Contracorriente

~ Blog del P. Manuel Martínez Cano, mCR

Contracorriente

Archivos diarios: 6 mayo, 2015

Chispitas 15

06 miércoles May 2015

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chispicasLos Apóstoles que eligió Jesús para comunicar al mundo entero el Reino de Dios, la salvación eterna de las almas, no eran ricos. Eran pobres, obreros de ruda condición y de costumbres sencillas. Ellos mismos se presentan como ignorantes, débiles, cobardes, miedosos, discutían entre ellos. Su convivencia con el Señor, les hizo humildes. Y sobre esa humildad, el Espíritu Santo les infundió la caridad, la santidad, la sabiduría, la fortaleza y la valentía hasta dar su vida por Cristo y por la salvación de las almas. La Santísima Trinidad puede realizar en nosotros la misma conversión. La Virgen María intercede por nosotros.
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Pio XII habló del espíritu universal y católico de España y dijo: “La epopeya gigante con que España rompió los viejos límites del mundo conocido, descubrió un continente nuevo y le evangelizó para Cristo”. El gran historiador francés, Jean Dumond manifestó: “Que la conmemoración del V Centenario (del descubrimiento de América) sea también la conmemoración de la verdad. Es decir de una de las más maravillosas irrupciones cristianas que la providencia haya deparado al mundo”.
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Hay unos principios de política católica. Leamos las encíclicas de los Sumos Pontífices. También hay una política anticatólica. No leamos los libros escritos por anticatólicos. Hoy como nunca, los católicos debemos formarnos sólidamente con los documentos sociales y políticos de la Iglesia.
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Las llamadas ideologías modernas, se reducen a la lucha infernal contra la verdad y la Iglesia. Nada es verdad ni mentira, decían. Ahora dicen que la verdad es mentira y que la mentira es la verdad. “Lo que hay en las entrañas de una mujer en estado de bien esperanza no es un niño”, esa es la verdad ideológica moderna. Esa es una mentira satánica. No es fácil hoy hallar la verdad entre tantas mentiras que circulan por los medios de comunicación, colegios, universidades, etc. La verdad existe, Cristo dijo: “Yo soy el camino, la verdad y la vida”. Dios es la suprema verdad. Una persona cumple con su primer deber cuando busca la verdad, conoce la verdad y vive en la verdad. La verdad existe en sí misma, opinen lo que opinen las personas. La verdad es la adecuación del entendimiento a la realidad de las cosas. Todos los grandes progresos científicos, biológicos, químicos, físicos se han conseguido gracias al estudio de la realidad. No podemos decir que vemos con los oídos y oímos con los ojos.
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“Ante la conmoción cultural del Renacimiento, cuya última raíz estaba en la sustitución de la idea de Dios por la del hombre como medida y luz de la creación; cuando el nuevo ritmo del pensamiento amenazaba desacralizar la existencia y postergar los valores divinos, Teresa de Jesús acomete el camino de la interioridad. Así avanza prodigiosamente por las moradas de su castillo personal, hasta llegar al centro donde Dios reside. Así llega a lo más hondo, lo más verdadero del hombre: la presencia activa y amorosa de Dios en él. Desde esta perspectiva, a la vez humana y sagrada, Teresa justifica y defiende la libertad, estimula a la justicia, invita a la práctica total del amor”. (San Juan Pablo II). “Solo Dios basta”, decía nuestra compatriota Santa Teresa de Jesús. Y nuestro San Ignacio: “La mayor gloria de Dios”. Que sean nuestras almas templos vivos de Dios, que Cristo reine en nuestras familias, en España y en el mundo entero.
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Beata Teresa de Calcuta decía que: “la distracción más bella es el trabajo y la mayor satisfacción el deber cumplido”. Las nuevas generaciones, deformadas por los “derechos del hombre”, más tarde o más temprano, entenderán esto muy bien y cambiarán el rumbo de la historia. No hemos nacido para pudrirnos en vicios y pasiones desordenadas. Hemos nacido para ser eternamente felices. Y en la tierra, seremos felices sin olvidar los sufrimientos, en tanto en cuanto cumplamos nuestros deberes para con Dios y con el prójimo. El P. Alba decía: “Siempre alegres. ¿Hay algo más grande que trabajar por Cristo? No hay que descuidar nunca la caridad para con los demás. Querer bien al prójimo”.

Padre Cano m. C. R.

El padre Alba

06 miércoles May 2015

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Muchas personas de la Unión Seglar han escrito sobre el Padre Alba. He leído montones de anécdotas, detalles de su caridad y virtudes y recuerdos de muchas personas que le conocieron y amaron.
Yo le conocí poco, y le traté menos. Me casé con un joven de la Unión seglar, y en lugar de irme a vivir yo a Barcelona, se vino él a Gerona. Mientras el Padre aún vivió entre nosotros yo le veía de cenáculo a retiro y de retiro a cenáculo, y poco más. El trato que tuve con él fue generalmente muy breve. Podría decirse que fueron retazos, porque siempre estaba muy solicitado. Por tanto, sólo retazos puedo contar. Serán tres, que siempre me han hecho pensar.padre-alba
La primera fue en Ejercicios. Los iba a dirigir el Padre Alba, y las ejercitantes fuimos llegando a nuestra hora, pero el Padre se retrasaba. Pasó media hora, una hora, hora y media… y al final decidimos despedirnos de los familiares que nos habían acompañado, entrar en la capilla, y esperar al Padre rezando el rosario. Así nos encontró él cuando llegó, y después de alabar que hubiéramos empezado a rezar, viendo cómo rezábamos, nos soltó: “No corráis, no corráis… NO HAY DEVOCIÓN CON PRISA”. Con una sola frase nos dio una lección magistral. El Amor no tiene prisa. A Dios no debemos escatimarle el tiempo. A Dios no podemos tratarle con prisas. Desde ese día, no puedo rezar con prisa. Cuando a veces me embalo y recito con rapidez las oraciones vocales, recuerdo al Padre y tengo que rezar más lento, con más devoción, con más perfección. Porque no hay devoción con prisa.
La segunda fue en una peregrinación al Bartolo, en Castellón. Nosotros teníamos una autocaravana, y con ella llegábamos el sábado por la noche, dormíamos en el Desierto de las Palmas y la mañana del domingo subíamos andando a la cruz, Santa Misa, comida de hermandad y regreso a casa. En la autocaravana yo llevaba la comida de la familia, y como tenía una cocina, y una nevera, tras la comida acostumbraba a preparar café. Lo tenía recién hecho, y vi al Padre acercarse a la autocaravana, y en cuanto llegó, le ofrecí una taza. El se paró, estuvo unos segundos pensativo y después cogió la taza, me la agradeció y dijo: “LA CARIDAD ES MAS EXCELENTE QUE EL SACRIFICIO”. Me quedé sin saber qué decir. Cuando terminó cogí sonriendo la taza y nos despedimos. Nunca supe si lo dijo agradeciendo mi caridad que le ofrecía el café, o si lo dijo porque me hacía la caridad de no despreciar aquello que yo le ofrecía aún a costa de romper el sacrificio de la peregrinación. Pienso que en realidad los dijo por ambas razones. Pero desde ese día, en las situaciones en que he dudado si elegir entre la caridad y el sacrificio, su enseñanza y su ejemplo me han ayudado a decidir.
La última fue en un retiro. Yo estaba embarazada de mi sexto hijo, Ramón, y todo iba bien. A la hora de los postres, un seminarista se me acercó, y me entregó de parte del padre Alba una botella de Agua de San Ignacio. Me dijo que era para las embarazadas, y se fue. Yo me quedé perpleja. Nunca había oído hablar de ella, y no sabía qué debía hacer, así que a lo largo de varios días, me la fui bebiendo vaso a vaso hasta terminarla. El joven que me la dio, llevaba dos botellas más. Creo que una se la dio a mi hermana, que también estaba embarazada. La tercera no recuerdo quién la recibió. El caso es que poco tiempo después me pusieron de reposo, porque tenía placenta previa y podía tener una hemorragia y perder al niño. Hice todo lo que me dijeron, amén de rezar mucho, y finalmente mi hijo nació sano y sin problemas. Pero lo sorprendente en todo esto es que cuando el Padre nos dio el agua, nadie –ni yo misma- sabía que mi hijo corría peligro. Y mi hermana, que también recibió agua de San Ignacio, también tuvo que estar de reposo y al final mi sobrino, que está hecho un machote, nació por cesárea, y tampoco sabía del peligro de su embarazo el día del retiro. De la tercera mujer no puedo decirlo, porque no lo sé. Lo que me sorprende, y me hace pensar que tal vez haya algo de extraordinario en todo esto, es que ni antes ni después el Padre me había dado nada en mis embarazos. Me lo dio solamente en mi único embarazo peligroso de los seis que tuve antes de su fallecimiento, y eso antes de saberse que era un embarazo de riesgo.
Creo que el Padre Alba fue, para los que tuvimos el gozo de conocerle, un regalo de Dios. Porque era un santo que supo amar a Dios por encima de todo, y transmitir a los que le rodeaban ese amor y esa Fe que son el tesoro que dura eternamente. Demos gracias a Dios.

Mª Pilar Frigola

Mensajes de fe 32: Liturgia de la Misa y comunión

06 miércoles May 2015

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Cuanto reproducimos no es discutible ni opinable… al menos para un católico que se siente obligado a cumplir todas las NORMAS DEL PAPA Y DE LA IGLESIA. primera-comunion-rezando--644x362No son cosas anteriores al Vaticano II, sino lo mandado por el mismo Concilio en su «Constitución de Sagrada Liturgia», número 22: «Nadie, aunque sea sacerdote, añada, quite o cambie cosa alguna por iniciativa propia en la liturgia… Ni tampoco un obispo por sí solo. Han de ser todos en Conferencia Episcopal territorial». Lo demás trae confusionismo y «autodemolición de la Iglesia… así llena del humo de Satanás» (Pablo VI). Es engañar a los fieles hacerles creer que se hace por tratarse de «modernidad, progreso, renovación, creatividad, experimentación». Toda nueva «experiencia» ha sido prohibida terminantemente por Roma (Véase la III Instrucción Litúrgica de Roma, de fecha 5-9-1970).

I. -Todos han de arrodillarse en la consagración de la Santa Misa o Sacrificio Eucarístico.
(Así se llama en todos los documentos de la Iglesia, a pesar de la moda de llamarla sólo «Eucaristía», palabra en que convienen muchos «separados»).
Los fieles han de arrodillarse en la «epiclesis consecratoria», sin ninguna espera, o sea cuando el celebrante invoca al Espíritu Santo y santificador extendiendo las manos hacia abajo sobre el cáliz y la hostia. El sacerdote se hincará dos veces de rodillas, en actitud de ADORACIÓN… ¿Y los fieles no? Cuando celebran juntos varios sacerdotes, los demás concelebrantes habrán de INCLINARSE PROFUNDAMENTE (Ordenación General del Misal Romano, 1969: 174 c; 2002: nº 222 c). Se manda ESTAR DE RODILLAS A TODOS LOS FIELES EN LA CONSAGRACIÓN (Ibíd. nº 21; nº43); exceptúa SOLAMENTE el caso de imposibilidad física o moral y cita ejemplos de esta «fuerza mayor», como, por causa de salud, el no caberse en el templo llenísimo -es frecuente en San Pedro del Vaticano- y otras similares CAUSAS RAZONABLES. Nunca serán causas razonables las «inventadas arbitrariamente o convencionales», como apiñar a los fieles alrededor del altar, cuando caben holgadamente en el templo. Se trata de casos de ancianos, enfermos, reumáticos, etc. En estos casos excepcionales habrá que INCLINARSE PROFUNDAMENTE mientras el sacerdote hace la genuflexión después de la consagración, en actitud de fe y de adoración activa. Además en el ya citado nº 43 de la Ordenación General de Misal Romano del 2002, se dice: “Allí donde sea costumbre que el pueblo permanezca de rodillas desde que termina la aclamación del Santo hasta el final de la plegaria eucarística y antes de la Comunión cuando el sacerdote dice: Este es el Cordero de Dios, es loable que dicha costumbre se mantenga”, pero guardando siempre la uniformidad de todos los participantes no impedidos, como se dice antes en este mismo número.comunión
¡Nunca ha de ser el fiel un mudo espectador! Así lo ordenó Su Santidad el Beato Pablo VI al publicar el ORDO MISSAE, con fecha 3-4-1969, y Su Santidad San Juan Pablo II en la Institutio generalis Missalis Romani de tercera edición del Misal Romano, 2002 (Traducción española: Ordenación General del Misal Romano, 2005) en el nº 3 de 1969 y en el nº 18 de 2002. Así mismo se dice en el PROEMIO (26-3-1970, del MISAL LATINO VATICANO típico y en la mismas Institutio del 2002), en el número 3, el porqué de esta ACTITUD DE ADORACIÓN, CON LAS RODILLAS (las dos genuflexiones del sacerdote y genuflexión doble de los fieles).
La consagración es el momento preciso en que empieza el SACRIFICIO EUCARÍSTICO del Cuerpo y la Sangre de Nuestro Señor Jesucristo, la REAL PRESENCIA PERSONAL (no sólo simbólica o moral) del Salvador glorioso y resucitado, y la TRANSUBSTANCIACIÓN DEL PAN Y DEL VINO que pierden realmente su substancia, conservando las apariencias o accidentes sacramentales. (Nadie ha prohibido la campanilla y el tañer de la campana de la torre o campanario que asocia a toda la feligresía a cada misa, recordándoles la misa espiritual y la comunión espiritual, y la adoración de todos junto con la misa cercana y la misa «perenne», ininterrumpida día y noche en la Iglesia). Quien desea ocultar estos tres dogmas o misterios católicos sobre la Santa Misa que se obran en la consagración y quien los discute, no tiene de católico más que el nombre. Pronto perderá la fe y la hará perder a los demás.
Este es uno de los puntos principales de la revolución neomodernista para «protestantizar» a la Iglesia, aunque no pocos, incluso sacerdotes influidos por libros, revistas o grupos de presión desviados, lo sigan inconscientemente. No se han dado cuenta de que es muy fácil así retorcer u ocultar la letra ESCRITA mandada por la Iglesia. Ya lo hizo Satanás, en las tentaciones del desierto, cuando tuvo la osadía de retorcer las palabras de la Biblia y decir al Salvador: «Todo el mundo te daré si POSTRADO me adorares». (San Mateo, 4, 9). Cuando en un templo se enseña u ordena lo contrario, los fieles deben seguir el consejo del libro de los Ejercicios de San Ignacio cuando enseña a «sentir con la Iglesia Jerárquica», y hacer «todo lo contrario»: ponerse en primer término, cerca del altar, y arrodillarse a tiempo, para arrastrar a todos con su buen ejemplo.

II. -Cuando se tiene conciencia de pecado en materia grave hay que confesarse antes de comulgar.
(Cuestión aparte si se trata de escrúpulos o de cosas dudosamente graves ya consultadas al confesor).

Decir otra cosa es hacerse apóstol del sacrilegio. Lo declara el Compendio del Catecismo de la Iglesia Católica (2005) en la pregunta nº 291: “Para recibir la sagrada Comunión se debe estar […] en gracia de Dios, es decir sin conciencia de pecado mortal. Quien es consciente de haber cometido un pecado grave debe recibir el sacramento de la Reconciliación antes de acercase a comulgar.” Comulgar de otro modo «será comer y beber su propia condenación» (San Pablo, 1ª Corintios, 11, 29).
III. -Siguen obligando dos graves mandamientos de la iglesia
-Una hora de ayuno natural antes de comulgar (excepto beber agua o tomar medicinas, Código de Derecho Canónico 1983, nº 919)
-“QUIÉN YA HA RECIBIDO LA SANTÍSIMA EUCARISTÍA, PUEDE RECIBIRLA DE NUEVO EL MISMO DÍA SOLAMENTE DENTRO DE LA CELEBRACIÓN EUCARÍSTICA EN LA QUE PARTICIPE” (Ibídem. nº 917).

IV. – Siempre se puede comulgar en la boca y de rodillas, pero hacerlo en la mano en la mano hay varias restricciones.
Reproducimos a continuación varios números de la Instrucción Redemptionis Sacramentum de la Congregación para el Culto Divino y la Disciplina de los Sacramentos, 25 de marzo del 2004
«88. Los fieles, habitualmente, reciban la Comunión sacramental de la Eucaristía en la misma Misa y en el momento prescrito por el mismo rito de la celebración, esto es, inmediatamente después de la Comunión del sacerdote celebrante. (Cf. CONCILIO ECUMÉNICO VATICANO II, Const. sobre la s. Liturgia, Sacrosanctum Concilium, n. 55.) Corresponde al sacerdote celebrante distribuir la Comunión, si es el caso, ayudado por otros sacerdotes o diáconos; y éste no debe proseguir la Misa hasta que haya terminado la Comunión de los fieles. Sólo donde la necesidad lo requiera, los ministros extraordinarios pueden ayudar al sacerdote celebrante, según las normas del derecho. (Cf. S CONGR. RITOS, Instr., Eucharisticum mysterium, n. 31: AAS 59 (1967) p. 558; PONT. COMIS. PARA LA INTERP. AUTÉNTICA DEL CÓDIGO DE DERECHO CANÓNICO, Respuesta ad propositum dubium, día 1 de junio de 1988: AAS 80 (1988) p. 1373.)
89. Para que también «por los signos, aparezca mejor que la Comunión es participación en el Sacrificio que se está celebrando», (MISSALE ROMANUM, Institutio Generalis, n. 85.) es deseable que los fieles puedan recibirla con hostias consagradas en la misma Misa. (Cf. CONCILIO ECUMÉNICO VATICANO II, Const. sobre la s. Liturgia, Sacrosanctum Concilium, n. 55; S CONGR. RITOS, Instr., Eucharisticum mysterium, n. 31: AAS 59 (1967) p. 558; MISSALE ROMANUM, Institutio Generalis, nn. 85, 157, 243.)
90. «Los fieles comulgan de rodillas o de pie, según lo establezca la Conferencia de Obispos», con la confirmación de la Sede Apostólica (En la Nota del Secretarido de la Episcopado Español de 19 de marzo de 1976, se dice que “no suplanta la costumbre de recibir la Sagrada Comunión en la boca” Eclesia nº 1782, 20 de marzo de 1976, p.34). «Cuando comulgan de pie, se recomienda hacer, antes de recibir el Sacramento, la debida reverencia, que deben establecer las mismas normas». (Cf. MISSALE ROMANUM, Institutio Generalis, n. 160.)
91. En la distribución de la sagrada Comunión se debe recordar que «los ministros sagrados no pueden negar los sacramentos a quienes los pidan de modo oportuno, estén bien dispuestos y no les sea prohibido por el derecho recibirlos». (Código de Derecho Canónico, c. 843 § 1; cf. c. 915.) Por consiguiente, cualquier bautizado católico, a quien el derecho no se lo prohíba, debe ser admitido a la sagrada Comunión. Así pues, no es lícito negar la sagrada Comunión a un fiel, por ejemplo, sólo por el hecho de querer recibir la Eucaristía arrodillado o de pie.
92. Aunque todo fiel tiene siempre derecho a elegir si desea recibir la sagrada Comunión en la boca, (Cf. MISSALE ROMANUM, Institutio Generalis, n. 161.) si el que va a comulgar quiere recibir en la mano el Sacramento, en los lugares donde la Conferencia de Obispos lo haya permitido, con la confirmación de la Sede Apostólica, (en España se permitió por Decreto de la Sagrada Congregación para los Sacramentos y el Culto Divino el 12 de febrero de 1976) se le debe administrar la sagrada hostia. Sin embargo, póngase especial cuidado en que el comulgante consuma inmediatamente la hostia, delante del ministro, y ninguno se aleje teniendo en la mano las especies eucarísticas. SI EXISTE PELIGRO DE PROFANACIÓN, NO SE DISTRIBUYA A LOS FIELES LA COMUNIÓN EN LA MANO. (CONGR. CULTO DIVINO Y DISC. SACRAMENTOS, Dubium: Notitiae 35 (1999) pp. 160-161.)
93. La bandeja para la Comunión de los fieles se debe mantener, para evitar el peligro de que caiga la hostia sagrada o algún fragmento. (Cf. MISSALE ROMANUM, Institutio Generalis, n. 118.)
94. No está permitido que los fieles tomen la hostia consagrada ni el cáliz sagrado «por sí mismos, ni mucho menos que se lo pasen entre sí de mano en mano». (Ibidem, n. 160.) En esta materia, además, debe suprimirse el abuso de que los esposos, en la Misa nupcial, se administren de modo recíproco la sagrada Comunión.
96. Se reprueba la costumbre, que es contraria a las prescripciones de los libros litúrgicos, de que sean distribuidas a manera de Comunión, durante la Misa o antes de ella, ya sean hostias no consagradas ya sean otros comestibles o no comestibles. Puesto que estas costumbres de ningún modo concuerdan con la tradición del Rito romano y llevan consigo el peligro de inducir a confusión a los fieles, respecto a la doctrina eucarística de la Iglesia. Donde en algunos lugares exista, por concesión, la costumbre particular de bendecir y distribuir pan, después de la Misa, téngase gran cuidado de que se dé una adecuada catequesis sobre este acto. No se introduzcan otras costumbres similares, ni sean utilizadas para esto, nunca, hostias no consagradas.
103. Las normas del Misal Romano admiten el principio de que, en los casos en que se administra la sagrada Comunión bajo las dos especies, «la sangre del Señor se puede tomar bebiendo directamente del cáliz, o por intinción, o con una pajilla, o una cucharilla». (MISSALE ROMANUM, Institutio Generalis, n. 245.) Por lo que se refiere a la administración de la Comunión a los fieles laicos, los Obispos pueden excluir, en los lugares donde no sea costumbre, la Comunión con pajilla o con cucharilla, permaneciendo siempre, no obstante, la opción de distribuir la Comunión por intinción. Pero si se emplea esta forma, utilícense hostias que no sean ni demasiado delgadas ni demasiado pequeñas, y el comulgante reciba del sacerdote el sacramento, solamente en la boca. (Cf. ibidem, nn. 285b y 287.)
104. No se permita al comulgante mojar por sí mismo la hostia en el cáliz, ni recibir en la mano la hostia mojada. Por lo que se refiere a la hostia que se debe mojar, esta debe hacerse de materia válida y estar consagrada; está absolutamente prohibido el uso de pan no consagrado o de otra materia.»
CON LA LEY ECLESIÁSTICA EN LA MANO SIEMPRE Y EN TODO LUGAR SE PUEDE COMULGAR EN LA BOCA Y DE RODILLAS, QUE MUESTRA MAYOR RESPETO Y ADORACIÓN.

V. – CARTA APOSTÓLICA EN FORMA DE MOTU PROPRIO SUMMORUM PONTIFICUM DEL SUMO PONTÍFICE BENEDICTO XVI el 7 de julio de 2007
Reproducimos este documento en su totalidad por su gran interés
Los sumos pontífices se han preocupado constantemente hasta nuestros días de que la Iglesia de Cristo ofreciese a la Divina Majestad un culto digno de «alabanza y gloria de su nombre» y «para el bien de toda su Santa Iglesia».
Desde tiempo inmemorial, y también para el futuro, es necesario mantener el principio según el cual, «cada Iglesia particular debe concordar con la Iglesia Universal, no sólo en cuanto a la doctrina de la fe y los signos sacramentales sino también en cuanto a los usos universales aceptados por la tradición apostólica y continua. Éstos han de observarse no sólo para evitar errores, sino también para transmitir la integridad de la fe y para que la ley de la oración de la Iglesia se corresponda a su ley de la fe.[1]
Entre los pontífices que tuvieron esa preocupación resalta el nombre de San Gregorio Magno, que hizo todo lo posible para que se transmitiera a los nuevos pueblos de Europa tanto la fe católica como los tesoros del culto y de la cultura acumulados por los romanos en los siglos precedentes. Ordenó que fuera definida y conservada la forma de la Sagrada Liturgia relativa tanto al Sacrificio de la Misa como al Oficio Divino, en el modo en que se celebraba en la Urbe. Promovió con la máxima atención la difusión de los monjes y monjas que, actuando según la regla de San Benito, siempre junto al anuncio del Evangelio, ejemplificaron con su vida la saludable máxima de la Regla: «Nada se anteponga a la obra de Dios» (cap. 43). De esa forma, la Sagrada Liturgia, celebrada según el uso romano, no solamente enriqueció la fe y la piedad, sino también la cultura de muchas poblaciones. Consta efectivamente que la liturgia latina de la Iglesia en sus varias formas, en todos los siglos de la era cristiana, ha impulsado en la vida espiritual a numerosos santos y ha reforzado a tantos pueblos en la virtud de la religión y ha fecundado su piedad.
En el transcurso de los siglos, muchos otros pontífices romanos han mostrado una particular solicitud para que la Sagrada Liturgia manifestara de la forma más eficaz esta tarea. Entre ellos destaca san Pío V, que animado por gran celo pastoral tras la exhortación de Concilio de Trento, renovó todo el culto de la Iglesia, revisó la edición de los libros litúrgicos enmendados y, «renovados según la norma de los Padres», los puso en uso en la Iglesia Latina.
Entre los libros litúrgicos del rito romano, resalta el Misal Romano, que tuvo su desarrollo en la ciudad de Roma, y que, poco a poco, con el transcurso de los siglos, tomó formas que tienen gran semejanza con las vigentes en tiempos más recientes.
«Este mismo objetivo fue perseguido por los Romanos Pontífices a lo largo de los siglos siguientes, asegurando la puesta al día, definiendo los ritos y los libros litúrgicos, y emprendiendo, desde el comienzo de este siglo, una reforma más general». [2] Así actuaron nuestros predecesores Clemente VIII, Urbano VIII, san Pío X, [3] Benedicto XV, Pío XII y el beato Juan XXIII.
En tiempos recientes, el Concilio Vaticano II expresó el deseo de que la debida y respetuosa reverencia respecto al culto divino se renovase de nuevo y se adaptase a las necesidades de nuestra época. Movido por este deseo, nuestro predecesor, el Sumo Pontífice Pablo VI, aprobó en 1970 para la Iglesia latina los libros litúrgicos reformados, y en parte renovados. Éstos, traducidos a las diversas lenguas del mundo, fueron acogidos de buen grado por los obispos, sacerdotes y fieles. Juan Pablo II revisó la tercera edición típica del Misal Romano. Así, los Romanos Pontífices se han ocupado de que «esta especie de edificio litúrgico (…) apareciese nuevamente esplendoroso por dignidad y armonía». [4]
En algunas regiones, sin embargo, no pocos fieles adhirieron y siguen adhiriéndose con mucho amor y afecto a las anteriores formas litúrgicas, que habían impregnado su cultura y su espíritu de manera tan profunda, que el Sumo Pontífice Juan Pablo II, movido por la preocupación pastoral respecto a estos fieles, en el año 1984, con el indulto especial «Quattuor abhinc annos», emitido por la Congregación para el Culto Divino, concedió la facultad de usar el Misal Romano editado por el beato Juan XXIII en el año 1962; más tarde, en el año 1988, con la Carta Apostólica «Ecclesia Dei», dada en forma de Motu Proprio, Juan Pablo II exhortó a los obispos a utilizar amplia y generosamente esta facultad en favor de todos los fieles que lo solicitasen.
Después de la consideración por parte de nuestro predecesor Juan Pablo II de las insistentes peticiones de estos fieles, tras haber escuchado a los Padres Cardenales en el consistorio del 22 de marzo de 2006, y haber reflexionado profundamente sobre cada uno de los aspectos de la cuestión, invocando al Espíritu Santo y contando con la ayuda de Dios, con las presente Carta Apostólica establecemos lo siguiente:
Art. 1.- El Misal Romano promulgado por Pablo VI es la expresión ordinaria de la «Lex orandi» («Ley de la oración»), de la Iglesia católica de rito latino. No obstante, el Misal Romano promulgado por san Pío V, y nuevamente por el beato Juan XXIII, debe considerarse como expresión extraordinaria de la misma «Lex orandi» y gozar del respeto debido por su uso venerable y antiguo. Estas dos expresiones de la «Lex orandi» de la Iglesia en modo alguno inducen a una división de la «Lex credendi» («Ley de la fe») de la Iglesia; en efecto, son dos usos del único rito romano.
Por eso es lícito celebrar el Sacrificio de la Misa según la edición típica del Misal Romano promulgado por el beato Juan XXIII en 1962, que nunca se ha abrogado, como forma extraordinaria de la Liturgia de la Iglesia. Las condiciones para el uso de este misal establecidas en los documentos anteriores «Quattuor abhinc annis» y «Ecclesia Dei», se sustituirán como se establece a continuación:
Art. 2.- En las Misas celebradas sin el pueblo, todo sacerdote católico de rito latino, tanto secular como religioso, puede utilizar tanto el Misal Romano editado por el beato Papa Juan XXIII en 1962 como el Misal Romano promulgado por el Papa Pablo VI en 1970, en cualquier día, exceptuado el Triduo Sacro. Para dicha celebración, siguiendo uno u otro misal, el sacerdote no necesita permiso alguno, ni de la Sede Apostólica ni de su Ordinario.
Art. 3.- Las comunidades de los Institutos de vida consagrada y de las Sociedades de vida apostólica, tanto de derecho pontificio como diocesano, que deseen celebrar la Santa Misa según la edición del Misal Romano promulgado en 1962 en la celebración conventual o «comunitaria» en sus oratorios propios, pueden hacerlo. Si una sola comunidad o un entero Instituto o Sociedad quiere llevar a cabo dichas celebraciones a menudo o habitualmente o permanentemente, la decisión compete a los Superiores mayores según las normas del derecho y según las reglas y los estatutos particulares.
Art 4.- A la celebración de la Santa Misa, a la que se refiere el artículo 2, también pueden ser admitidos —observadas las normas del derecho— los fieles que lo pidan voluntariamente.
Art.5. § 1. En las parroquias donde haya un grupo estable de fieles adherentes a la precedente tradición litúrgica, el párroco acogerá de buen grado su petición de celebrar la Santa Misa según el rito del Misal Romano editado en 1962. Debe procurar que el bien de estos fieles se armonice con la atención pastoral ordinaria de la parroquia, bajo la guía del obispo como establece el can. 392, evitando la discordia y favoreciendo la unidad de toda la Iglesia.
§ 2. La celebración según el Misal del beato Juan XXIII puede tener lugar en día ferial; los domingos y las festividades puede haber también una celebración de ese tipo.
§ 3. El párroco permita también a los fieles y sacerdotes que lo soliciten la celebración en esta forma extraordinaria en circunstancias particulares, como matrimonios, exequias o celebraciones ocasionales, como por ejemplo las peregrinaciones.
§ 4. Los sacerdotes que utilicen el Misal del beato Juan XXIII deben ser idóneos y no tener ningún impedimento jurídico.
§ 5. En las iglesias que no son parroquiales ni conventuales, es competencia del Rector conceder la licencia más arriba citada.
Art.6. En las misas celebradas con el pueblo según el Misal del beato Juan XXIII, las lecturas pueden ser proclamadas también en lengua vernácula, usando ediciones reconocidas por la Sede Apostólica.
Art.7. Si un grupo de fieles laicos, como los citados en el art. 5, § 1, no ha obtenido satisfacción a sus peticiones por parte del párroco, informe al obispo diocesano. Se invita vivamente al obispo a satisfacer su deseo. Si no puede proveer a esta celebración, el asunto se remita a la Pontificia Comisión «Ecclesia Dei».
Art. 8. El obispo, que desea responder a estas peticiones de los fieles laicos, pero que por diferentes causas no puede hacerlo, puede indicarlo a la Comisión «Ecclesia Dei» para que le aconseje y le ayude.
Art. 9. § 1. El párroco, tras haber considerado todo atentamente, puede conceder la licencia para usar el ritual precedente en la administración de los sacramentos del Bautismo, del Matrimonio, de la Penitencia y de la Unción de Enfermos, si lo requiere el bien de las almas.
§ 2. A los ordinarios se concede la facultad de celebrar el sacramento de la Confirmación usando el precedente Pontifical Romano, siempre que lo requiera el bien de las almas.
§ 3. A los clérigos constituidos «in sacris» es lícito usar el Breviario Romano promulgado por el Beato Juan XXIII en 1962.
Art. 10. El ordinario del lugar, si lo considera oportuno, puede erigir una parroquia personal según la norma del canon 518 para las celebraciones con la forma antigua del rito romano, o nombrar un capellán, observadas las normas del derecho.
Art. 11. La Pontificia Comisión «Ecclesia Dei», erigida por Juan Pablo II en 1988, sigue ejerciendo su misión. [5]
Esta Comisión debe tener la forma, y cumplir las tareas y las normas que el Romano Pontífice quiera atribuirle.
Art. 12. La misma Comisión, además de las facultades de las que ya goza, ejercerá la autoridad de la Santa Sede vigilando sobre la observancia y aplicación de estas disposiciones.
Todo cuanto hemos establecido con esta Carta Apostólica en forma de Motu Proprio, ordenamos que se considere «establecido y decretado» y que se observe desde el 14 de septiembre de este año, fiesta de la Exaltación de la Santa Cruz, sin que obste nada en contrario.
Dado en Roma, en San Pedro, el 7 de julio de 2007, tercer año de mi Pontificado.
BENEDICTUS PP. XVI
NOTAS
[1] Ordenación General del Misal Romano, 3ª ed. 2002, n. 397.
[2] JUAN PABLO II, Carta. ap. Vicesimus quintus annus, 4 dicembre 1988, 3: AAS 81 (1989), 899
[3] Ibíd.
[4] S. PÍO X, Carta. ap. en forma de Motu proprio, Abhinc duos annos, 23 octubre 1913: AAS 5 (1913), 449-450; cf. JUAN PABLO II, Carta. ap. Vicesimus quintus annus, 3: AAS 81 (1989), 899.
[5] Cf. JUAN PABLO II, Lett. ap. en forma de Motu proprio Ecclesia Dei, 2 julio 1988, 6: AAS 80 (1988), 1498.

“EL MUNDO VA MAL. IRÁ BIEN EL DÍA QUE QUERAMOS, O SEA, EL DÍA EN QUE NOS DECIDAMOS A ORAR», decía el célebre filósofo Gratry. Por esto, lo mínimo que todo hombre que reflexiona debe rezar cada día son las TRES AVEMARÍAS. Este obsequio a la Virgen es muy importante para la vida eterna.

Obra Cultural
Laura, 4 – Barcelona-10
Este número a sido actualizado
con las nuevas disposiciones
de las autoridades competentes.

Meditación 45: la profecía de Simeón

06 miércoles May 2015

Posted by manuelmartinezcano in Meditaciones de la Virgen, Uncategorized

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1º Simeón era un varón justo, dice el Evangelio, temeroso de Dios y que esperaba la consolación de Israel… de este modo, con la santidad de su vida, se había preparado y hecho digno de ver y conocer al Mesías… Él Espíritu Santo le había prometido interiormente en su corazón, que no moriría sin que fuera así… Sólo esa promesa fue bastante para estimularle a ser un santo… ¿No te bastan a ti las promesas regaladísimas de Jesús para lo mismo?… ¿No sabes que con la santidad poseerás a Jesús y a María en vida y en muerte y en la eternidad?… ¿Qué más quieres? ¿Qué otro bien mayor, puedes apetecer?;. ¿Por qué, pues, no te decidesa la santidad, como lo hizo Simeón, solo por merecer la dicha de ver y tener en sus brazos a Jesús y conocer a su Madre Santísima? present2
2º La Revelación. -Y llegó, efectivamente, el día. -Iluminado Simeón por la luz del Cielo, en -aquella Mujer confundida con todas las demás…, como una de tantas…, reconoce a la Madre del Señor, y en el Niño que lleva en brazos, al Mesías verdadero. -Fíjate bien, por María conoce a Jesús..;, por la Madre al Hijo…; siempre,/siempre lo mismo,.., nunca Jesús sin María.
Entonces 5imeón, se adelanta y pide el Niño a la Madre… ¡Con qué respeto tomaría en sus brazos al Niño Jesús!… ¡Con qué fervor le miraría y le estrecharía entre sus brazos, mientras se abismaba en alegría y amor! -Mira a aquel santo viejo sosteniendo en sus brazos al que con los suyos sostiene toda la creación… ¡Qué bien empleada dio toda su vida de austeridad y santidad por el placer de este momento!…; sólo con esto se daba por bien pagado… y por eso, entusiasmado, entona aquel cántico hermosísimo de agradecimiento al Señor: Nunc dimittis… «¡Señor!, ahora ya puedes disponer cuando quieras de tu siervo»… Después de ver a María y de tener a, -Jesús, ya no quiere más en este mundo…, está seguro que en todo él, no habrá nada semejante…, ya todo le cansa, todo le hastía…; ya no quiere ver más y desea morir. -Y tú, que ves con la fe diariamente a Jesús y le tocas y te alimentas de Él, ¿por qué tienes gusto de otras cosas que no son Él?…, ¿por qué no has muerto a todas las cosas, incluso a ti mismo, para vivir sólo de Él y sólo para Él?
3º La Profecía. -Y entonces, lleno del Espíritu Santo, dirigiéndose a María, la dice: «He aquí que Éste será causa de ruina y resurrección para muchos en Israel y señal de contradicción»… ¡Qué efecto causarían estas palabras en la Santísima Virgen!… ¡Cómo las meditaría para comprender bien su íntimo y misterioso significado, ya que veía claramente que eran palabras dictadas por el mismo Dios! -Trata de comprender tú, como María, este último significado… ¡Jesús, causa de ruina y de salvación para muchos!…, es decir desde ahora ésta será la única razón de salvación y condenación de la humanidad… Todo el que se salve, será por Jesús…; todo el que se condene, será por ir contra Jesús.
Por tanto, es salud y vida para quien lo desea… llama a todos…, a todos busca…, por todos muere y derrama su sangre…, para todos funda su Iglesia y en ella coloca sus Sacramentos, fuentes de vida y de salud… Él es, por consiguiente el único Salvador del mundo.
Todas las almas que se han santificado y han adquirido la posesión gloriosa del Cielo…, todas lo han conseguido por Él; ni una sola lo hubiera podido hacer por sí misma. -Pero, en cambio, todo el que no quiera aprovecharse de la sangre de Jesús, se perderá irremisiblemente, ésta será la razón de la condenación eterna de los malos.
Penetra en el corazón de María y trata de comprender lo que pasaría por Ella, al escuchar estas palabras…; aquel corazón vio de repente todo lo que Jesús estaba haciendo e iba a hacer por todos los hombres…, le vio desangrado en la Cruz, muriendo por todos… y a la vez vio a la inmensa mayoría de los hombres no aprovecharse de esos méritos y gracias de Jesús…; vio cómo pisoteaban su sangre… y vio cómo esa sangre eternamente clamaría venganza contra ellos y eternamente pesaría sobre sus cabezas.
Da gracias a Jesús y pídele sea salud y no ruina para ti, y al mismo tiempo procura sentir pena y dolor, como la Santísima Virgen, a la vista. de tantas almas para quienes Jesús será, su perdición.
4º Señal de contradicción. -Finalmente, añade Simeón: «será señal de contradicción». -Ante Jesús no hay términos medios: o con Él o contra Él. Ya se ve esto, en su nacimiento…Pastores y reyes le adoran, pero Herodes le buscaba para la muerte…; su presencia no es nunca indiferente…, siempre excita o amores o rencores y odios enconados.
La historia de la Iglesia confirma, en los veinte siglos, esta verdad…; siempre ha habido discípulos fieles que le siguen hasta la muerte y fariseos que le calumnian y tratan de perseguirle con odio implacable… ¡Cuántas almas enamoradas de Jesús!… ¡Cuántas desgraciadas que no viven más que para ultrajarle!…
Convéncete de esta verdad… No hay, realmente, términos medios: el que no está con Él, está contra Él. -Fuera, pues, tibiezas y claudicaciones e inconstancias…; abrázate a Él…, júrale un amor intenso y eterno. -Pide a la Virgen te lo dé así a sentir y… sobre todo, a practicar, para que toda tu vida sea un continuo acto de amor a Jesús.

Ildefonso Rodríguez Villar
Puntos breves de meditación
sobre la vida, virtudes y advocaciones litúrgica
de la Santísima Virgen María
26ª edición, Valladolid, 1965

Imitación de Cristo 113

06 miércoles May 2015

Posted by manuelmartinezcano in Uncategorized

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Capítulo 16

Que debemos manifestar a Cristo
nuestras necesidades y pedirle su gracia

imitacion-de-cristo-dEl alma.– 1. ¡Oh dulcísimo y amantísimo Señor, a quien deseo recibir ahora devotamente! ¡Tú conoces mi flaqueza y la necesidad que padezco, en cuántos males y vicios estoy caído, cuántas veces me veo agobiado, tentado, turbado y mancillado!
A ti vengo por remedio, a ti acudo por consuelo y alivio.
Hablo a quien todo lo sabe, a quien son manifiestos todos los secretos de mi corazón, y a quien sólo me puede consolar y ayudar perfectamente.
Tú sabes los bienes que más falta me hacen y cuán pobre soy en virtudes.

2. Vesme aquí delante de ti, pobre y desnudo, pidiendo gracia e implorando misericordia.
Da de comer a este tu hambriento mendigo, enciende mi frialdad con el fuego de tu amor, alumbra mi ceguedad con la claridad de tu presencia.
Conviérteme todo lo terreno en amargura, todo lo pesado y contrario en paciencia, todo lo ínfimo y criado en menosprecio y olvido.
Levanta mi corazón a ti en el cielo, y no me dejes andar vagando por la tierra.
Tú sólo me seas dulce desde ahora para siempre, pues tú sólo eres mi manjar y bebida, mi amor, mi gozo, mi dulzura y todo mi bien.

3. ¡Oh, si me encendieses todo con tu presencia y me abrasases y transformases en ti, para ser un espíritu contigo por la gracia de la unión interior y por la efusión de tu abrasado amor!
No consientas que me separe de ti ayuno y seco, sino obra conmigo piadosamente, como lo has echo muchas veces con tus santos de un modo admirable.
¡Qué extraño sería si todo yo estuviese hecho fuego por ti y desfalleciese en mí, pues tú eres fuego que siempre arde y nunca cesa, amor que limpia los corazones y alumbra el entendimiento!

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"Si el Señor no edifica la casa, en vano trabajan los que la construyen. (Salmo 127, 1)"

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