAS. No las olvides jamás.

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Laura, 4 – Barcelona-10