1º Hallazgo del Niño. -Tres días tardaron en encontrarlo. -¡Qué días más largos!… ¡Qué noches, sobre todo! -Durante el día, el ir de una parte a otra…, el preguntar aquí y allí…, en cierto modo la distraía a la Virgen en su inmenso dolor, pero al llegar la noche…, cuando tuviera que retirarse a su posada…, cansada y agotada por el sufrimiento y cansancio del día…, ¿qué haría?», ¿en qué pensaría al verse sola? ., ¿cómo correría su imaginación y la pintaría a Jesús quizá sufriendo ya su pasión y muerte por los hombres? -Acompaña en esta noche espantosa a la Virgen…, trata de comprender la intensidad de su dolor al perder a Jesús…, para imitarla, si alguna vez te encuentras en caso semejante y también tú pierdes a Jesús… o te pones en peligro de perderle.
Y, por fin, amaneció el día de la dicha y del gozo. María y José han regresado a Jerusalén y corriendo fueron al Templo, y allí encontraron su Vida, al ver a Jesús tranquilamente entre los Doctores. ¡Qué efectos tan variados y distintos en el corazón de María en esta ocasión!…: de alegría inmensa por haber encontrado a su Hijo sano y salvo…, de agradecimiento al Señor que le concedía de nuevo la posesión de su Jesús…, de admiración y asombro al ver al Niño siempre tan modesto y humilde, y ahora disputando públicamente y enseñando a los doctores de la Ley… ¿Qué significaba todo aquello?
2º Las quejas maternales. -Y, efectivamente, sin poderse contener, con un afecto sumamente maternal, en cuanto María tuvo consigo a su Hijo, le pregunta: « ¿por qué has hecho esto con nosotros? ¿No sabías que tu padre y yo íbamos a pasar muy mal rato buscándote?» -María no acababa de salir de su asombro…; todo, en aquel día, era extraordinario. ¿Cómo Jesús…, su Jesús hasta entonces tan sumiso y obediente que jamás les causó el más pequeño disgusto ahora ha hecho esto?… ¿No había caído en la cuenta que iban a sufrir muchísimo con ello? . ¿Cómo explicar todo esto? -Se adivina fácilmente el sufrimiento y la tortura de aquel corazón de madre que ahora quiere desahogarse. -Y Jesús, que hasta entonces nada dijera, ahora, por respeto a su, madre, habla y la explica su conducta: «¿No Sabíais que debía ocuparme en las cosas de mi Padre?
Son las primeras palabras que cita el Evangelio de Jesús… ¡Qué hermosas! y ¡qué misterio tan Profundo encierran!… Todo lo que ha hecho ha sido ordenado por el Padre, y ante aquella voluntad divina, no cabe más que obedecer, aunque la obediencia sea amarga y cueste sufrimientos, como en este caso. -Bien sabía Jesús el dolor de María y de José…; también su corazón sufría al verlos a ellos sufrir…, pero el Padre lo quería, y Él también lo quiso…
3º Nuestro modelo. -Jesús nos da aquí ejemplos de altísimas virtudes…, nos enseña a obedecer a Dios antes que a los hombres…, a seguir nuestra vocación y sus divinos mandamientos en todo momento y en todas las, circunstancias…, aunque tenga que sangrar el corazón. -: -Hay que oír las llamadas de Dios donde Él quiera…, cuando Él quiera… y en la forma que Él mismo elija.
Además hemos de obedecer como Dios se merece, con prontitud…, con energía…, con exactitud .Muchas veces es necesario para obedecer, una gran firmeza de voluntad con 9que vencer las dificultades que se presentan…; mira el modelo, r ahí verás ese valor y firmeza que necesitas. -Jesús no endulza a sus padres el dolor del sacrificio…, no les prepara para esta separación…, no da un paso para ir a su encuentro…, cuando ya le han encontrado no les consuela con palabras dulzarronas y carnosas…; simplemente les dice la verdad, y les expone la voluntad de su Padre, superior a ellos y a quienes todos deben obedecer. -María y José lo comprenden… bajan la cabeza y ya no hablan ni pregunta más –medita mucho en este paso tan extraordinario y pide a Jesús esta firmeza y este valor, para obedecer así con toda exactitud al Señor.
También María es modelo de grandes virtudes ¡Qué bien lleva; con su dolor la dura prueba!… Detente a considerar su paciencia…, su sumisión a la voluntad divina…, su humildad, creyéndose indigna de tener a Jesús y culpable de su pérdida…; su perseverancia y actividad en buscarle…; ¡hasta el fin del mundo hubiera ido Ella si fuera necesario!…
4º Buscar a Jesús. -Aprende tú también aquí a buscar a Jesús. Le puedes perder por el pecado…, pero a veces aún sin pecado, Jesús se oculta para probarte, como hizo con su Madre… Es entonces cuando el demonio se aprovecha a tentarte con el desaliento…, el cansancio…, la desconfianza…, la desesperación. Eso jamás.
Mira a María… no encuentra a Jesús en seguida, pero no para hasta hallarlo. -Eso debes hacer tú… Él sufrimiento o el dolor de tu sacrificio, no deben quitarte ganas y alientos para buscar a Jesús…; al contrario, entonces debes echarle más de menos, como María…, y como María, no vivir ni descansar hasta merecer con tu diligencia…, fervor… y perseverancia, encontrarlo.
Y cuando se encuentra así a Jesús, ¡qué contento y alegría para el alma!… ¡Cómo brotan espontáneamente las palabras del Cantar de los Cantares: «encontré al que ama mi alma…, le guardaré bien y ya nunca le soltaré»! Pide a María el saber bien cumplir la voluntad de Dios…, el no merecer nunca que Jesús te castigue con marcharse de tu corazón y ocultarse de ti…; en fin, que sepas trabajar sin descanso en su compañía para con Ella, y por Ella ir siempre a Jesús…, vivir con Jesús… y buscarle sin cesar hasta encontrarle.
Ildefonso Rodríguez Villar
Puntos breves de meditación
sobre la vida, virtudes y advocaciones litúrgica
de la Santísima Virgen María
26ª edición, Valladolid, 1965