palbaAl meditar en los días de fin y principio de año, sobre la marcha de nuestra Asociación, para dar gracias a Dios por los beneficios recibidos y para hacer examen de conciencia de todo lo nuestro, se levanta ante nuestros ojos majestuosos, el ideal de perfección para el que la Virgen Santísima nos ha convocado. Reflexionar sobre nuestro ideal, estudiarlo para más conocerlo y amarlo, es tarea que continuamente hemos de ejercitar con agradecimiento. No forjarnos nosotros ese ideal. Fue la misma Virgen María quien nos llamó a seguir detrás de él.

Pero no se sigue ni se persevera en el culto a un ideal si no se adquiere un verdadero carácter que se emplee en esa causa. Esto que es evidente para cualquier causa noble, es doblemente necesario cuando se trata del ideal de nuestra Asociación, que es el de buscar seriamente nuestra propia perfección y con el mismo esfuerzo buscar la perfección de nuestros prójimos.

Nuestro mundo actual, lleno de ligereza, de superficialidad, de hedonismo, está falto de carácter. Nuestras familias, la Patria, la sociedad, no pueden esperar la salvación, no pueden esperar soluciones sino de hombres de carácter. Nuestra Asociación los necesita. Si esos hombres de carácter son sabios, son intelectuales, tienen eximias cualidades humanas, mejor. Pero de otra forma, para nada aprovechan todas esas cualidades si falta el carácter. El hombre vale por lo que es, no por lo que tiene o vale Y precisamente nuestra Asociación Juvenil, la Unión Seglar, son excelentísimas escuelas de formación del carácter. Hombre virtuosos, es hombre de carácter. Y nuestra Asociación nos está llamando constantemente al ejercicio de la virtud.

Hombre de carácter es el que iluminado por la luz de la verdad y sobreponiéndose por la razón a sus pasiones, sabe con energía y constancia romper los lazos y remover los obstáculos que le impiden la consecución de su ideal. Esa luz de la inteligencia que le ilumina para abrazarse con la verdad, le viene por los dogmas de nuestra fe y el conocimiento jugoso y meditado de la íntegra doctrina revelada; y la energía de la voluntad en el ejercicio de la virtud, “que por su misma etimología nos dice que se trata de un acto varonil, de fuerza, le viene de la divina gracia, cuya fuente está en los sacramentos y en la oración personal de todos los días. Ese es el camino para formar el carácter. Ese es el camino que propone nuestra Asociación para que lo sigan todos sus miembros.

A los obstáculos individuales que dificultan la formación del carácter, se unen muchas veces los defectos de educación, el influjo de los malos ejemplos, el ambiente malsano que nos rodea, el permisivismo y el relativismo que ahoga a las almas borrando de su vista todo lo que es noble, elevado, arduo. Pero pese a todo, contarnos entre nosotros con medios poderosísimos para vencer todos esos obstáculos. En esa lucha se fraguan y modelan los grandes de carácter que son precisos para el mundo en que tenemos que vivir y recristianizar. Los medios que tenemos a nuestro alcances con sólo vivir a tope lo que nos enseña y pide nuestra Asociación.

Me entristece, y me preocupa, ver que cierto número de entre vosotros disminuye poco a poco la tensión del ideal. Faltas, distanciamientos, flojedad en el ejercicio de la virtud, ausencia a las reuniones, falta de colaboración en los esfuerzos comunes, abandono de la puntualidad. Hay quien cree que todas las demás cosas pasan delante de las serias obligaciones que deben comprometerle con nuestra Asociación. Bendito sea Dios si reaccionamos a tiempo. Que Él haga de toda la Asociación una escuela de grandes caracteres, para la gloria de la Iglesia. No desearía “supernumerarios” entre nosotros. Sólo deseo “militantes”, y no “durmientes”, que los tiempos no están para flojedades de “ir tirando”. Esa felicidad os deseo para1992.

Rvdo. P. José María Alba Cereceda, S.I.
Meridiano Católico Nº 158, enero de 1992