ildefonso rodriguez villar1º «Hizo obras poderosas con su brazo». -Aquí ensalza la Santísima Virgen el poder de Dios, que se manifiesta especialmente en algunas de sus obras. -Todas son fruto de ese poder infinito de Dios, pero en algunas se manifiesta más claramente esa omnipotencia. -Miraría la Santísima Virgen los Cielos, y vería las estrellas inmensas luminosísimas…, incalculables en su número con una vida y movimiento incesante… en medio de un orden sapientísimo. -¡Qué obra más hermosa, el Cielo de las estrellas para ver en ellas la omnipotencia de Dios! -¿Y la tierra?…, con sus plantas y animales…, con sus valles y sus montes…., con sus tíos y sus mares…, etc. -Recorre con tu imaginación todo y pregunta: ¿no será esto obra del brazo poderoso de Dios? -¿Quién, sino Él, podría concebir ni hacer algo semejante?
Y veda el hombre… y a los ángeles… y a toda la corte lucidísima que rodea el trono de Dios…, y, sobre todo, se vería a sí misma… ¿Dónde vio mejor la fuerza del brazo poderoso de Dios que en la obra de su corazón y de su alma purísima e inmaculada?
Pondera bien lo que esto quiere decir. -Pues al hacer Dios todas sus obras, parece como que las hizo sin esfuerzo alguno…, con su palabra…, con su querer…; pero en las obras de la encarnación, a nuestro modo de entender, ¿no es cierto que no las explicamos sino como obras en las que Dios tuvo que poner toda su omnipotencia y hacer, como si dijéramos, un gran esfuerzo?
Para la creación, no tuvo ninguna resistencia que vencer…; todo lo hizo de la nada. -Y el esfuerzo es tanto mayor, cuanto mayor es la resistencia que se opone a nuestro trabajo. –Pues si en la creación la resistencia fue nada, porque las cosas antes no eran nada…, en la Encarnación no fue así…, aquí era el mismo Dios… Tuvo que hacer fuerza a la divinidad…, tuvo que hacer violencia a Sí mismo para empequeñecer y achicar y anonadar ¡al mismo Dios!.., y así poderlo encerrar en un cuerpo humano y en el seno de Ma¬ría.
Y tuvo que hacer la obra única y nunca más repetida, de coger a una mujer y hacerla Madre suya… y vaciar en Ella todos los prodigios y maravillas de toda la creación… y hacerla Inmaculada… y Virgen y Madre a la vez. -¿Todo esto no supone un esfuerzo inmenso del brazo poderoso de Dios? Tan grande es este esfuerzo, que llegó a agotar su poder Dios podrá hacer mil mundos…; miles de seres millones de ángeles y de cielos mejores…, más espléndidos, más hermosos que los actuales -Pero…, no pudo hacer una obra de mayor grandeza que a su Madre…, pues no puede haber Madre más grande que la Madre de Dios.
¿Y no podrás tú aplicar esto mismo a la Sagrada Comunión?… ¿No es otro esfuerzo de su brazo? ¿No se agota ahí también la sabiduría y el poder y hasta el amor de Dios?… Con ser omnipotente…, ¿puede Dios darte algo más grane que laque te da en la Sagrada Comunión?
2º «Desbarató a los soberbios en su mente y en su corazón». -He aquí otra prueba del poder de su brazo. -Su omnipotencia se manifiesta en las obras de la misericordia y de la bondad…, pero también en las de su justicia. -Y así como para los humildes es toda su: misericordia, así su justicia se emplea con los soberbios. -Cómo recordaría la Santísima Virgen la diferencia de su exaltación hasta el trono de Dios, para ser Reina y Emperatriz del Cielo, con la caída tan ruidosa de Lucifer, desde las alturas hasta el mismo infierno. Ella subió por su humildad, éste cayó por su soberbia
Y nota bien, que dice: «a los soberbios de mente y de corazón». -Aquí se refiere, claramente, a la soberbia interna, no precisamente a la externa, que es una fatuidad… Es Ia más refinada la interior…, esto es, aparecer humilde al exterior, e interiormente tener asentada la soberbia en el corazón y la mente. -Y lo peor de esta soberbia es, que es tan sutil y tan fina, que penetra hasta lo más intimo sin apenas damos cuenta.
Fíjate en esta distinción: soberbia de mente… es el propio parecer…, el no querer ceder…, el desear siempre que se nos dé la razón…, el no sufrir una contradicción…, en fin, en no transigir en especial, cuando creemos que tenemos la razón… y luego la soberbia de corazón…, ¿qué ha de ser esta soberbia sino el maldito amor propio que tan profundamente arraiga en nuestro corazón?
Pide a la Santísima Virgen te libre de esta doble soberbia, de la mente y del corazón y así por su mediación verte libre de la Justicia divina, que, según la misma Virgen, tan duramente ha de castigar esta soberbia interna…

Ildefonso Rodríguez Villar
Puntos breves de meditación
sobre la vida, virtudes y advocaciones litúrgica
de la Santísima Virgen María
26ª edición, Valladolid, 1965