Los Apóstoles que eligió Jesús para comunicar al mundo entero el Reino de Dios, la salvación eterna de las almas, no eran ricos. Eran pobres, obreros de ruda condición y de costumbres sencillas. Ellos mismos se presentan como ignorantes, débiles, cobardes, miedosos, discutían entre ellos. Su convivencia con el Señor, les hizo humildes. Y sobre esa humildad, el Espíritu Santo les infundió la caridad, la santidad, la sabiduría, la fortaleza y la valentía hasta dar su vida por Cristo y por la salvación de las almas. La Santísima Trinidad puede realizar en nosotros la misma conversión. La Virgen María intercede por nosotros.
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Pio XII habló del espíritu universal y católico de España y dijo: “La epopeya gigante con que España rompió los viejos límites del mundo conocido, descubrió un continente nuevo y le evangelizó para Cristo”. El gran historiador francés, Jean Dumond manifestó: “Que la conmemoración del V Centenario (del descubrimiento de América) sea también la conmemoración de la verdad. Es decir de una de las más maravillosas irrupciones cristianas que la providencia haya deparado al mundo”.
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Hay unos principios de política católica. Leamos las encíclicas de los Sumos Pontífices. También hay una política anticatólica. No leamos los libros escritos por anticatólicos. Hoy como nunca, los católicos debemos formarnos sólidamente con los documentos sociales y políticos de la Iglesia.
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Las llamadas ideologías modernas, se reducen a la lucha infernal contra la verdad y la Iglesia. Nada es verdad ni mentira, decían. Ahora dicen que la verdad es mentira y que la mentira es la verdad. “Lo que hay en las entrañas de una mujer en estado de bien esperanza no es un niño”, esa es la verdad ideológica moderna. Esa es una mentira satánica. No es fácil hoy hallar la verdad entre tantas mentiras que circulan por los medios de comunicación, colegios, universidades, etc. La verdad existe, Cristo dijo: “Yo soy el camino, la verdad y la vida”. Dios es la suprema verdad. Una persona cumple con su primer deber cuando busca la verdad, conoce la verdad y vive en la verdad. La verdad existe en sí misma, opinen lo que opinen las personas. La verdad es la adecuación del entendimiento a la realidad de las cosas. Todos los grandes progresos científicos, biológicos, químicos, físicos se han conseguido gracias al estudio de la realidad. No podemos decir que vemos con los oídos y oímos con los ojos.
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“Ante la conmoción cultural del Renacimiento, cuya última raíz estaba en la sustitución de la idea de Dios por la del hombre como medida y luz de la creación; cuando el nuevo ritmo del pensamiento amenazaba desacralizar la existencia y postergar los valores divinos, Teresa de Jesús acomete el camino de la interioridad. Así avanza prodigiosamente por las moradas de su castillo personal, hasta llegar al centro donde Dios reside. Así llega a lo más hondo, lo más verdadero del hombre: la presencia activa y amorosa de Dios en él. Desde esta perspectiva, a la vez humana y sagrada, Teresa justifica y defiende la libertad, estimula a la justicia, invita a la práctica total del amor”. (San Juan Pablo II). “Solo Dios basta”, decía nuestra compatriota Santa Teresa de Jesús. Y nuestro San Ignacio: “La mayor gloria de Dios”. Que sean nuestras almas templos vivos de Dios, que Cristo reine en nuestras familias, en España y en el mundo entero.
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Beata Teresa de Calcuta decía que: “la distracción más bella es el trabajo y la mayor satisfacción el deber cumplido”. Las nuevas generaciones, deformadas por los “derechos del hombre”, más tarde o más temprano, entenderán esto muy bien y cambiarán el rumbo de la historia. No hemos nacido para pudrirnos en vicios y pasiones desordenadas. Hemos nacido para ser eternamente felices. Y en la tierra, seremos felices sin olvidar los sufrimientos, en tanto en cuanto cumplamos nuestros deberes para con Dios y con el prójimo. El P. Alba decía: “Siempre alegres. ¿Hay algo más grande que trabajar por Cristo? No hay que descuidar nunca la caridad para con los demás. Querer bien al prójimo”.
Padre Cano m. C. R.