MILAGROS EN BARCELONA

Cuando se habla de milagros, aunque sea con una elemental información, ni se pueden atribuir a fanatismos indocumentados, ni a hechos lejanos y de otros tiempos. Hay milagros, ahora,  comprobables y contemporáneos. BarcelonaEntre otros testimonios, rebosantes de pruebas maravillosas y lecciones fecundas, Lourdes vale por muchos. Mauriac escribía en «Express»: «El milagro de Lourdes que contiene todos los demás es la historia de Bernardeta… Con Bernardeta, me hallo tranquilo. Entre ella y la Desconocida no hay cambios de palabra, no hay gesto que no me afecte, que no me transforme. En suma, creo, aún hoy, todo lo que esa niña ha contado; así lo creía cuando era el colegial cuya abuela había visto a Bernardeta, había hablado con ella.» Pero Lourdes no es algo pasado. Sino real, físicamente cercano, aureolado de sobrenaturales emociones y hechos extraordinarios científicamente incontrovertibles. El médico barcelonés doctor Agustín García-Díe, el año pasado, en unas declaraciones, decía: «Sí, yo he sido testigo de varios milagros auténticos. ¿Qué puede decir un hombre después de esto, qué puede decir un médico? Nada. Simplemente dar gracias a Dios. Yo digo como el doctor Carrel, francés y Premio Nobel, que cuando vio que la ciencia era incapaz de salvar un niño, lo único que hizo fue recomendar que lo llevaran a Lourdes. Años después, en un Congreso Internacional le preguntaban asombrados lo que pensaba de aquella curación del niño que había mandado a Lourdes. Y él, con toda su entereza, respondía: Eso es lo único que puede pasar en Lourdes. Eso digo. Yo he visto cerrar heridas, bajar hinchazones, recobrar el color y el pulso y la respiración a personas que estaban al borde de la muerte, a personas que los médicos mismos mandaron a Lourdes como única solución y todas estas reacciones, cómo se producían instantáneamente. Naturalmente la Iglesia no puede declarar milagros todos estos hechos. Porque la Iglesia no necesita de estos milagros ni los pide. Entonces, lo que hace es poner toda clase de impedimentos para que los casos, tan numerosos, sean reconocidos oficialmente como milagrosos y sólo elige los que tienen mayor entidad y los que aprueban los miembros del Comité Internacional. Por su parte, la ciencia pide todos los documentos Y todas las pruebas que conoce, para comprobar la veracidad de esos casos. Cuando un caso traspasa todas estas barreras, puede decirse que es completamente milagroso; pero, mientras, existen muchos otros no declarados que siguen siendo inexplicables curaciones y que sólo los pacientes y el médico los conocen. Me acuerdo de Mercedes Oliveró, una de las enfermas que fueron en las primeras peregrinaciones. Padecía una peritonitis tuberculosa. En aquella época no había nada con que curarla. Era mortal. Hoy ya existen algunos medios, pero sigue siendo una enfermedad seria, si no incurable: La llevamos en una camilla a Lourdes. Estuvimos allí un día. Al segundo, ella también descendió a la piscina y en el momento de salir se apoderó de ella una alegría y un bienestar incomparable Y gritó que ya estaba curada. La curación fue instantánea. Allí mismo lo verifiqué. ¿Sorpresa? ¿Por qué? ¿A qué habíamos ido a Lourdes? y vino cuidando a otros enfermos, cuando ella había llegado tumbada en una camilla. Hoy sigue viviendo, perfectamente sana.»

Aparte de Mercedes Oliveró, citada por el doctor García-Díe, hay otras curaciones reconocidas oficialmente por la Oficina de Comprobaciones, de Lourdes, ocurridas entre nosotros: Rosa Buxó, de Vich; Teresa Gallart, de Calella; Concepción Samada, de Barcelona; Pilar Serinanell, de Vich; Josefina Ventura, de Villafranca del Panadés; Natividad Belzuz, de Barcelona; Ángela Torner, de Badalona. Hay, además, un número muy respetable de curaciones realizadas que registran curaciones de cáncer, tuberculosis, mal de pott, parálisis infantil, etcétera, que se atribuyen únicamente a la intercesión de la Santísima Virgen de Lourdes.

Al reflexionar sobre los hechos de Lourdes, los mismos se pueden anillar maravillosamente con esas frases profundas del doctor Alexis Carrel: «Todas las sociedades que ponen al margen la necesidad de orar están en vías de decadencia. Por esto, todos los hombres civilizados -creyentes o descreídos- deben interesarse por este grave problema del desenvolvimiento de cada actividad básica de que el ser humano es capaz… ¿no se nos permitirá, pues, asegurar que  estamos sumergidos en un medio espiritual sin el cual no podremos vivir, como no podemos vivir sin el universo material, esto es, la tierra y el aire? y ese medio no será otro sino el ser inmanente en todos los seres y que a todos trasciende, al cual llamamos Dios.» Por esto el milagro ha acompañado y certificado siempre la verdad religiosa. Y también en conciudadanos nuestros ha habido milagros tangibles. Basta enterarse sin prejuicios la historia de los santos   –rubrica el doctor Carrel- nos cuenta hechos  milagrosos y no hay duda de que la mayor parte de los hechos atribuidos, Por ejemplo al Cura de Ars, son absolutamente verídicos… lo que si sabemos ya de manera segura es que la oración produce efectos palpables. por muy extraño que esto nos parezca debemos considerar como verdad eterna las palabras de Cristo: «Pedid y recibiréis, llamad y se os abrirá.» porque con la oración el hombre llega a Dios, se dignifica y vive su filiación divina. Y a Dios se va por María. Y hoy los hombres lo necesitamos mucho. Porque hay odios criminales, erotismos monstruosos, bajezas tremendas, vacíos insalvables, sufrimientos horribles, injusticias flagrantes. Pero dijo Bernardeta Soubirous, la vidente de Lourdes: «no hay ídolos de carne en el corazón en que la virgen tiene un altar.» ¿Que menos que el rezo sincero y cordial de las tres Avemarías, cada mañana y cada noche, para suplicar a la madre de Cristo y nuestra, su intercesión para lograr esta realidad hermosa y coherente, espiritual y humana, divina y trascendente, como es el hacedero «milagro» de cada día de una vida limpia, honrada, moral, cristiana?

PABLO VI HA DICHO: «LA IGLESIA ES LA SOCIEDAD DE LOS HOMBRES QUE ORAN. SU FIN PRIMORDIAL ES ENSENAR A ORAR». CRISTIANO QUE NO REZA, CRISTIANO QUE PIERDE LA FE, SE DESMORALIZA Y SE EMBRUTECE. A LO MENOS CADA MAÑANA Y CADA Y NOCHE, NO NOS OLVIDEMOS DE REZAR CON EL MAYOR FERVOR LAS TRES AVEMARÍAS A LA SANTÍSIMA VIRGEN POR NUESTRA SALVACIÓN ETERNA.

SABIOS QUE DESCUBREN LA ORACIÓN

Yo creo en un Dios personal, omnipotente, que se interesa amorosamente por mí en particular. Yo no acepto la idea de Dios como fuerza cósmica e impersonal o como un gran director de orquesta interesado de la humanidad sólo en su conjunto y no en cada una de sus unidades. Dios me ha dado la vida. Por esto estoy yo aquí. Y me invita a entrar en relación directa con Él. Esto, para mí, es la oración.»Nia-India-rezando-antes-de-comer

Doctor Andrew G. Favert, antiguo cadete de West Point y actual experto de acústica subacuática de la Marina americana y de la Universidad católica de Washington…

«Hoy los científicos se ponen con frecuencia en oración. El reclinatorio para ellos no es menos importante que el laboratorio. En éste, analizan los fenómenos. En aquél, buscan su Autor.»

Doctora Helen Taussig, de la Universidad John Hopkins, considerada como la más importante mujer-cirujano del mundo.

«El científico os sabrá decir el cómo de las cosas, pero nunca el porqué. Él conoce bien cómo se comporta la ley de la gravedad de Newton, pero no tiene ni la menor idea del porqué. Esta es precisamente la diferencia que hay entre ciencia y religión. La religión contesta el porqué. Un científico que se estime no puede decir: Me contento con el cómo; no me interesa el porqué. El tipo de científico del siglo pasado en Europa -materialista, ateo, que sólo creía en su especialidad- está fuera de moda. Hoy, el científico quiere ser un hombre como los demás, contentándose con explicaciones superficiales. Esto significa que debe atender a la moralidad o si queréis con una palabra menos religiosa: la ética. Pero la verdadera palabra es: Dios.»

Doctor Warren Weaver, director de la Fundación Rockefeller.

Obra Cultural
Laura, 4 – Barcelona-10