Todos habéis quedado impresionados al escuchar el testimonio de Rafael María Stern, su encuentro con Cristo y su apostolado en medio de su pueblo.P.albacena

Es un regalo muy grande del Señor que haya venido a España fundamentalmente para estar entre nosotros, y que de su corta estancia en nuestra patria, haya dedicado quince días para vivir en nuestra compañía. Os repito lo mismo que dije el pasado mes a propósito de nuestra peregrinación a Polonia: Que muchos millones de católicos, incluso de grandes personajes y príncipes de la Iglesia, no tienen los regalos espirituales, regalos en verdad católicos, de los que nosotros abundamos. ¡Qué abundancia de luz divina para entender la Iglesia, el misterio de Israel, la historia de nuestro tiempo, la marcha hacia el reinado del Corazón Inmaculado de María.

Dos vertientes resaltan en el apostolado de Rafael que hemos de meditar, porque constituyen también dos elementos de nuestra vocación. Rafael María desarrolla el apostolado entre sus compatriotas con estas armas: la oración, la pobreza, la enseñanza directa de la Palabra de Dios y la persecución. Las humillaciones, los desprecios de que es objeto, le enserian una vía de prudencia, pero jamás le arredran en su obligación de anunciar a Cristo a los hombres. Todo esto nos recuerda la persecución, la incomprensión que nos acompaña corno una atmósfera a nuestro alrededor. Pero, estribando en la oración, en la pobreza de medios, no dejemos nunca de predicar a Cristo con nuestras palabras, con nuestras obras de apostolado, con nuestra alegría de saber que el Señor Jesús está siempre con nosotros. Rafael María, con su perseverancia, con su confianza en Dios, ha abierto la puerta de la Iglesia a miles de judíos que bendicen su nombre. ¿Vamos a aflojar nosotros que nos podemos ayudar unos a otros mucho más? Sembrad sin descanso, en las calles, en los cruces de los caminos, desde lo alto de las casas. El Señor nos envía a Rafael María para decirnos que no nos debemos desanimar, que más vale la amistad de los verdaderos amigos de Jesucristo, que la multitud de los que no le aman de verdad y son tibios, modernistas o comodones en sus servicios.

A Rafael María le agrada decir con frecuencia “magnífico”, como expresión de su optimismo cristiano. Él vive en la magnífica esperanza de la conversión del mundo, en una nueva época de justicia, de paz, de verdad, en el reinado del Corazón Inmaculado de María. Los signos de los tiempos nos anuncian con mayor claridad que se acerca nuestra liberación.

En esa esperanza debemos vivir nosotros. Lentamente, sin espectacularidad, van las almas del moderno Israel tomando el camino de Ain Karim, de Belén, de Nazaret, de Canáde la santa Jerusalén del Mesías, en compañía de María, la humilde esclava del Señor: Tal Vez dentro de muy pocos años la Tierra Santa será el centro de la Cristiandad entera y entonces, convertida Rusia y toda la Ortodoxia del Oriente, con el nuevo Israel cristiano a la cabeza, habrá sonado la hora dichosísima de la conversión del mundo y del reinado social en todo el mundo del Sagrado Corazón, que viene precedido del Corazón Inmaculado de María, ya que María es la Aurora que anuncia el Sol. Ésa será la Historia, y, pese al diablo y a sus esclavos, el mundo será de Cristo. Ésta es la gloriosa esperanza en la que vivimos y que hemos de difundir y propagar.

Rvdo. P. José María Alba Cereceda, S.I.
Meridiano Católico Nº 157, diciembre de 1991