alba cerecedaEl 2 de Febrero comenzará su vida religiosa en el Noviciado de las Hermanas de la Cruz, en Sevilla, ESPERANZA SANMARTÍ. Debemos tener doble alegría en el alma: porque se acrecienta el número de las que se entregan del todo para el servicio de Dios, y porque la Virgen bendice una vez más a la UNIÓN SEGLAR, llamando de entre sus filas a una joven a la vida de perfección religiosa.
En todo grupo o asociación religiosa, apostólica, de formación, en todo Colegio religioso, Centre o Universidad católica, han de brotar como fruto natural de la labor que se realiza entre los jóvenes, las vocaciones de ambos sexos, para la vida religiosa, para el sacerdocio y para la vida misionera, Es parecer de algunos santos al tratar de este tema, que la señal de un buen espíritu en aquella organización o movimiento religioso juvenil es que salgan vocaciones en un número crecido, que suelen señalar alrededor de un treinta por ciento. Por eso, aunque Dios nos ha bendecido con la abundancia de las llamadas entre nosotros, podemos preguntarnos si hemos llegado al número de los llamados y no nos quedamos cortos, porque hoy las necesidades son urgentísimas, con la caída de las vocaciones en tantos lugares. Es necesario orar más y suplicarle al Señor que nos envíe más vocaciones para multiplicar su gloria,
Los que conocen por revelación divina el estado al que el Señor los llama son pocos. Así fueron llamados los apóstoles; así fue llamado San Luis Gonzaga, de labios de la Virgen cuando oraba ante la imagen de Nuestra Señora del Buen Consejo, en Madrid, En la mayoría de los casos, Dios procede en el gobierno de las vocaciones, como en todas las demás cosas: es decir, de una manera admirable lleva los acontecimientos en conformidad con la naturaleza de cada persona, suscitando en el alma los sentimientos e ideas adecuados que desembocan de una forma sencilla en la claridad de la vocación. Me decía una vez una vocación: yo no sé cómo se fue desarrollando todo en mi interior y en mi exterior; me parece que es algo así como el nacimiento del sol. De la noche a la mañana, pasando por mayor y menor claridad paulatinamente, ha llegado mi vocación, sin yo saberlo, a iluminarlo todo en mí vida.
Santo Tomás nos enseña que a quienes Dios llama para un fin determinado, prepara y dispone para que posean la idoneidad y aptitud conveniente. La mejor señal de vocación divina es la aptitud para aquella vocación y la recta intención subjetiva de procurar en aquella vocación determinada, la gloria de Dios, que consiste en la propia santificación y en la salvación de las almas.
La idoneidad de las cualidades, no nos la da la propia vivencia de nuestra miseria, sino la experiencia personal de llevar una vida habitualmente lejos del pecado mortal; la continuidad en la vida de piedad que se me ha señalado en la dirección espiritual y el cultivo de las ideas y afectos correspondientes al ideal vocacional; y en último término la opinión del director espiritual o de algún sacerdote experimentado, que me aconseja seguir adelante en la llamada de Dios, confiando en su amor, ya que el Señor no se dejará vencer en generosidad.
Por esa razón la vocación, en último término, supone generosidad y fe. Generosidad por mi parte de entregarme todo a Dios. Fe de entregarle a mi Señor la oscuridad de mi mente que no tiene evidencia inmediata de la llamada, pero que está segura de que el Señor que empezó la obra buena de mi alma, Él mismo la llevará a término.
Durante todo el mes de febrero, roguemos intensamente por la perseverancia de ESPERANZA SANMARTÍ, para que sea santa religiosa y viva en ella el amor del Corazón de Jesús que vino a inflamar la tierra entera.

Rvdo. P. José María Alba Cereceda, S.I.
Meridiano Católico Nº 137, febrero de 1990