padre canoLa revelación sobrenatural de Dios inmediata y mediata es posible. Sí, podemos conocer lo que Dios ha dicho a los hombres y las mujeres. El Beato Pio IX, condenó estas dos proposiciones modernistas: “3) La razón humana, sin tener por nada en cuenta a Dios, es el único árbitro de lo verdadero y lo falso, del bien y del mal; es ley de sí misma y por sus fuerzas naturales basta para procurar el bien a los hombres y a los pueblos. 4) Todas las verdades de la religión derivan de la fuerza nativa de la razón humana; de ahí que la razón es la norma principal, por la que el hombre puede y debe alcanzar el conocimiento de las verdades de cualquier género que sea.” (Denzinger nos 1703-1704)

El Concilio Vaticano I condenó la razón independiente de Dios: “Si alguno dijere que la razón humana es de tal modo independiente que no puede serle imperada la fe por Dios, sea anatema” (Denzinger 1810) Y no es que la razón sea un “demonillo”, la razón es un don extraordinario de Dios al hombre en el orden natural. Hemos publicado en Contracorriente el artículo “la fe es razonable”. Podemos conocer a Dios con la razón por medio de la creación. San Pablo escribe a los Romanos: “Pues lo invisible de Dios, su eterno poder y su divinidad, son perceptibles para la inteligencia a partir de la creación del mundo a través de sus obras; de modo que son inexcusables.” (Rom 1, 20). Son necios, como dice el Salmo 13: “Dice el necio, no hay Dios”. Las cinco vías de Santo Tomás de Aquino por las que la razón llega al conocimiento de Dios, están al alcance de cualquier inteligencia.

El Concilio Vaticano I enseña que: “Cuando Dios revela, estamos obligados a prestarle por la fe plena obediencia de entendimiento y voluntad. Ahora bien, esta fe que “es el principio de la humana salvación, la Iglesia Católica profesa que es una virtud sobrenatural por la que, con inspiración y ayuda de la gracia de Dios, creemos ser verdadero lo que Él ha ido revelando, no por la intrínseca verdad de las cosas, percibida por la luz natural de la razón, sino por la autoridad del mismo Dios que revela, el cual no puede engañarse ni engañarnos. Es, en efecto, la fe, en testimonio del Apóstol, sustancia de las cosas que se esperan, argumento de lo que no aparece” (Hebr. 11, 1)”

La fe y la razón, nos llaman al conocimiento de Dios, pero la ciencia es otro cantar. Pues sí, es otro cantar porque la ciencia solo estudia la materia, no el espíritu. Pero los científicos cantan las glorias de Dios: “La idea de que el mundo, el universo material, se ha creado a sí mismo, me parece absurda. Yo no concibo el mundo sino con su creador, por consiguiente, Dios. Para un físico un solo átomo es tan complicado, supone tanta inteligencia, que un universo materialista carece de sentido” (Alfredo Kastler, Premio Nobel de Física). Y Copernico, eminentísimo astrónomo, dejó escrito: “Si existe una ciencia que eleve el alma del hombre y la remonte a lo alto en medio de la pequeñez de la Tierra, es la Astronomía, pues no se puede contemplar el orden magnífico que gobierna el universo sin mirar ante sí y en todas las cosas al Creador del mismo, fuente de todo bien.” Millikan, Premio Nobel, ha dicho: “Puedo por mi parte, asegurar con toda decisión que la negación de la fe carece de toda base científica. A mi juicio, jamás se encontrará una verdadera contradicción entre la fe y la ciencia”. No puede darse contradicción: la materia la hizo Dios y Dios se reveló en la Sagrada Escritura y en la Tradición Divina.

Manuel Martínez Cano, mCR