Contracorriente

~ Blog del P. Manuel Martínez Cano, mCR

Contracorriente

Archivos diarios: 8 abril, 2015

Página para meditar 133

08 miércoles Abr 2015

Posted by manuelmartinezcano in Padre Alba, Uncategorized

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P.Alba, SJ

P.Alba, SJ

Queridos míos: Al comenzar el curso, con el espíritu emocionado por las vivencias de nuestro encuentro con el Papa en Santiago, con la ilusión de haber cumplido la Unión Seglar veinte años de existencia al servicio del Reino de Dios, bueno será que recordemos cuál es nuestro espíritu, para no merodear por alrededores de la verdad, sin entregarnos a ella.

Intrépidos en la defensa de la fe

Incansables, con la confianza puesta en Dios, de donde viene la fuerza para no temer al mundo. No hay defensa de la fe sin apostolado. Somos apóstoles, tenemos que llevar a Cristo a un mundo que lo desfigura, a un mundo sin Dios.

Hombres interiores

Sin vida interior no hay fecundidad personal y apostólica. La persuasión de que, si no me convenzo con una decisión sin excepciones de que el tiempo destinado a las cosas de Dios es el más importante, el único necesario, no seré más que una caja vacía, o un címbalo que suena. Infecundo. Estéril.

Disciplina ignaciana

El mundo enseña anarquía, instintivismo, libertades sin freno. Como Jesucristo, queremos salvar al mundo por la obediencia hasta la muerte. Nuestra asociación es escuela de disciplina: de la mente, del corazón, del trabajo, del tiempo. Disciplinados en convertir la ultreya semanal en el acto de formación, de comunidad, que me obliga y encuadra.

Caridad

Pero, sobre todo, quisiera que os especializarais en el espíritu de caridad, que es vínculo de perfección y cumbre de todas las virtudes. Si no amo al hermano que veo y con quien convivo, ¿cómo puedo decir que es verdadero mi amor a Dios?

A todos nos eligió la Virgen María. A todos ama sin límites la Virgen, nuestra Madre. Jamás entre nosotros el espectáculo del desinterés, de la murmuración, del distanciamiento mutuo. Si así lo hacéis, seréis santos.

Rvdo. P. José María Alba Cereceda, S.I.
Meridiano Católico Nº 133, octubre de 1989

Niñas y niños,
venid con nosotros
a las Colonias del Padre Alba.
Sana diversión, santa formación.
De de 7 a 11 años.
Del 2 al 12 de julio de 2015.

 ******

Chicas y chicos,
venid con nosotros
a los Campamentos del Padre Alba.
Sana diversión y santa formación.
Dos niveles: de 11 a 15 años
y de 16 en adelante.
Del 27 de julio al 10 de agosto de 2015.

******

Organiza: Asociación de la Inmaculada y san Luis Gonzaga
Colegio Corazón Inmaculado de María
Apdo. 97 – 08181 – Sentmenat (Barcelona)

INFORMACIÓN E INSCRIPCIONES
campamentosdelpadrealba@gmail.com
Tel. 93 715 34 08

La esperanza del evangelio: conversión y purificación II

08 miércoles Abr 2015

Posted by manuelmartinezcano in Uncategorized

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Guerra-Campos.5Pero en todo caso, lo que debería sorprendernos y obligarnos a una reflexión muy cuidadosa es la pasividad con la que consideramos que deben estar en vigencia las actitudes cristianas que favorecen la justicia (y hay que propagarlas y enraizarías en todos) y rechazamos, sin embargo, las actitudes cristianas que favorecen, por ejemplo, la castidad en cualquiera de los estados. Y, sin embargo, la voluntad de Dios es la misma y la influencia de esas actitudes en nuestro propio bien es la misma. Son partes de una armonía integral, el orden moral y no se puede tocar una pieza sin que se desmoronen las demás. Pero no nos damos cuenta, no lo vemos: sólo nos damos cuenta de lo que tiene enlace directo con nuestra seguridad y tranquilidad, con nuestros derechos, y en definitiva, con nuestra propia ventaja, aunque sea legítima. Y todo lo que no parece afectar de pronto inmediatamente a este núcleo de intereses no lo vemos, estamos ciegos para ello.

El hecho es que una de las grandes tentaciones que se está infiltrando cada vez más (y en los tiempos que se avecinan, lo hará todavía en forma más peligrosa en muchísimos católicos), es el ateísmo. Pues no nos hagamos ilusiones: la tercera tentación de Jesús es prácticamente atea. Es negarle la adoración, la gratitud, la esperanza y la confianza filial a Dios; es centrarnos en los poderes fuera de Dios, en nosotros mismos, que es ahora la forma más corriente de humanidad: unimismo autónomo.

Y hay un extraño contagio, unas veces por un influjo de origen inmediatamente político, otras veces de origen filosófico o cultural. El caso es que entre muchos creyentes, jóvenes y no jóvenes, tienen éxito las insinuaciones y las propagandas que nos invitan a pensar que, desvinculándonos de las exigencias de la tradición cristiana, de los llamamientos conocidos e indiscutibles de los Evangelios (que han salido de la boca de Jesús y nos han transmitido los Apóstoles), somos más libres.

Hay como un aire de emancipación en el que parece que esa tradición cristiana que hemos heredado y que hemos recibido directamente por la acción de Dios en los sacramentos, es una carga, un peso, o algo casi esclavizante. ¡Qué triste señal! ¿No hemos dicho al principio, que la clave misma de toda construcción de una vida humana auténtica está en la coincidencia entre nuestro deber, nuestra vocación, nuestra misión y la sensación íntima de libertad al cumplirlo; y que, cuando falta esta impresión íntima de libertad, es una mala señal, ya que estamos obcecados, desviados, más o menos momentáneamente, pero siempre peligrosamente?

Hay una extraña emancipación de aquello que debería ser la luz, la inspiración cotidiana, el atractivo, la fuerza interior. Por tanto, hay un grave peligro de que nuestra propia condición de fe se resquebraje y luego no sirvamos para nada, ni siquiera para hacer la construcción atea del mundo a la que tantos tienden, porque al fin, y gracias a Dios, nuestro corazón -así lo espero- ya nunca servirá para eso, porque ha sido tocado alguna vez por el dedo de Dios.

Tampoco serviremos, no ya para la acción apostólica (que en esas situaciones de tentación es más necesaria que nunca para orientar a los hermanos), sino que ni siquiera valdremos para vivir con gozo nuestra propia vida interior. Por eso, seríamos los hombres más desgraciados. De ahí que tengamos que pedirle al Señor la luz escarmentadora de las tres tentaciones, las cuales brotan de la falta de docilidad y de no querer aceptar del todo que el Señor es el que nos salva, que es Él quien tiene razón y que por tanto en seguirle, aunque a veces cueste, está no solamente nuestro deber, sino nuestra dicha y nuestra libertad.

Necesitamos que el Señor, a la luz de este «escarmiento» de las tentaciones, nos devuelva el gusto del Evangelio. Es decir, que descubramos el plan de Dios en todas las dificultades: en la cruz, la muerte, el escándalo del dolor, el fracaso aparente en vez del triunfo espectacular de la segunda tentación…

Precisamos ver que los sufrimientos de toda índole, en vez de la fácil solución de convertir las piedras en panes, son noticia alegre, revelación luminosa: Evangelio. Que volvamos a saborear el significado de esta palabra en su misma literalidad, no ya como un conjunto de doctrinas, verdades y normas, sino como algo más interior y más radical, como una luz que de pronto nos marca el rumbo, disipa los nubarrones y nos devuelve la confianza y la alegría, sabiendo que, si esto es posible, es gracias a la fe.

Que no tenemos que contentarnos, como los hombres sin fe, con el estímulo de las palabras bonitas, de las consideraciones más o menos sabias, ya que a ellos no les queda otro recurso frente a los grandes interrogantes del corazón (como son, por ejemplo, la melancolía o el ansia infinita de felicidad -que es insaciable frente al acoso del dolor y, sobre todo, del sufrimiento-, o la incomprensión de los demás, o la injusticia y la derrota de la muerte -ante la cual no hay nada-). Nosotros no tenemos que satisfacernos con palabras, delaciones o consideraciones que son de veras opio del pueblo; nuestra fe nos dice que el Evangelio para nosotros es la Persona viva de Jesús, el poder y el amor de alguien que nos conoce, nos quiere y acompaña, que nos abre camino y va delante con nosotros. Jesús ha abierto ya el acceso a la meta de nuestra esperanza: Él es nuestra esperanza, pero no un anhelo soñado o pensado, no una ilusión, sino nuestra esperanza vivida y realizada ya. Sólo falta que nosotros nos asociemos a Él en ese camino de esperanza.

José Guerra Campos

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Meditaciones y Pláticas del P. José María Alba Cereceda, S.I.

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“Espíritu Santo, infúndenos la fuerza para anunciar la novedad del Evangelio con audacia, en voz alta y en todo tiempo y lugar, incluso a contracorriente”. Padre Santo Francisco.

"Si el Señor no edifica la casa, en vano trabajan los que la construyen. (Salmo 127, 1)"

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Van al Cielo los que mueren en gracia de Dios; van al infierno los que mueren en pecado mortal

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"Es necesario que los católicos españoles sepáis recobrar el vigor pleno del espíritu, la valentía de una fe vivida, la lucidez evangélica iluminada por el amor profundo al hombre hermano." San Juan Pablo II.

"No seguirás en el mal a la mayoría." Éxodo 23, 2.

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