Deseamos una clasificación provechosa y suficiente de las formas y de los motivos del ateísmo. ¿Cuál? Caben varias, y todas valederas. Cada autor puede hacer la suya. En el campo de las clasificaciones ninguna satisface por igual a todos. Hay muchos aspectos y muchos puntos de vista y de referencia para ordenar y clasificar una materia dada. Dejando aparte otras,[1] me limito en este momento a releer la clasificación que utilizó el Concilio Vaticano II en los números dedicados al tema en la Constitución Gaudium et spes. Esta lectura, al ofrecernos una síntesis esquemática y enjundiosa, nos ayudará a situarnos, de entrada, ante una panorámica del campo que queremos explorar:
«La palabra «ateísmo» designa realidades muy diversas. Unos niegan a Dios expresamente. Otros afirman que nada puede decirse acerca de Dios. Los hay que someten la cuestión teológica a un análisis metodológico tal, que reputa como inútil el propio planteamiento de la cuestión. Muchos, rebasando indebidamente los límites de las ciencias positivas, pretenden explicarlo todo sobre esta base puramente científica o, por el contrario, rechazan sin excepción toda verdad absoluta. Hay quienes exaltan tanto al hombre, que dejan sin contenido la fe en Dios, ya que les interesa más, a lo que parece, la afirmación del hombre que la negación de Dios. Hay quienes imaginan un Dios por ellos rechazado, que nada tiene que ver con el Dios del Evangelio. Otros ni siquiera se plantean la cuestión de la existencia de Dios, porque, al parecer, no sienten inquietud religiosa alguna y no perciben el motivo de preocuparse por el hecho religioso. Además, el ateísmo nace a veces como violenta protesta contra la existencia del mal en el mundo o como adjudicación indebida del carácter absoluto a ciertos bienes humanos que son considerados prácticamente como sucedáneos de Dios. La misma civilización actual, no en sí misma, pero sí por su sobrecarga de apego a la tierra, puede dificultar en grado notable el acceso del hombre a Dios.»
«Con frecuencia, el ateísmo moderno reviste también la forma sistemática, la cual, dejando ahora otras causas, lleva el afán de autonomía humana hasta negar toda dependencia del hombre respecto de Dios. Los que profesan este ateísmo afirman que la esencia de la libertad consiste en que el hombre es el fin de sí mismo, el único artífice y creador de su propia historia. Lo cual no puede conciliarse, según ellos, con el reconocimiento del Señor, autor y fin de todo, o por lo menos tal afirmación de Dios es completamente superflua. El sentido de poder que el progreso técnico actual da al hombre puede favorecer esta doctrina.»
«Entre las formas del ateísmo moderno debe mencionarse la que pone la liberación del hombre principalmente en su liberación económica y social. Pretende este ateísmo que la religión, por su propia naturaleza, es un obstáculo para esta liberación, porque, al orientar el espíritu humano hacia una vida futura ilusoria, apartaría al hombre del esfuerzo por levantar la ciudad temporal. Por eso, cuando los defensores de esta doctrina logran alcanzar el dominio político del Estado, atacan violentamente a la religión, difundiendo el ateísmo, sobre todo en materia educativa, con el uso de todos los medios de presión que tiene a su alcance el poder público.»[2]
Para organizar de modo sencillo la exposición que sigue, reuniremos todas las formas de ateísmo en tres grandes grupos:
1º El ateísmo como desentendimiento de Dios por inmersión egocéntrica en lo inmediato.
2º El ateísmo como solución negativa del problema de Dios, que pretende demostrar que Dios no existe.
3º El ateísmo como «humanismo» o reducción de Dios al hombre. (Es la forma más característica de nuestro tiempo.) Sólo que esta reducción de Dios al hombre se hace de dos maneras bien diferenciadas:
- a) Reducción simplemente explicativa; puro reduccionismo: la realidad encubierta por la denominación «Dios» y la actitud «religión» no es más que el hombre mismo, alguna de sus fuerzas, ideas o aspiraciones (explicaciones psicológicas o sociológicas).
- b) Reducción exaltadora o humanismo ateo propiamente dicho: la reducción de Dios al hombre, como acabamos de ver en el Concilio Vaticano JI, antepone la afirmación del hombre a la negación de Dios; el móvil determinante de la negación de Dios no es porque no existe y porque haya que contentarse con lo humano; se niega a Dios porque se afirma al hombre, «divinizándolo», exaltando su capacidad de realizar por sí mismo todo lo que la religión atribuye a Dios o espera de Dios.
A estas tres agrupaciones de formas ateas se podría añadir esa postura extraña y balbuciente llamada ateísmo cristiano, que se ha formulado hace pocos años y parece un intento de recoger y en cierto modo asimilar, dentro de la «fe», las instancias ateas del proceso del «pensamiento moderno».
Ateísmo-Hoy
José Guerra Campos
Obispo de Cuenca
Fe Católica-Ediciones, Madrid, 1978
[1] He aquí, por ejemplo, compendiadas sucintamente las clasificaciones de algunos autores (las obras no citadas aquí véanse en la bibliografía final): A. DEL NOCE. Tres formas irreductibles: Ateísmo negativo o nihilista -Ateísmo positivo o político -Ateísmo trágico (Nietzsche).
- F. Sciacca (en la obra de Ricciotti): Ateísmo práctico y ateísmo teórico -Ateísmo absoluto o dogmático -Agnosticismo -Deísmo -Humanismo ateo -Panteísmo y monismo.
- FABRO: Monismo materialista y monismo espiritualista Ateísmo humanístico (incompatibilidad de libertades) -Ateísmo pesimístico (el mal).
Informe de la Comisión interprovincial de Jesuitas sobre ateísmo en España (1967): Ateísmo práctico o de masas (Indiferentismo naturalista -Protesta y reacción: anticlerical, por la injusticia; contra Dios, por el mal). -Ateísmo sistemático, de minorías: Agnóstico liberal -Humanista-existencialista -Ra-cionalista, por razones «científicas» -Marxismo.
- Grumelli (en IC.I, n. 379, 1 marzo 1971): Ateísmo cultural, por abandono de una cultura en la que estaba inserta la religión. Ateísmo ideológico, por convicción -Ateísmo sociológico, condicionado por el medio social -Ateísmo interpretativo, por protesta o rebeldía.
- Ayfre (cap. «El ateísmo en el cine contemporáneo», en la obra -colectiva «El ateísmo contemporáneo», ed. Cristiandad, vol. 1, tomo 2, pp. 785 ss.): Ateísmo práctico (ausencia de Dios por ignorancia o desentendimiento) -Ateísmo metafísico (ausencia como repulsa) -Ateísmo psicológico (comprobación de la ausencia) -Ateísmo idolátrico (ausencia que se distrae con pseudopresencias en las que no se cree de verdad) -Ateísmo epistemológico (ausencia con nostalgia de una presencia en la que no se confía).
[2] Gaudium et spes, 19y 20.
Providencial fue que la Gaudium et Spes no haya recordado las condenas contra el comunismo pues de lo expresado acerca del ateismo militante se recuerda implícitamente las causas ateistas del comunismo y sus frutos, ej La masonería, el liberalismo ateista, el anarquismo, las nuevas ideologías vg de género, feminismo radical etc, leer al respecto las enciclicas en rodapie. También en el Cap V de la parte segunda se condena el estatismo ej marxista y el liberalismo sin freno