MARÍA Y EL ESPÍRITU SANTO

                Por no haber querido Dios manifestar solemnemente el misterio de la salvación humana antes de derramar el Espíritu prometido por Cristo, vemos que los Apóstoles, antes del día de Pentecostés, perseveraban unánimes en la oración con algunas mujeres, con María, la Madre de Jesús, y con los hermanos de éste (Act. 1, 14), y que también María imploraba con sus oraciones el don del Espíritu, que en la Anunciación ya le había cubierto a Ella con su sombra. (Lumen Gentium 59)

    EL PAPA Y ESPAÑA

                Hace dos años me despedía de vosotros con un ¡Hasta siempre, España! Hoy, al visitaros de nuevo, se hace cercanía aquel saludo, en el que está presente – como entonces – la realidad total de vuestra Patria.

                Siendo, a través de quienes habéis venido a recibirme con tanta cordialidad, el eco multitudinario del pueblo cristiano español, al que encontré en tantos momentos de mi anterior visita. El mostró su espontáneo sentimiento ante el mensaje religioso y moral de una humilde persona, pero que es por designio divino el Sucesor de San Pedro. Por esa cercanía al Pastor de la Iglesia universal y a lo que él encarna – una característica histórica de los católicos españoles – no puedo sino expresar vivo reconocimiento. (San Juan Pablo II)

    CATÓLICOS Y DEMÓCRATAS

                La Iglesia Católica condenó al comunismo como “intrínsecamente perverso”. No se puede ser católico y comunista. Como tampoco se puede ser masón y católico. Los enemigos de la Iglesia han aprendido el arte diabólico de mentir y han engañado a muchos católicos. Tampoco se puede ser católico y mantener una democracia que desprecia la Ley Divina, ignora a Dios y asesina cada año millones de niñas y niños inocentes. Y sin embrago, hay personas que dicen que son católicos de toda la vida y votan a partidos abortistas, divorcistas. . . .

LA MUJER

                          Edith Stein

                La imagen de la Madre de Dios nos muestra la actitud fundamental del alma que responde a la vocación natural de la mujer: frente al hombre, obediencia, confianza, participación en su vida, favoreciendo su tarea objetiva y el desarrollo de su personalidad; frente al hijo, fiel protección, cuidados y la formación de sus disposiciones dadas por Dios; frente a ambos una entrega generosa y un callado retirarse cuando no se la necesita; todo basado en una concepción del matrimonio y de la maternidad como vocación que viene de Dios y que se ejercita por voluntad de Dios y bajo la guía divina.

      FRANCO Y LA ECONOMIA

                El tercer mito, más técnico y sibilino: los años 40 y 50 fueron décadas perdidas desde el punto de vista económico, y el innegable desarrollo de los 60 y los 70 se debió sólo a la confluencia con una positiva coyuntura económica exterior. Una cosa es constatar el estrangulamiento al que llegó la economía española a finales de los 50 y la necesidad de su apertura y los efectos benéficos desde la perspectiva económica que trajo consigo, y otra considerar que hasta esa apertura todo se había hecho mal. Pío Moa recuerda que desde años antes, por primera vez en nuestra historia habían dejado de hacerse estadísticas de hambre; que la esperanza de vida sumó veinte años, equiparándose ya entonces al nivel de Francia, Alemania, Inglaterra o Estados Unidos; que el PIB creció a ritmos poderosos y el INI creó una industria nacional que permitió contener el déficit exterior, sin que la autarquía implicase cierre del comercio exterior, que se triplicó respecto a la Segunda República; que en 1960 el turismo se había multiplicado por veinte respecto a 1931, la producción de cemento por cuatro respecto a 1935 y la de energía eléctrica por seis también respecto a ese penúltimo ejercicio republicano. Moa demuestra, pues, que el “milagro económico” del periodo 1959-1975 sólo pudo suceder gracias a los cimientos establecidos en los veinte años anteriores, quizá más “milagrosos” visto cómo quedó el país tras la guerra. (Carmelo López-Arias)

CREYENTES Y CLÉRIGOS INGENUOS

                Lo que hicieron los revolucionarios franceses, fue monopolizar como Nación o sociedad política la representación de la Nación Histórica, parte del pueblo de Dios en Europa. Esa fracción – la nueva oligarquía, pues todo gobierno, sea el que sea, es oligárquico – , constituyó la Nación Política, a la que está sometido desde entonces mecánicamente el Pueblo de Dios de las naciones históricas europeas. Funcionen bien o mal, los gobiernos son por lo general mediocres. El problema actual, que viene de atrás, es que, en la medida en que se ha hecho portavoces del nihilismo, están destruyendo el Pueblo de Dios y las naciones reales, naturales, no artificiales, las naciones históricas, que son totalidades orgánicas. Los gobiernos de las naciones políticas representan hoy al nihilismo que, como tal, tiene que destruir también la realidad histórica para reemplazarla por otra imaginaria. (Dalmacio Negro – Razón Española)

  DUEÑAS DE SU CUERPO

                El pretexto que aducen las mujeres partidarias del aborto de ser dueñas de su cuerpo y pueden hacer con él lo que quieran, no justifica las prácticas abortivas, pues por la misma razón el dueño de una casa que ha alquilado a pacíficos inquilinos podría poner cuando lo estime oportuno y ateniéndose al principio de propiedad, una bomba en la misma con la disculpa de que el edificio es suyo. Cualquier Juez castigaría sin dudarlo un crimen de este tipo. (Profesor Bullón)

  ÚLTIMA HORA

                Me acaban de decir que nuestros obispos han declarado que: “ninguna fórmula política tiene carácter absoluto”. Si lo han dicho los obispos españoles, dicho está. Pero a mí me gustaría que algún obispo, o todos juntos en unión, nos recordaran que hay un principio político absoluto: “El poder viene de Dios”. Principio, por cierto, que no aceptan ninguna de las tantas y tontas democracias demoniacas.

                Voy a predicar una novena a un pueblo. Pediremos por España y por todas las naciones. Que pronto sea una realidad en la tierra el Reinado Social de Nuestro Señor Jesucristo.

Padre Cano, mCR