Artículo publicado en la revista Ave María nº 791 noviembre-diciembre de 2014:
El pasado domingo 21 de Julio, celebramos en casa de mis padres las bodas de plata de mi marido y yo. Después de que mi padrino de boda, que es mi sobrino Manel, me regalara un ramo de 12 rosas blancas en representación de mis 12 hijos, comenzamos la celebración con una Santa Misa en la iglesia del pueblo en la que nos casamos. Mi hermano Mn. Francisco Javier celebro la misa, renovamos nuestras promesas matrimoniales, y nos dio el Señor su bendición.
El sermón de mi hermano fue muy hermoso y nos hizo llorar un poco a todos. Mis hijos prepararon la fiesta en la que hubo muchas sorpresas, nos obsequiaron con una bonita canción, y nos llenaron de regalos, uno de ellos es la bendición del Santo Padre Francisco que a mi marido y a mí nos hizo mucha ilusión, un cuadro del Papa Juan Pablo II, un viaje a Roma, etc. Uno de los regalos más bonitos llegó dentro de una caja muy grande, que al abrirla vimos a todos nuestros hijos en fotos enmarcadas desde el mayor hasta al más pequeño, pero todos a la edad de 3 años, y esto fue como recordar los 25 años de matrimonio en un momento. Después de los postres llego una sorpresa muy alegre e inesperada que fue la actuación de la tuna, San Luis Gonzaga, a la que pertenecen dos de mis hijos y mi sobrino.
Al preguntarme cuál es la verdadera razón de haber sido inmensamente felices durante estos 25 años de casados podría pensar que…
- Quizás fue por el esfuerzo y por la satisfacción del deber cumplido día a día. NO nuestra felicidad va más allá.
- Quizás podría decir que no tuvimos crisis ni conflictos entre nosotros, pero mentiría. Hemos tenido que superar muchos momentos difíciles en nuestro matrimonio, sobre todo la muerte de nuestra hija María Lourdes, hemos tenido que adaptarnos el uno al otro y después a una familia que crecía y cambiaba según la edad de nuestros hijos, sobre todo cuando pasan por la adolescencia; y también superar las enfermedades y dificultades económicas que no han faltado. NO nuestra felicidad va más allá.
- Quizás fue por el ejemplo de fidelidad de nuestros respectivos padres que han sido buenos modelos de matrimonio y familia. A ellos estoy muy agradecida y doy gracias a Dios por haberlos tenido a mi lado hasta hoy. NO nuestra felicidad va más allá.
- Quizás podría decir que hemos logrado una vida plena;
Todo esto es muy bueno pero nuestra felicidad va mucho más allá. NUESTRA FELICIDAD VIENE DEL SEÑOR QUE ES EL QUE HA MOLDEADO NUESTRAS VIDAS Y NOS HA PERMITIDO LOGRAR EL ÉXITO EN NUESTRO MATRIMONIO.
Nos ha enseñado a perdonar antes de que el otro se disculpe, a ser generosos en la entrega y no fundar la felicidad en lo que se recibe, sino en lo que se da con alegría. Sentirnos instrumentos en manos del Señor y ver que es Él el que conduce nuestra vida y construye nuestra historia.
Cuando me casé pensaba que tendría los hijos que Dios me enviara, pero creo que nunca pensé que me enviaría tantos. Cuando nació María Lourdes, que es la que hace 10, mi madre me dijo “¿no serás capaz de pasar a tu madre?” , pues yo soy la quinta de diez hermanos. Pues sí, Dios lo ha querido dándome mis 12 hijos. Con los hijos he tenido que aprender a tener siempre mucha paciencia, mucha alegría, a tener las cosas muy claras en doctrina y moral cristiana para así poderlos educar con firmeza, pero a la vez con dulzura. Creo que si somos buenos cristianos, la vida espiritual de la familia será la suma de la vida espiritual de cada uno de sus miembros. El puntal principal para que la familia esté siempre unida es rezar todos los días juntos el Santo Rosario. Antes de empezar tenemos la costumbre de hablar un ratito de nuestras cosas y contar cada uno como le ha ido el día. Por pequeñas que puedan parecer esas cosas delante de los hombres, tienen su grandeza delante del Señor, si se hacen por amor a Él.
Voy ahora a hablar de mi marido, Antonio. De él solo puedo decir que es un hombre bueno, que el Señor me ha dado, cariñoso y paciente, sobre todo conmigo, honrado, generoso y buen padre de nuestros hijos, al que no merezco pero Dios en su Divina Misericordia, le puso en mi vida. Es un hombre al que no se te hace difícil amarlo, pues él tiene una manera de demostrar su amor en cada momento, tratándome con dulzura y delicadeza, y estando pendiente de mí en todo momento. Le debo toda la felicidad que tengo y le estoy muy agradecida.
Para terminar, como dijo Mn. F. Javier en la homilía, el verdadero matrimonio cristiano está constantemente acogiendo todo lo que viene de la mano de Dios con alegría, tanto lo que nos parece humanamente bueno, como lo que, a ojos del mundo, es malo. TODO es don de Dios.
Os pido oraciones para que mi matrimonio sea un testimonio para el mundo y un reflejo del amor de Dios. Finalmente os leo un fragmento de un mensaje de la Virgen María en Medjugorje que puede ser un ideal de la vida familiar:
“si queréis ser felices llevad una vida sencilla y humilde, rezad mucho, y no entréis en la profundidad de los problemas, sino dejaros guiar por Dios.”
María Lourdes Vila Morera