canoPor dos fuentes de información, me han llegado las declaraciones del ex masón Serge Abad-Gallardo, arquitecto francés de 60 años que fue masón durante 24 años. Ha escrito el libro “Por qué dejé de ser masón” (Editorial Libros Libres).

Ingresó en la masonería por curiosidad por los secretos que la masonería dice saber, cuando tenía 33 años. Aunque fue bautizado, estaba muy alejado de la Iglesia. Afirma que “cuando volví a la fe, comprendí las incompatibilidades entre el catolicismo y la masonería”. “La masonería es totalmente incompatible con la fe católica”.

Serge estuvo en proceso de conversión a la fe católica durante 9 años. “Se me ocurrió pasar unos días de retiro en la abadía de Lagrasse, y allí, ante Cristo en la cruz, me puse a llorar y me di cuenta de que aquel Cristo lloraba conmigo. Ese amor fue una luz. Pasé una semana con los monjes, y mi corazón se abrió totalmente al Amor de Cristo”.

A la pregunta ¿tiene tanto poder la masonería como dice la leyenda? “Sí, lo tiene –responde-. En Francia, desde 1212 muchos ministros son masones. Y los grandes maestros del Gran Oriente, de Derecho o de la Gran Logia femenina quieren cambiar la sociedad. Leyes como el aborto, la eutanasia o el matrimonio del mismo sexo vienen de ideas masónicas. Un gran maestro de la Gran Logia de Francia, Pierre Simon, ha confesado que todas esas leyes estaban ya preparadas en las logias antes de ser votadas por los diputados”.

¿Y es conspiradora la masonería?masoneria_id

“La masonería cree en la “utopía”: es decir que todo lo que resulta posible para un ser humano debe y puede permitirse: no hay límite en una ley natural que venga de Dios, la moral solo proviene del pacto social. Luego no hay otro modo de vivir que el hedonismo: el placer y la felicidad en la vida son el único objetivo, no hay salvación eterna, hay que gozar de la vida. La masonería conspira, entonces, contra toda forma diferente de pensar a la suya”.

En su magnífica página web “Hispanidad”, Eulogio López escribe: “El editor, Alex Rosal, me ha proporcionado la oportunidad de mantener una larga conversación con Serge Abad-Gallardo. Empecemos por el final, que no es mal método: Le pregunto si durante su historia como masón percibió una ilazón entre masonería y satanismo. Y la respuesta fue esta: “como organización no, aunque yo no sé lo que ocurría en los “talleres superiores” pero en la teoría sí, por supuesto. “Y ahí me explica que durante la apertura y el cierre del curso masónico que, como el curso escolar, va de septiembre a junio, se invoca a Lucifer, el portador de la luz masónica. Luz masónica – sí son un poco cursis pero también peligrosos – que llega en septiembre y termina en junio, con los exámenes de los rezagados. Porque resulta que Satanás es el “portador de la luz” y la fraternidad masónica agradece a Lucifer, el amigo del hombre, que le ha dado la luz al hombre, la luz que le quitaron a Adán”. Es decir, se echa por tierra otra negación masónica: su vinculación con el luciferismo o satanismo”. Trascribiendo estas líneas, me ha venido a la memoria lo que el Presidente de los médicos católicos del mundo dijo: “El aborto es una misa negra ofrecida a Satanás”.

Eulogio López dice: “me comentaba el autor (Serge) que él divide a los masones en un 15% de ‘conseguidores’, que entran en las logias para poder medrar, un 35% de revolucionarios deseosos de atacar a la Iglesia e imponer el sincretismo religioso y el relativismo filosófico y un 40% de honrados, que más bien habría que calificar como engañados”. Ciertamente, debemos rezar mucho para la conversión de los pecadores y por los que se hunden en sus errores.

Hace años un seminarista me dijo, que en su seminario, había quienes afirmaban: “eso de la Masonería es una leyenda sin fundamento”. Él les dejó para que leyeran la encíclica “Humanum Genus”, del Papa León XIII sobre la masonería y quedaron totalmente sorprendidos. Hay muchos documentos de los Papas acerca de la masonería.

Clemente XIII afirmó el 24-04-1738: “Condenamos y prohibimos los dichos centros y agrupaciones de Francmasones, o cualquier otro nombre que pudiese tomar”

El Código de Derecho Canónigo, vigente hasta el 27 de Noviembre de 1983, en su Canon 2335 decía: “Los que dan su nombre a la secta masónica o a otras asociaciones del mismo género que maquinan contra la Iglesia o contra las potestades civiles legítimas “ipso facto” incurren en excomunión simplemente reservada a la Sede Apostólica”.

El cardenal Ratzinger, siendo Prefecto de la Sagrada Congregación para la Doctrina de la Fe, afirmó que la omisión de la masonería en el Nuevo Derecho Canónico obedecía a criterios redaccionales en cuanto que la masonería estaba comprendida entre las asociaciones que maquinan contra la iglesia: “Por tanto es inmutable el juicio negativo de la Iglesia sobre las asociaciones masónicas, dado que sus principios han sido siempre inconciliables con la doctrina de la Iglesia y por tanto la inscripción en las mismas sigue estando prohibida”.

Manuel Martínez Cano, mCR