E
n varias ocasiones, un buen hombre me dijo que era “católico, apostólico y romano” y español; había hablado con varios obispos e incluso residió en la nunciatura de España cuando vino San Juan Pablo II a nuestra patria. Sabe hablar hebreo, arameo, griego, latín. Organizó el primer congreso judío en España. El libro de las conferencias, que se expusieron en una universidad católica de España, lo publicó la universidad. Se empeñó en que lo leyera. En su conferencia destaca “la gran injusticia histórica que cometieron los Reyes Católicos con la expulsión de los judíos”. Le invitaron a dar la conferencia a Israel. Asistió el que fue quinto jefe de gobierno israelí. Le entregaron una medalla conmemorativa. Sólo leí su conferencia. Me pidió mi opinión y le dije que estaba en total desacuerdo con él. De injusticia de los Reyes Católicos, nada de nada. Fueron los judíos los que traicionaron a España, uniéndose con los musulmanes y abriendo las puertas de las ciudades a los enemigos de la Iglesia Católica. Los Reyes Católicos restablecieron la unidad política y religiosa de España, establecida en el III concilio de Toledo en 568. Los judíos que quisieron quedarse en España, se quedaron.
Hay judíos y judíos, le dije. Judíos santos y judíos perversos. A unos judíos que dijeron a Jesús: “Nosotros no somos hijos de fornicación, tenemos por padre a Dios”; les contestó: “Vosotros tenéis por padre al diablo, y queréis hacer los deseos de vuestro padre” (Jn 8, 41-44).
Los miembros del Sanedrín, que sentenciaron a muerte a Jesús eran judíos, y judíos eran los que dijeron: “No queremos que éste (Jesús) reine sobre nosotros”. En su carta a la Iglesia de Sardes, san Juan dice: “He aquí que yo te entregaré algunos de la sinagoga de Satán, de esos que dicen ser judíos y no lo son, sino que mienten” (Apo 3,9). Cristo es judío y la Virgen Santísima judía y los primeros mártires y santos de la Iglesia Católica, Apostólica y Romana, judíos son.
Y ¿qué opina usted de las torturas de la Inquisición?, me preguntó. Mi respuesta fue: el tribunal de la Inquisición, es el tribunal más justo que ha existido en la historia. Se pusó blanco. Añadí: claro que cometió errores; hasta san Ignacio de Loyola y san Juan de Ávila pasaron por sus calabozos. Responde: Torquemada fue un monstruo de maldad. No dice lo mismo el profesor Saldaña, vicepresidente de la Asociación Internacional de derecho penal. Afirma que Torquemada fue inquisidor general y gran legislador de la Inquisición con sus cinco “Instrucciones” escritas para evitar todo “odio, enemistad u otra corrupción” y fue un “monumento de ciencia penal y de humanidad”. Por ciero, Torquemada era de origen judío.
El especialista de la Inquisición Española, el danés Gustav Henningsen dice: “Los actos y procesos de la Inquisición española, según la naturaleza de los delitos, nos recuerdan los diagnósticos médicos, las notas de un psicólogo, los análisis detallados de un sexólogo, los análisis fenomenólogos de un historiador de las religiones, las descripciones de un historiador de la Iglesia o el esfuerzo de análisis de un historiador literario”. El historiador francés Jean Limont dice: “Fuera de España la represión de las “brujas y los brujos” sumió a toda Europa en la muerte… En 1609 ardieron 600 brujas en el pequeño País Vasco francés. Y se calcula que no perecieron menos de 100.000 brujas y brujos en Alemania a lo largo del siglo XVII. Ahora bien, desde 1530 la Inquisición no condenó a muerte a ningún “brujo” ni a ninguna “bruja”, salvo una sola excepción reparada”. Bennasar ha dicho que la realidad de la Inquisición española es completamente diferente a la visión impuesta por la “leyenda negra”.
Y, ¿qué me dice del purgatorio?, pregunta el escritor. Que es doctrina de la Iglesia Católica, Apostólica y Romana. Es un estado del alma en que las almas justas, salidas de este mundo con alguna mancha de sus pecados, sufren castigos por los pecados no expiados perfectamente en esta vida. El segundo libro de los Macabeos 12, 38-46; el evangelista San Mateo 12,32; San Pablo en su primera carta a los Corintios 3, 11-15, hablan del Purgatorio. Varios Papas y Concilios enseñan la existencia del purgatorio: “Manda el Santo Concilio (de Trento) a los obispos que diligentemente se esfuercen para que la sana doctrina sobre el purgatorio… sea creída, mantenida, enseñada y en todas partes predicada por los fieles de Cristo (Dezinger 983).
Y con sonrisa burlona, dice: y las personas ¿están ardiendo siempre en el infierno? Respuesta: Sí, eternamente. La Sagrada Escritura no se entiende sin la existencia del infierno. “Id, malditos al fuego eterno”, dice Cristo. Los Sumos Pontífices y los Concilios de la Iglesia han enseñado la existencia de las penas eternas del infierno. Las dos grandes revelaciones privadas del Cielo, la Virgen de Fátima y la Divina Misericordia en Polonia, nos recuerdan que son muchos los que se condenan en el infierno. Santa Faustina Kowaska afirma que “muchos están en el infierno porque no creyeron que existía el infierno”. A tu amparo nos acogemos Santa Madre de Dios.
Me dijo: usted es un sacerdote tradicional, de los que andan por ahí. Yo soy un sacerdote católico, apostólico y romano, le contesté.
Para mí, nuestro personaje no es católico, ni apostólico ni romano. Parece ser un judío, de la secta de los saduceos, que no creían en la resurrección de los muertos ni en la vida eterna.
P. Manuel Martínez Cano, mCR