Las ideologías modernas han planteado su última herejía en el campo de la política: “La autoridad viene del pueblo, no de Dios”. Nosotros decimos, con Cristo y la Iglesia, que toda autoridad viene de Dios. Nada sin Dios. Todo bajo la ley de Cristo Rey.
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El protomártir San Esteban dijo a los que le trataban de blasfemo: “¡Duros de cerviz, incircuncisos de corazón y de oídos! Vosotros siempre resistís al Espíritu Santo, lo mismo que vuestros padres” (Hch. 7, 51). Ellos apedrearon a San Esteban hasta matarlo. Sus últimas palabras fueron: “Señor, no les tengas en cuenta este pecado” (Hch. 7, 60). En sus primeras palabras, San Esteban demostró su caridad diciéndoles la verdad. En las últimas palabras demostró su amor a los enemigos, como Cristo pidió.
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El Concilio Vaticano II dijo que el hombre no se puede explicar sin Cristo. Muchos afirman que somos simples partículas materiales. El marxismo afirma que el hombre es mera materia y lo único que importa es lo material y lo económico. Ya Aristóteles decía que “el hombre es animal racional”. La fe nos dice que este hombre ha sido redimido por Jesucristo y llamado a la unión con Dios por la gracia santificante y destinado a ser feliz eternamente en el Cielo. Esta es la verdad.
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Las manifestaciones elogiosas sobre Franco emitidas durante decenios por los Papas y los Obispos (. . . .) No suponían identificación con lo opinable de una política. Más tampoco se limitaban a alabar buenas intenciones. Se alababan como aciertos: “la ejemplaridad cristiana de la vida personal, la voluntad de servir a la Iglesia, la decisión de proyectar en la vida pública su condición de cristiano y la ley de Dios enunciada por el Magisterio eclesiástico, y la solicitud y eficacia de su servicio al pueblo español, patente en tantos campos en una larga trayectoria de pacificación y transformación”. Con palabras del Cardenal Arzobispo de Sevilla en 1961, la Iglesia bendecía a un gobernante “no solamente en el plano de la concordia, sino con afectuosidad de Madre”. (Monseñor José Guerra Campos).
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He hallado el libro “Juan Pablo II en España”, editado en 1982 por la B.A.C. El día de Santa Teresa de Jesús, en su mensaje a España San Juan Pablo II, dijo: “La trayectoria biográfica de Teresa se inserta en uno de los momentos más brillantes de la historia eclesial y civil de España, que constituye su siglo de oro. Teresa de Jesús deseó participar activamente en la formidable empresa evangelizadora de la América recién descubierta. Desde su condición de mujer se determinó a hacer todo lo posible, “hacer aquel poquito que estaba en su mano”. Llevada por un designio providencial, con su labor de reformadora y fundadora de monasterios, puso en primer plano los horizontes del espíritu “Dios mediante, seguiremos publicando en próximas semanas, párrafos de San Juan Pablo II”.
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La semana pasada me contaron lo siguiente: El último niño que salió del comedor de los párvulos, se fue a la capilla a hacer la visita a Jesús. La entrada está enfrente de la puerta del comedor. La señora que limpiaba las mesas, oyó varias veces decir al parvulito, “Jesús te quiero mucho, pero mucho, mucho”. Y hablaba con el Señor. Entre otras cosas, le dijo: “Jesús ayuda a la señorita que tiene mucho trabajo. Adiós Jesús, ya sé que Tú me quieres mucho, pero yo también te quiero mucho, mucho”.
Padre Cano m. C. R.



