1º Vida de crecimiento. -Los evangelistas, tan parcos en hablar de la vida de Nazaret, no se callan este detalle de Jesús y dicen que «el Niño crecía y se desarrollaba»… y juntamente también con Él sin duda, había de crecer su Madre. Pensemos en este misterioso crecimiento…
En cualquier clase de vida, el crecimiento es algo esencial… En la vida vegetativa, ¿cómo conoces que una planta ha agarrado bien y tiene vida?…; en que crece y aumenta. -En la vida animal, lo mismo; ¿qué sería de un animal…,de un cuerpo humano que naciera y no creciera, ni se desarrollara?…Sería un monstruo, o no viviría… Él crecimiento es señal de vida. -Convéncete de este principio de que la vida es esencialmente crecimiento. -Pues bien, la vida espiritual, aunque muy interna, es también vida y, por consiguiente, requiere también crecimiento. -Crecer es aumentar…, es adquirir una nueva perfección… Por eso en la vida espiritual, no cabe detenerse, no es posible estancarse. -Comprende ahora aquello de que en esta vida del espíritu, el no ir adelante, es ya ir hacia atrás…, detenerse…, pararse por la tibieza o frialdad, es retroceder. -No te engañes miserablemente; si no avanzas, das pasos hacia atrás…; si no aumentas, pierdes de día en día…
2.° Él modelo -Jesús crecía. -Aparece creciendo y aumentando… y es el único que no podía realmente crecer. -Todo lo tenía y poseía desde la eternidad en grado infinito…; no era capaz de adquirir nuevas perfecciones. -No obstante, quiere ser nuestro modelo y enseñarnos prácticamente a crecer… y así quiso manifestarse como si realmente creciera.
Él sol, es siempre el mismo, realmente no aumenta ni crece, y, sin embargo, desde la luz de la alborada hasta el mediodía, aparece como si realmente aumentase y creciera su luz… Así Jesús cada día aumentaba una perfección más o un grado mayor de ellas, como si efectivamente en ellas creciera y se perfeccionara… ¿Qué será el crecimiento para Jesús cuando, siendo el único que no podía crecer, quiso aparecer de ese modo?…
¿No querrá que tu le imites y trabajes por t crecimiento verdadero?… y la Santísima Virgen, ¿no crecía también?… SI Ella fue la que aprovechó mejor las lecciones de Jesús…, ¿olvidaría ésta?… ¿No es dulce pensar, y, además, es cierto, que después de Jesús, nadie ha crecido tanto en gracia y hermosura de alma delante de Dios y delante de los hombres, como Ella?…
3º En qué crecía Jesús. –a) en su cuerpo: era el único crecimiento de que era capaz… Él cuerpo tierno y delicado del Niño, se fortalecía y robustecía cada vez más y más, para ser apto y útil en los trabajos apostólicos…, en su predicación…, en los sufrimientos de su Pasión. -Por tanto, hasta el crecimiento físico y natural, era para Él, algo que se dirigía a su fin de Redentor…, al mejor cumplimiento de la voluntad de su Padre…, al bien de las almas. -Aprende a dirigir a ese fin también tu salud…, tus fuerzas…, tu vida toda, aun bajo el punto de vista corporal y físico…;
- b) crecía en sabiduría. -Ésta era doble: una humana, con la que, aparentaba conocer cada vez más y mejor lo necesario para la vida…, para su oficio…, para ayudar a sus padres. -Además, conocía cada día mejor lo que eran los hombres por los que se iba a sacrificar…, lo que era el corazón humano, y este conocimiento le hacía sufrir, al ver su inconstancia…, su egoísmo…, su incomprensión del verdadero amor…, Y compararía los corazones de todos los hombres y en todos vería algo semejante, y también… ¡en el tuyo!…, ¡qué pena! -la otra, era la sabiduría divina, que cada vez se revelaba más, como en el Templo se reveló admirando a los Doctores… ¡Cómo aprovecharía la Santísima Virgen estas lecciones!…, y tú, ¿cómo oyes las cosas de Dios y las inspiraciones suyas?… ¿Cómo las cumples y te aprovechas de ellas?
- c) Crecía en santidad. -De día en día, hacía obras más del agrado de su Padre, y más provechosas para nosotros… ¡Qué rectitud y pureza de intención!… ¡Qué amor, sobre todo, en sus obras! -Empápate bien de esa santidad creciente de Jesús, que así va creciendo hasta el fin de su vida…, hasta la Eucaristía…, hasta la Cruz…
4º Tu crecimiento. -Has crecido en tu cuerpo como Jesús, pero en tu alma, ¿qué has hecho cada día…, cada mes…, cada año?… ¿Notas que vas creciendo y aumentando?… ¿Procuras crecer en el conocimiento de Jesús y en el de su Madre?… ¿Trabajas por ahondar y penetrar en el fondo de esos dos corazones…, en las finezas de ese amor para imitarles en el tuyo?… ¿Aumentas de veras en fervor…, en santidad…, en amor a Jesús por medio de María?
Si la vida es crecimiento, ¿puedes decir que tu alma vive?…, ¿o desgraciadamente en lugar de crecer ha ido decreciendo y menguando?… ¿No era antes más inocente…, más sencilla…, quizá más fervorosa? – ¿No han ido cada día aumentando tus pasiones…, tu amor propio…, tu carácter… en lugar de crecer tus virtudes? -Pide mucho a la Santísima Virgen esta gracia del crecimiento,.. que Ella te enseñe a crecer tan rápidamente, como Ella lo hizo, para que no sea tu alma algo monstruoso o esté a punto de morir… -Insiste mucho con Ella, para que todos los días, especialmente en la Comunión… ya que es uno de los mejores medios de alimentarse y crecer… te dé con su Hijo, un empujoncito que te haga correr en el camino de la santidad.
Ildefonso Rodríguez Villar
Puntos breves de meditación
sobre la vida, virtudes y advocaciones litúrgica
de la Santísima Virgen María
26ª edición, Valladolid, 1965