Hace años leí el catecismo para la juventud, Youcat. Hoy, leyendo un artículo de Bernard Dumont, en Verbo, he visto que hay un punto que aclarar. A la pregunta 441 “¿Qué dice la Iglesia de la democracia?”, se da la respuesta siguiente: “La Iglesia apoya la democracia porque, entre los sistemas políticos, es el que ofrece las mejores condiciones para que se realicen la igualdad ante la ley y los derechos humanos. Pero, para ello, la democracia debe ser algo más que un mero dominio de la mayoría. Una verdadera democracia es posible únicamente en un Estado de derecho que reconozca los derechos fundamentales de todos y, en caso necesario, los defienda contra voluntad de la mayoría”.
¿Es ley lo que diga una mayoría? ¿Es un derecho humano asesinar niños? ¡En estas democracias satánicas, SI!
El Papa León XIII, en la encíclica Au milieu des solicitudes de (1892), dice:
“En (el) orden especulativo de ideas, los católicos, como cualquier otro ciudadano, disfrutan de plena libertad para preferir una u otra forma de gobierno, precisamente porque ninguna de ellas se opone por sí misma a las exigencias de la sana razón o a los dogmas de la doctrina católica”.
Pio XII el 24 de diciembre de 1944, dijo: “Una sana democracia, fundada sobre los inmutables principios de la ley natural y de las verdades reveladas, será resueltamente contraria a aquella corrupción que atribuye a la legislación del Estado un poder sin freno ni límites, y que hace también del régimen democrático, a pesar de las contrarias, pero vanas apariencias, un puro y simple sistema de absolutismo. El absolutismo de Estado consiste de hecho en el erróneo principio de que la autoridad del Estado es ilimitada”.
En su encíclica Evangelium vitae, San Juan Pablo II dice “En realidad, la democracia no puede mitificarse, convirtiéndola en un sucedáneo de la moralidad o en una panacea de la inmoralidad (. . .) Por tanto, las leyes que autorizan y favorecen el aborto y la eutanasia se oponen radicalmente, no sólo al bien del individuo, sino también al bien común y, por consiguiente, están privadas totalmente de auténtica validez jurídica. Leyes de este tipo no sólo crean ninguna obligación de conciencia, sino que, por el contrario, establecen una grave y precisa obligación de oponerse a ellas mediante la objeción de conciencia.
Una democracia sin valores se convierte con facilidad en un totalitarismo visible o encubierto, como demuestra la historia”.
¿Qué democracia apoya la Iglesia? En todas las democracias, se están asesinando a millones de niños y niñas inocentes. Y basta con este ejemplo diabólico.
¿Qué democracia apoya la Iglesia? Hace meses dijo un obispo que, “es mejor contar cabezas (votos) que cortar cabezas” ¡cortar cabezas! Las democracias están triturando millones de cabezas de niños inocentes. ¿Dónde estamos? ¿En Babia? ¿En las puertas del infierno? ¡Solo Cristo Rey es Soberano! ¡Viva Cristo Rey! ¡Viva María Reina! ¡Viva la Iglesia Católica!
- Manuel Martínez Cano m.C.R.