Capítulo 18

Que el hombre no debe ser curioso escudriñador
de este sacramento, sino humilde imitador de Cristo,
sometiendo su sentir a la sagrada fe

Jesucristo.– 1. Guárdate de escudriñar inútil y curiosamente este profundísimo sacramento, si no quieres verte anegado en un abismo de dudas.Jesús-riendo-con-María
«El que es escrudriñador de la majestad será abrumado de su gloria» (Prov 25,27). Más puede obrar Dios que lo que el hombre puede entender.
Pero permitida es la devota y piadosa investigación de la verdad, siempre dispuesta a ser enseñada, y deseosa de caminar por las santas doctrinas de los santos padres.

2. Bienaventurada la sencillez que, dejando los ásperos caminos de las cuestiones, va por la senda llana y segura de los mandamientos de Dios.
Muchos perdieron la devoción queriendo escudriñar las cosas sublimes.
Fe se te pide y vida pura, no elevación de entendimiento ni profundidad de los misterios de Dios.
Si no entiendes y comprendes las cosas que están debajo de ti, ¿cómo entenderás las que están sobre ti?
Sujétate a Dios y humilla tu juicio a la fe, y se te dará la luz de la ciencia según te fuere útil y necesaria.

3. Algunos son gravemente tentados contra la fe en este sacramento; mas esto no se ha de imputar a ellos, sino al enemigo.
No hagas caso, no disputes con tus pensamientos, ni respondas a las dudas que el diablo te sugiere; sino cree en las palabras de Dios, cree a sus santos y a sus profetas, y huirá de ti el malvado enemigo.
Muchas veces es muy conveniente al siervo de Dios el padecer estas tentaciones.
Pues no tienta el demonio a los infieles y pecadores, a quienes ya tiene seguros, sino tienta y atormenta de diversas maneras a los fieles y devotos.

4. Acércate, pues, con fe firme y sencilla, y con humilde reverencia llégate al sacramento; y todo lo que no puedes entender encomiéndalo con seguridad a Dios Todopoderoso.
Dios no te engaña; el que engaña es el que se cree a sí mismo demasiadamente.
Dios anda con los sencillos, se descubre a los humildes, da entendimiento a los pequeños, alumbra a las almas puras y esconde su gracia a los curiosos y soberbios.
La razón humana es flaca y puede engañarse; mas la fe verdadera no puede ser engañarse.

5. Toda razón y discurso natural debe seguir a la fe y no ir delante de ella ni debilitarla.
Porque la fe y el amor muestran aquí mucho su excelencia, y obran secretamente en este santísimo y sobreexcelentísimo sacramento.
Dios eterno, inmenso y de poder infinito, hace cosas grandes e inescrutables en el cielo y en la tierra, y sus obras admirables se ocultan a toda investigación.
Si tales fuesen las obras de Dios, que fácilmente se pudiesen comprender por la razón humana, no se dirían inefables ni maravillosas.