Hola, lector.

El padre Cano, me pide que escriba unas líneas semanales para este blog.  Le he dicho que cuente conmigo, hasta donde llegue; que pocas son mis luces y muy menguadas. Pero no se le puede negar algo tan sencillo a un hombre de Dios. Además, ¿qué son unas líneas a la semana?1395070473_494711_1395139423_noticia_fotograma

 

Ya he saludado. Ahora debo presentarme.

 

Me llamo José Cepero y soy economista (Universidad de Barcelona), que es el oficio que me ha dado de comer. Luego cursé algunos estudios de Biología (también en la U. de B.), que es el oficio que me ha dado satisfacciones; el de naturalista.

 

Como economista  he sido profesor de Historia Económica en la U. de B.; director financiero de una empresa multinacional alemana establecida en España; y técnico de Administración local. Como naturalista he colaborado con instituciones como  Greenpeace o Naciones Unidas. Lo formal y aburrido de lo primero, me lo ha compensado lo segundo.

 

¿Qué es lo que me trae aquí?… una mezcla de todo ello; el padre Cano quiere que escriba sobre el contenido de algunas conversaciones informales que hemos tenido, y eso voy a intentar hacer en éste y en sucesivos artículos, si Dios lo tiene a bien.

 

Bueno, ya está bien de prólogo, que he de reservar fuerzas para el comentario de hoy.

 

Estoy embarcado en la elaboración de un libro sobre especies animales y vegetales, y hace unas fechas preparé la ficha del bicho que tiene como nombre común el de “mosca serpiente”; al indagar  sobre este curioso insecto (presente en España), escribí; “fue descrito por primera vez por el sacerdote jesuita catalán Longinos Navás Ferrer  Tarragona, 1858 – † Gerona, 1938), eminente naturalista y entomólogo de reconocido prestigio internacional”. A alguien poco documentado le habría sorprendido que un cura fuera un eminente investigador. Pero a mí no me sorprendió, pues a menudo trato con Francesc Nicolau Pous, sacerdote, teólogo, matemático, profesor universitario y divulgador científico, Licenciado en Sagrada Teología por la Universidad Pontificia Gregoriana  de Roma; además es licenciado en Ciencias Exactas por la Universidad Central de Barcelona; conoce 14 idiomas (español, catalán, latín, griego bíblico, hebreo, italiano, francés, inglés, alemán, gallego, portugués, euskera, ruso, nociones de jeroglíficos…); sus especialidades son la astronomía y el evolucionismo.”

 

También trato con frecuencia con el sacerdote escolapio Sebastián Calzada, director del Museo Geológico  más importante de Europa en su especialidad (propiedad de la Iglesia Católica). Ambos son insignes científicos y mejores personas, que unen a su sapiencia una increíble sencillez y afabilidad con quien recurre a ellos… Por no citar a Santiago  Casanova, que fue párroco de Sitges, al que preguntaba sobre su parroquia y sobre las Costas de Garraf; Mosén Casanova fue co-descubridor de una mandíbula datada  en 53.000 años de antigüedad y atribuida a un hombre de Neanderthal.  …, además de promotor de actividades culturales de contenido etnológico… Con semejante entorno, ¿me va a sorprender que un cura se dedique a la ciencia? Al contrario, mi experiencia personal es que Ciencia y fe, Ciencia e Iglesia, van de la mano,  muchas veces, a contra corriente.

 

No, lo que me sorprende es que en el mundo católico “de base”, se trate a la Ciencia como algo distante y peligroso o, por lo menos, como algo ajeno que planea sobre la fe, acechándola.

 

Mi tesis, que defenderé en los próximos artículos, es que la Ciencia es un don que Dios da a los hombres para que éstos se acerquen a conocer los entresijos de la Creación, es decir, para que éstos se acerquen a Él. No es Ciencia todo lo que aparece como tal. El criterio fundamental para distinguir la Ciencia de la pseudociencia, es ver si lo que analizamos nos lleva a Dios o nos aleja de Él. Hay muchos y muy buenos criterios para discriminar esto, y entre ellos, no hay que desechar el sentido común.

 

Ahora sí me despido de ti, lector. Que tengas una buena semana y hasta pronto, si Dios quiere.

José Cepero